El Mediterráneo no es el único lugar del mundo donde los refugiados luchan por su supervivencia. Los rohingyas, la minoría musulmana que se refugia en Bangladés de la violencia de los budistas radicales, están soportando las lluvias del monzón viviendo entre un lodazal que les ahoga y les arrastra a una existencia insufrible e insalubre.

Las incesantes lluvias del monzón, temporada que acaba de empezar, han convertido zonas como los campos de refugiados de Cox’s Bazar en un barrizal que imposibilita la distribución de alimentos e impide la asistencia de las cerca de 800.000 personas que habitan los campos. La mitad de los cuales son niños.

Enfermedades

Pese a los esfuerzos que han hecho organizaciones no gubernamentales e internacionales para preparar para la llegada de la temible época de lluvias, las enfermedades como el cólera acechan a una población que apenas puede desplazarse, puesto que los campos se han transformado en gigantescos cenagales.

El barrizal provocado por las lluvias se mezcla con los residuos fecales y ha disparando la insalubridad en el campo de Cox's Bazar. Para colmo, los chamizos donde viven están en constante peligro ante los deslizamientos de terreno.

Según Save The Children “más de 280.000 refugiados rohingya necesitan con urgencia asistencia alimentaria, entre ellos 145.000 niños menores de cinco años y más de 50.000 mujeres embarazadas y madres lactantes. Solo uno de cada 14 niños está recibiendo una dieta adecuada y el 12% sufre desnutrición”.

En las últimas semanas, el monzón se ha llevado por delante más de 2.000 casas

La organización pone como ejemplo del infierno que viven los refugiados el caso de Suleiman y Mariam y sus cuatro hijos de entre 8 años y 7 meses. Tienen una alimentación muy básica y apenas pueden hacer una comida al día. “El bebé sufre debilidad y apenas tenemos ropa seca para vestirle”, cuenta su padre.

En las últimas semanas, el monzón ha provocado en el campo de refugiados 3.500 corrimientos de tierra y el viento con la lluvia se ha llevado por delante más de 2.000 casas. La de Suleiman, es de bambú, y no se tiene en pie. “Estamos asustados, no sabemos qué pasará si la casa no aguanta, no sabemos dónde ir”, se lamenta.

Durante esta semana, sólo en el campo de Cox’s Bazar se han reubicado a unas 300 familias en riesgo de sufrir deslizamientos de tierra e inundaciones, según información de Reliefweb. Las organizaciones internacionales trabajan a contrarreloj reparando caminos de acceso, alcantarillas, puentes e infraestructura con atención continua para prepararse para nuevas fuertes lluvias. Que llegarán.