Cualquier persona que haya pisado un macrofestival de música es consciente del enorme impacto sobre el entorno que produce la confluencia de decenas de miles de personas en un espacio delimitado. Si tenemos en cuenta las enormes infraestructuras que requieren estos eventos, las emisiones de gases derivadas de los traslados hasta el lugar y la cantidad de basura que no se recicla, podemos hacernos una idea del tamaño de su huella ecológica. El paisaje que dejan atrás algunos de estos encuentros multitudinarios antes de que entren las brigadas de limpieza -una tupida alfombra de desechos de plástico y colillas que apenas deja ver la superficie del recinto- es escalofriante.
Afortunadamente, gracias al cambio de mentalidad de la sociedad y la labor de concienciación que realizan plataformas sin ánimo de lucro como A Greener Festival, cada vez encontramos más festivales comprometidos con el medioambiente. La aplicación de normas de comportamiento sostenible para la organización y el público están empezando a dibujar un nuevo mapa de festivales eco-friendly, algunos de los cuales están en España.
DGTL
El próximo mes de agosto, el Parc del Fòrum de Barcelona acogerá el festival de origen holandés DGTL, especializado en música electrónica y arte digital, pero conocido también por la originalidad de sus propuestas ecológicas y de economía circular. Tom Veldhuis, co-director del festival, recibió el año pasado un premio al festival más sostenible de España.
Entre otras iniciativas, destaca la eliminación de la carne en los puestos de comida del recinto –para no contribuir a las emisiones de C02 que conlleva la ganadería intensiva- o el reciclaje de orina como fertilizante mediante la instalación de unas cabinas de aseo especiales. Estos cuentan con un reactor integrado que transforma la orina en estruvita, un fertilizante a base de fosfato que sirve como abono para árboles, plantas, verduras y frutas. Unos paneles de LED instalados a los lados de las cabinas muestran en tiempo real la cantidad de usos, fosfato producido y reducción de Co2 en comparación con baños convencionales. Una vez seco, el fertilizante se dona a un agricultor local.
Además, durante la celebración del DGTL se realizan talleres y charlas para informar a los asistentes sobre cuestiones como el ciclo de nitrógeno, el reciclaje del plástico o la escasez de agua a escala global a la que nos enfrentamos en el futuro inminente.
Rototom Sunsplash
La apuesta por la tecnología LED para la iluminación de las carpas y la instalación de paneles fotovoltaicos (incluso en las sombrillas) han permitido reducir en más de un 84% el consumo energético de Rototom Sunsplash que se celebra en la localidad valenciana de Benicàssim cada mes de agosto.
Al ser uno de los festivales más grandes de Europa –congrega a más de 200.000 personas a lo largo de una semana-, la gestión de residuos reviste suma importancia. El año pasado, se colocaron en el recinto más de 300 depósitos para separar los desperdicios en origen, y todos los locales de restauración dispusieron de contenedores especiales de recogida diferenciada que permitieron recuperar más de 16.200 kilos de envases ligeros y 7.400 kilos de papel y cartón para su posterior reciclaje.
Otra de las medidas interesantes adoptadas por este famoso festival de música reggae ha sido la eliminación de los vasos de plástico, sustituyéndolos por otros reutilizables que se pueden adquirir previo depósito. También han extendido el uso de platos y cubiertos de biocompostaje, elaborados a partir de materiales biodegradables como la caña de azúcar, la fécula de maíz o la madera, a todos los servicios de catering del festival. Su reciclaje junto a la basura orgánica permite que puedan ser reutilizados para fabricar compost.
Bioritme Festival
El festival de Pantà de Sau (Barceona) también está comprometido con el medio ambiente desde sus inicios. Todos los productos que ofrecen dentro del recinto son ecológicos y de “kilómetro cero”. Además de la oferta musical, uno de los puntos fuertes del Bioritme Festival son las charlas y mesas redondas que se organizan para concienciar al público.
Burning Man
Desde su primera edición, celebrada en el año 1986, el famoso festival del desierto de Nevada (Estados Unidos) intenta llevar a rajatabla una política “Leave Not Trace” (No dejar huella) a la que después han ido sumándose otros encuentros por todo el mundo. Eso sí, el Burning Man tiene un gran hándicap: su localización es tan remota que obliga a los asistentes –nada menos que 80.000 personas- a desplazarse en coches, autobuses y caravanas que, si le sumamos la gran pira de fuego que preside el festival, producen cerca de 49.000 toneladas de gases de efecto invernadero a lo largo de la semana que dura el encuentro.
NorthSide
El compromiso de sostenibilidad de este festival escandinavo va más allá que otros más populares. No en vano, ha recibido varios premios por su política sostenible.
Las 40.000 personas que asisten cada año al NorthSide festival tienen que llegar al recinto en un medio de transporte público, en bicicleta a pie: no hay parking. A su llegada a este idílico páramo verde de Dinamarca les dan la bienvenida los “trash talkers”, trabajadores cuya función consiste en asesorar al público y supervisar una correcta gestión de los residuos. Según los informes de resultados sobre sostenibilidad realizados tras su última edición, se estima que este festival recicla aproximadamente un 77% de los desperdicios que genera. Su compromiso es conseguir llegar al 100% en los próximos años. La parte del recinto que utiliza el público cuenta con seis secciones de reciclaje distintas, y la destinada a las labores de producción y organización, trece.
Otro aspecto diferencial –aunque cada vez más extendido en otros festivales de música similares- es la apuesta por la comida y bebida orgánica y de producción local, así como los recipientes realizados con materiales reciclables. En 2017, la oferta de estos productos alcanzó el 90%. Además, la organización mantiene un acuerdo con una asociación para enviar todo el excedente de comida a personas desfavorecidas.
La madera es uno de los materiales más utilizados por este festival para las infraestructuras que lo permitan, como barras de bar, casetas y elementos decorativos. Además, todos los carteles y folletos se imprimen en papel mineral, que es una alternativa al típico papel plastificado, pero más ecológico y con similar resistencia. Paralelamente, en 2013 iniciaron un proyecto para recaudar fondos entre patrocinadores y público para la conservación de bosques y selvas en lugares amenazados como Nicaragua.
Shambala
Este pequeño festival radicado en Northamptonshire, Reino Unido, fue premiado por la plataforma A Greener Festival en 2014 por su contribución a la sostenibilidad. En los últimos cinco años han reducido su huella de carbono más de un 80% y el 100% de la energía que utilizan procede de fuentes renovables.
No venden pescado ni carne en los puestos de comida ni permiten la entrada de recipientes de plásticos ni pajitas. La organización del Shambala anima a los asistentes a traer de casa sus propias tazas para bebidas calientes, y como alternativa para el resto (agua, cerveza, etc) se ofrecen vasos reutilizables. Se paga por ellos una pequeña fianza que se devuelve cuando se retorna el recipiente. Así pueden llevarse a una empresa profesional que los lava para que puedan utilizarse en la siguiente edición.
Otra de las peculiaridades de este evento es el sistema que han ideado para motivar a los asistentes a reciclar. Cuando compran su entrada pagan un deposito de 10 libras. Al llegar al recinto se le dan a cada uno dos bolsas, una verde para desechos secos reciclables y una gris para “otro tipo de basura”. Al entregar esas bolsas llenas antes de dejar el festival, recibes de vuelta tus 10 libras.
También en aquí se aprovechan los residuos humanos de los baños para convertirlo en compost orgánico.
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