A principios de noviembre, las delegaciones de 25 estados se reunieron en la isla australiana de Tasmania para votar sobre la creación de un área marina protegida en el océano Antártico. Veintidós países, entre ellos España, votaron a favor del proyecto. Otros tres países -China, Rusia y Noruega- votaron en contra y frenaron una iniciativa que requería unanimidad.
La Antártida y su fauna son reserva protegida, pero el océano que las rodea no. Con este área marina protegida se quiere extender esa condición hasta mucho más allá de la frontera terrestre y alumbrar la mayor zona marítima protegida del planeta. Además de los efectos del cambio climático, el Antártico sufre la lacra de la pesca industrial, que ha encontrado en el kril su tesoro más preciado. El pequeño camarón, muy empleado con fines farmacéuticos, es uno de los alimentos básicos de focas o pingüinos, por lo que la práctica está incidiendo de manera grave en la fauna de uno de los rincones más fríos de la Tierra.
Noruega, que cuenta con un proyecto propio de protección, es también uno de los principales pescadores de la zona; desde 2012 compone -junto a China, Chile y Corea del Sur- un consorcio para la captura sostenible del kril. Su actual gobierno está recibiendo numerosas críticas desde comienzos de año, cuando se saltó las prohibiciones internacionales al autorizar la pesca de 1.278 ballenas, casi un tercio más que en 2017.
Rusia abandonó la pesca de kril en 1993, coincidiendo con la desmembración de la Unión Soviética, pero se ha mantenido firme en su negativa por su interés en otro pescado: la merluza negra. China ahora ha dado marcha atrás, pero había votado a favor de la protección antártica en 2015 porque las cantidades establecidas para la pesca legal encajaban en sus planes. El repunte del precio del aceite elaborado con kril le hizo reconsiderar su postura.
Una oportunidad perdida
Greenpeace considera una buena noticia la cantidad de países de la Comisión del Océano Antártico que votaron a favor y confía en acercar posturas. Incluso Estados Unidos, a la que acusa de “bloquear constantemente” las iniciativas en la zona, esta vez votó a favor. Desde Greenpeace España consideran que se ha perdido “una oportunidad histórica” porque las tres delegaciones discrepantes no negociaron de buena fe. Pilar Marcos, responsable de la campaña Proteger la Antártida, asegura que durante la cumbre “los argumentos científicos sólidos fueron desviados del debate con intervenciones alejadas de la ciencia que se burlaban de cualquier pretensión de deliberación real”.
Marcos acusa a China de incumplir su compromiso de “ser los líderes ambientales y buscar un mundo con un futuro compartido para la humanidad”, y a Rusia de torpedear los acuerdos que la Comisión del Océano Antártico alcanzó bajo su propia presidencia en 2016: “Se acordó proteger el mar de Ross, pero desde entonces Rusia sólo persigue intereses de la pesca industrial mientras impide a la comisión cumplir con su mandato de crear una red de santuarios en el océano”.
Más de dos millones de firmas y una canción
El proyecto de conservación y creación del 'santuario' dio sus primeros grandes pasos en el primer trimestre de 2018, cuando una delegación de Greenpeace viajó hasta allí para recopilar la información necesaria para dar forma al sueño ecologista.
El informe resultante, que detalla las consecuencias de la contaminación, el cambio climático y la pesca masiva, es su principal argumento para reclamar mayor atención para el futuro antártico. A través de la página web de Greenpeace se puede apoyar la creación del proyecto de conservación; ya se han recopilado más de 2,7 millones de firmas.
En la lucha hay varios personajes públicos implicados, entre ellos el vocalista de Radiohead, Thom Yorke, que compuso una canción dedicada a la causa: Hands off the Antarctic (Las manos fuera de la Antártida'); un tema instrumental ilustrado con imágenes recogidas por el barco Arctic Sunrise, propiedad de la organización ecologista, que estudia la zona.
No es la primera vez que el músico británico, reconocido activista por el medio ambiente, se prodiga en materia de derechos humanos y ambientalistas. De hecho, en la década de los noventa era habitual ver a Radiohead en conciertos que clamaban por la libertad del Tíbet. Desde finales del siglo pasado Yorke colabora con la ONG 'Amigos de la Tierra' y ha insistido en sus apariciones públicas en la importancia que la sociedad debe dar al cambio climático y sus efectos. “Hay algunos lugares en este planeta que deben permanecer vírgenes y salvajes, y no ser destruidos por la mano del hombre”, denunció Yorke al presentar su canción de apoyo.
En España, se han sumado a la causa voces como la de Carlos Bardem. El actor, junto a su hermano Javier, se embarcó en el Arctic Sunrise en enero para conocer de primera mano los detalles del santuario. Tras conocerse el resultado de la votación, Bardem se pronunció: “Quedémonos con lo positivo: 22 de 25 países sí apoyaron la propuesta. Hay que levantarse después de los golpes y seguir apoyando esta lucha, es lo que vamos a hacer”, escribió en su cuenta de Twitter.
De momento el santuario, una de las prioridades en la agenda de las organizaciones ecologistas, no se ha conseguido, pero continúa ganando adeptos por el mundo. Es cuestión de tiempo.
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