España es el país con mayor número de espacios distinguidos por la UNESCO como Reserva de la Biosfera. Nada menos que 49 rincones de su territorio han obtenido este reconocimiento a la espera de alcanzar el hito del número 50, posiblemente el próximo año.
El nuevo aspirante a formar parte de este club selecto es la comarca de la Siberia extremeña, una zona muy desconocida integrada por once municipios: Castilblanco, Fuenlabrada de los Montes, Garbayuela, Helechosa de los Montes, Herrera del Duque, Puebla de Alcocer, Risco, Sancti-Spiritus, Tamurejo, Villarta de los Montes y Valdecaballeros. Un paraje con más de 40.000 hectáreas de monte de utilidad pública y más del 10% del agua embalsada en España.
“El agua es nuestra principal fuente de riqueza”, explica Gonzalo Romero, gerente del grupo de acción local CEDER La Siberia; “contamos con 1.200 kilómetros de costa de agua dulce y con cinco embalses. Somos una comarca rica en agua, un bien que escasea”.
Allí anidan cerca de 300 especies de aves, de buitres a gorriones. El vuelo de las rapaces, todo un espectáculo, es un reclamo para cientos de turistas. Otro es la caza mayor, y en especial la berrea del ciervo.
¿Por qué la Siberia extremeña?
Hay varias teorías respecto al origen de este sobrenombre de Siberia extremeña, pero la mayoría de los historiadores coinciden en que comenzó a usarse entre finales del siglo XIX y principios del siglo XX, cuando el estado trató de impulsar las infraestructuras de comunicación con nuevas redes de carreteras y ferrocarril. La Siberia original era noticia constante en los medios de la época debido a las deportaciones masivas de ciudadanos rusos -y luego soviéticos- por motivos políticos. También por la puesta en marcha del Transiberiano, el tren que une Moscú con los territorios rusos más orientales. La lejanía de los pueblos de la Siberia extremeña respecto a Badajoz -algunos están a más de 200 kilómetros de la capital de su provincia- terminó de pulir la metáfora.
Poco a poco esta reserva natural está abandonando el anonimato gracias a la política de la región extremeña, así como a las distintas publicaciones periodísticas que resaltan una diversidad envidiable de hábitats y paisajes regados por inmensas masas de agua. El 65% de sus territorios son espacios naturales de la Red Natura 2000 y representan un vergel para los amantes de la naturaleza.
En opinión de Gonzalo Romero, este hito debe "marcar el futuro de la mancomunidad": "Venimos desarrollando desde hace tiempo un plan para la zona. Será un instrumento para impulsar la economía y para la creación de empleo, además de mantener un tesoro ecológico y cultural. Esto también supondrá la conservación de la comarca y poner en valor todos los elementos que aglutina este ecosistema”.
Ventajas de la Reserva de la Biosfera
Formar parte de la Reserva de la Biosfera ofrece innumerables ventajas, pues implica la implantación de la participación pública real, ordenación y planificación territorial, promoción del desarrollo local, integración de la salud de los recursos y la actividad productiva hasta la prosperidad económica.
“Supone hacerse responsable de una marca de calidad", explica Romero. “La UNESCO no impone una serie de directrices legales para seguir formando parte de la Reserva de la Biosfera. Lo único que pretende es fomentar la creación de zona de desarrollo sostenible (agricultura, cultura, tradición…) para buscar oportunidades en el sector del empleo y contribuir al bienestar de planeta. Estamos hablando de un compromiso voluntario que implica diez años de desarrollo”.
Son lugares de aprendizaje del desarrollo sostenible en los que se concilia la conservación de la biodiversidad con el buen uso de los recursos naturales. Se logra que estos elementos se combinen eficazmente y el resultado es un proyecto territorial que produce cohesión social, eficacia en la gestión y mejora de la identidad local, entre otros beneficios. Otro efecto de la red es su capacidad para hacerse oír y obtener respuestas a las necesidades reales de las reservas, en función de su compromiso con un modelo de desarrollo y de gestión del territorio en línea con la sostenibilidad global y los acuerdos internacionales.
Según Romero, en la Siberia extremeña la conservación del entorno ha sido posible gracias a que “todo el mundo se ha volcado en los sucesivos planes que se han venido aplicando, desde las máximas instituciones regionales hasta los ganaderos, pasando por los guardas forestales y todo tipo de asociaciones. También es cierto que nos hemos visto favorecidos por la escasa densidad de población de ocho habitantes por kilómetro cuadrado”.
“Ahora necesitaremos más inversiones o buscaremos inversores”, avanza. “Hay un gran interés por parte de la administración y por los agentes sociales para impulsar el proyecto. Se han firmado protocolos de acción. Tenemos el respaldo de la Diputación de Badajoz, la encargada de liderar el proyecto, y de la Junta de Extremadura. También de la Universidad, porque no olvidemos que la zona es un gran laboratorio, así como de organizaciones agrarias. Y por supuesto del sector turístico”.
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