A principios del año 2000, Paco Ortiz paseaba por un parque de atracciones de Atlanta. Una feria le había llevado hasta allí. En un momento, se detuvo y fijó la mirada en una niña que intentaba patinar sobre una especie de plancha o panel. El empresario sintió en ese momento cómo se le abría una puerta al futuro.
Como buen emprendedor, comenzó a indagar sobre la idea que le rondaba la cabeza: construir una pista de hielo por piezas y montarlas en España. Y en Sevilla, donde tenía su cuartel general. Pero no hielo convencional, sino uno sintético que pudiese aguantar las temperaturas de la península Ibérica. Todo un reto.
El primer paso fue convertirse en distribuidor de pistas de hielo sintético de una empresa canadiense. Una experiencia que dio el resultado contrario al esperado: las pistas construidas por piezas eran de plástico y madera y no estaban preparadas para soportar el salto térmico de Sevilla -donde pueden alcanzarse 40 grados durante el día y sólo 10 por la noche-, con su correspondiente dilatación y condensación de los materiales, lo que hacía inviable el proyecto.
El problema estaba en el compuesto de las piezas. Ortiz propuso a la matriz eliminar la madera, pero los canadienses le respondieron con un ‘no’ rotundo. Decidió entonces iniciar un viaje en solitario, emprender y convertir el problema en una oportunidad de negocio, invirtiendo para mejorar el material.
Ventajas respecto a las pistas convencionales
La apuesta dio sus frutos enseguida y el producto de ‘hielo sintético’ encontró una gran respuesta en el mercado y en el consumidor porque ofrecía muchas ventajas respecto a las convencionales. Para empezar, las pistas se pueden utilizar los 365 días del año, tanto bajo cubierta como al aire libre, sin sufrir deformaciones, ya que sus componentes soportan cualquiera temperatura entre -80 y 100 grados. Y un detalle importantísimo: reducen la emisión de CO2 al funcionar sin electricidad. Tampoco necesitan mantenimiento y proporcionan a los usuarios una experiencia similar a la de una pista convencional.
De un salto, Xtraice pasó de ser una pequeña distribuidora a liderar su sector, con clientes en países tan distintos como Estados Unidos o Rusia, donde el hockey es poco menos que una religión, o Emiratos Árabes Unidos. La facturación se disparó pero también sufrió un peligroso parón en 2011. Se ralentizaron las ventas y fue necesario tomar medidas.
“Fue un momento delicado”, explica a ‘El Independiente’ Adrián Ortiz, hijo del fundador de Xtraice. “El socio de mi padre le comentó que tenían que dar el salto a Estados Unidos para seguir mejorando. Mi padre se negó por su idea conservadora y el socio se marchó. Llegó el momento de dar un cambio radical”, cuenta el que hoy es el máximo responsable de la empresa. “Adquirí la parte de mi padre, diseñé un plan de negocio y comencé a buscar inversores para dotar de mayor robustez al proyecto. Invertimos mucho dinero en I+D y el resultado ha sido espectacular. En apenas siete años hemos pasado de facturar un millón de euros a los 8,5 del último ejercicio con un resultado de EBITDA de 2 millones”, añade.
Para lograr un plástico lubrificado interiormente, la empresa desarrolló una investigación junto a un equipo de la Escuela Superior de Ingenieros Industriales de Sevilla. Polvo de plástico, líquido deslizante y diferentes aditivos. Como siempre, el secreto se encuentra en las cantidades. El objetivo fue que el hielo ecológico se pareciese cada vez más al tradicional para aumentar la competitividad en varios ámbitos.
Premios a la sostenibilidad
Xtraice ha crecido con este nuevo impulso generacional. Su producto se puede encontrar en casi 100 países de los 5 continentes. Entre sus clientes destacan Disney o Detroit Red Wings. el equipo de la National Hockey League que más veces ha conquistado la mítica Stanley Cup. Sus pistas han contado con la aprobación de importantes deportistas como Surya Bonaly, patinadora artística sobre hielo, campeona mundial y olímpica. También han cosechado galardones nacionales e internacionales: el Primer Premio concedido por la International Association of Amusement and Attractions (IAAPA) en la feria del ocio más importante del mundo; el GAIA Awards, que distingue a nivel internacional a empresas del sector de la construcción cuyos productos y servicios demuestran una notable reducción de la contaminación; el Miami Dade Country Keys o el Premio DHL a la Exportación más sostenible.
Mientras la cabecera española fija su mercado en hoteles, centros comerciales, plazas… la filial que han abierto en Estados Unidos está centrada en el montaje de pistas en domicilios particulares, para la que existe una gran demanda. “Hemos crecido mucho y tenemos 70 trabajadores en plantilla mientras las empresas de la competencia tienen tres o cuatro”, comenta Adrián Ortiz; “todo se construye en España. Hacemos el ensamblaje y el montaje. Hemos logrado un producto que no necesita mantenimiento y que dura veinte años”.
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