Desde que nos levantamos hasta que nos acostamos pasan por nuestras manos innumerables cosas de 'usar y tirar'. La bolsa de la compra, la pajita del batido que te tomas, el vaso de café que pides de camino al trabajo, la botella de agua en la máquina de 'vending', etc. Hasta ahora, todo esto parecía muy normal, pero poco a poco nos hemos ido dando cuenta de que no tiene mucho sentido: no solo se trata de un derroche de producción de recursos limitados, sino que hace un gravísimo daño al medio ambiente. El último gran problema relacionado con los objetos de usar y tirar son precisamente los microplásticos, que no son más que la descomposición de este material en trozos minúsculos en el mar y que, al ser ingeridos por los peces, acaban después en nuestro organismo.
Frente a esto, las empresas de diseño industrial se están devanando los sesos para encontrar alternativas sostenibles que reduzcan el impacto ambiental de objetos que utilizamos en nuestro día a día, y surgen iniciativas, como concursos, para impulsar este tipo de ideas, como el ‘James Dyson Award’. Esta competición acaba de seleccionar a los 20 finalistas, y están a la espera de que se decida el ganador el próximo 15 de noviembre. En España, los ganadores han sido Sofía Cabrera Acero y Audrée d'Anjou, del Istituto Europeo di Design, gracias al rediseño del vaso ‘take-away’ de toda la vida (el que te dan en los restaurantes de comida rápida, por ejemplo), solo que este combina el recipiente, un pajita y una tapa en un diseño para reducir su impacto ambiental en uno solo. Es decir, que si antes teníamos una pajita por un lado, una tapa por otro y el vaso por otro, con ‘SIP!’ todo está hecho de una sola pieza y de un mismo material.
Con esta idea tan simple, sus creadores solucionaron un problema doble: en primer lugar, el que tiene este tipo de vasos en la cadena de reciclaje ya que, al ser todo de un mismo material, no hay necesidad de separar cada parte (tapa, pajita, envoltorio de pajita y vaso); en segundo, el de las pajitas, que al estar fabricadas de un papel cubierto con una capa de polietileno (PE) y no de polipropileno (PP) como las tradicionales, se procesa mejor: “Generalmente las pajitas están hechas de PP que, dependiendo del tipo, son aceptadas en las instalaciones de reciclaje o no. Cuando sí lo son, la mayoría se pierden por el camino debido a su ligero peso y tamaño”, comentan los inventores galardonados.
Otra cuestión relacionada con las pajitas, y que hacen el envase mucho más sostenible, es la reducción de material empleado para las pajitas. “Con este enfoque, también pudimos adaptar la longitud de la pajita al tamaño de vaso, reduciendo así una cantidad generosa de plástico en cada pajita: respectivamente 77%, 81% y 85% para el tamaño de vaso grande, mediano y pequeño”, explican los galardonados.
El único 'pero'
Cuando se pusieron a diseñar el producto y a pensar en el material del vaso, tanto Cabrera como D’Anjou se pusieron, como ellos mismos reconocen, en “el peor de los casos”. Eso significaba que, fuera de lo que fuera, tenía que ser algo disponible en prácticamente todo el mundo. Y así fue como dieron con el PE, el polímero más simple que existe y también uno de los más comunes debido a su bajo precio y simplicidad en su fabricación. Esto garantiza que los vasos ‘SIP!’ pudieran fabricarse en cualquier parte del mundo, pero los diseñadores son conscientes de que no es el mejor material, ni de lejos.
Precisamente por eso, el objetivo es que, si consiguen financiación para desarrollar la iniciativa, puedan ahondar en el asunto de los materiales: “Esto lógicamente incluiría un material reciclable y uno que sirva de abono”, apuntan.
Ideas para un mundo mejor
La propuesta de ‘SIP!’ tiene como fin combatir un problema global: la contaminación masiva de plásticos, especialmente el que al uso de pajitas se refiere. Estos pequeños trozos de plástico cuya vida útil es de apenas unos minutos tardan hasta 500 años en descomponerse (y lo hacen encima mal, en forma de microplásticos).
Según datos de Greenpeace, solo en Europa se consumen anualmente 36.500 millones de pajitas, es decir, que “solo con las se reparten en restaurantes de comida rápida de la Unión Europea en un solo año se podría ir y volver a la luna hasta 10 veces si las pusiéramos en fila”, explican desde la organización ecologista, y añaden que dentro de ese ránquin, España es el que más pajitas usa por habitante y año: 13 millones de pajitas diarias. Una cifra de por sí escandalosa aun no teniendo en cuenta de que, según datos de la patronal del plástico, en nuestro país apenas se recicla el 37% de los envases de plástico.
Ahora, toca esperar a que el día 15 de noviembre se elija al ganador de los ‘James Dyson Awards’ de esta edición. El vaso de los estudiantes españoles, que por haber ganado en España ya ha recibido un premio de 2.200 euros, competirá con otras propuestas enfocadas a mejorar el mundo, como ‘plástico’ hecho de almidón de la patata, unas zapatillas cuya suela es biodegradable y reemplazable si se rompe, o un robot que limpia los lagos con un coste mucho menor de los habituales. El premio para el ganador es goloso: 33.500€.
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