Los gigantes de la industria textil son cada vez más conscientes del efecto que tiene su actividad sobre el medio ambiente. Las primeras conclusiones del informe “Destino Cero: siete años desintoxicando la industria de la moda”, publicado recientemente por Greenpeace, revelan que las 80 empresas de moda que se comprometieron a eliminar sustancias químicas peligrosas de su cadena de producción para el año 2020 han conseguido avanzar de forma significativa hacia ese objetivo. El informe, que se ha hecho coincidir con la temporada de rebajas, realiza por primera vez un seguimiento de los avances de todas las compañías participantes de los sectores de moda, ropa de montaña, lujo y pequeños comercios, así como sus proveedores que, juntos, representan el 15% de la producción mundial de ropa. Un sector estratégico en la lucha contra el cambio climático, ya que es responsable del 8% de las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.
De todos los problemas medioambientales asociados a la cultura de la moda rápida y barata, la ONG hace una alusión especial al impacto que generan las fibras de poliéster, que contaminan ríos y mares incluso cuando todavía forma parte de nuestro vestuario: una sola prenda libera hasta un millón de fibras microplásticos en un solo lavado. El poliéster es el principal motor de la industria textil porque resulta muy barato y fácil de producir y procesar, y además da lugar a prendas que ni se arrugan ni se deforman. Por añadidura, los elevados precios del algodón no han hecho sino acrecentar el uso de estas fibras artificiales.
Once productos peligrosos en vías de extinción
Pero no todo son malas noticias. La organización ecologista ha observado que todas las marcas comprometidas con la campaña Detox han empezado a eliminar los 11 grupos prioritarios de sustancias químicas peligrosas e informan regularmente sobre su presencia en las aguas residuales de las fábricas de sus proveedores. Por otra parte, el 72% de estas empresas está en camino de publicar su lista de proveedores (de segundo y tercer nivel) del proceso húmedo (lavado y teñido), parte del proceso donde se concentra el mayor uso de químicos y por tanto donde mayor contaminación se produce.
“Hemos conseguido un progreso reseñable en la eliminación de químicos peligrosos que contaminan las vías fluviales y el medioambiente. Con el impulso de la campaña Detox, se ha producido un cambio de paradigma en la industria textil, que ahora se hace responsable de toda la cadena de producción y no sólo de sus prendas de ropa”, comenta Bunny McDiarmid, directora ejecutiva de Greenpeace Internacional. En cualquier caso, añade Celia Ojeda, responsable de la campaña en Greenpeace España, “el 85% de la industria textil aún no está haciendo lo suficiente para eliminar los químicos peligrosos y mejorar las condiciones de trabajo en las fábricas y esto es inaceptable. Es hora de que quienes legislan intervengan”.
El reto principal de la industria de la moda es la cantidad de residuos que genera la fast fashion. La moda rápida, al eliminar el concepto de ropa temporada e introducir colecciones nuevas constantemente, ha hecho crecer exponencialmente el consumo de prendas. Desde los 62 millones de toneladas contabilizados en 2017 a los 102 millones de toneladas en 2030; nada menos que un aumento del 63%.
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