Aunque se va abriendo hueco en los medios de comunicación, la agricultura orgánica es un concepto desconocido para gran parte de la población. Se trata de un sistema de producción que intenta utilizar al máximo los recursos de la tierra o parcela, que da énfasis a la fertilidad del suelo y la actividad biológica, minimiza el uso de los recursos no renovables y no utiliza fertilizantes ni plaguicidas sintéticos.
En definitiva, un modelo que busca los productos más saludables para el consumo humano con una certificación, por lo que existen unos requisitos: el período de transición de la finca (generalmente de dos a tres años), la selección de semillas y materiales vegetales, el método de mejora de las plantas, mantenimiento de la fertilidad del suelo, reciclaje de materias orgánicas, método de labranza… Con respecto a la producción de animales, normalmente hay requisitos sobre la sanidad, su alimentación, reproducción, condiciones de vida, transporte, procedimientos para sacrificarlos…
Según María Dolores Raigón, presidenta de la Sociedad Española de Agricultura Ecológica, esta práctica “recupera la cultura agrícola y fundamenta sus principios en la importancia del conocimiento de los procesos naturales, las variedades y razas apropiadas a las condiciones de cada zona, los ciclos de cultivo determinados por el clima y el suelo y el aprovechamiento íntegro y sostenido de los procesos naturales. Esto no significa abandonar los modernos conocimientos técnicos, sino basarse en ellos para comprender mejor la razón de ser de las técnicas tradicionales”.
Para Raigón, “el principal objetivo, y por tanto diferencia, con la agricultura tradicional es la eliminación de productos fitosanitarios y abonos químicos. De este principio se deducen el resto de diferencias entre las dos prácticas agrícolas, ya que al eliminar los productos, que disminuyen la microfauna del suelo, la biomasa edáfica es capaz de producir, a partir de elementos naturales (como la materia orgánica, restos vegetales o animales) los nutrientes necesarios para su sostén y el del cultivo existente, sin necesidad de la aplicación exterior de productos químicos”.
España, primera en superficie... y octava en consumo
España no es ajena a este cambio estructural mundial en la búsqueda de las mejoras para la salud ya que ha crecido el interés de los ciudadanos por los alimentos de producción y agricultura ecológica. Este auge se cuantifica en el crecimiento de la superficie dedicada a esta forma de cultivos, que en el último lustro ha aumentado un 14,9%. En 2016, España superó por primera vez en la historia la cifra de dos millones de hectáreas: en concreto, 2.018.802 hectáreas, un 8,5% más que en 2015. De hecho, ningún otro estado europeo dedica tanta superficie a cultivos ecológicos, según los datos publicados de Eurostat (Oficina Europea de Estadística) recogidos también en el informe ‘The World of Organic Agriculture’.
Según este trabajo, la superficie agrícola dedicada a producción ecológica alcanzó los 57,8 millones de hectáreas, con la implicación de 2,7 millones de productores. En 1999, cuando se publicó el primero de estos informes de FiBL e IFOAM, apenas se dedicaban a la agricultura ecológica 11 millones de hectáreas y el sector tenía poco más de 200.000 productores en todo el mundo.
Tomando ya como referencia las cifras económicas desglosadas en el nuevo balance mundial del sector en 2016, los productos ecológicos generaron comercio por valor de 89.700 millones de dólares (más de 80.000 millones de euros), frente a los 17.900 millones de dólares contabilizados en el año 2000. La zona geográfica con más superficie agrícola con producción ecológica reconocida es Oceanía, con 27,3 millones hectáreas, seguida de Europa (13,5). Por países, el líder es Australia (con la mayoría de estas tierras dedicadas al pastoreo), seguida muy de lejos por Argentina, China, Estados Unidos y, en quinta posición, España. En cuanto al consumo, los países europeos en los que se disfrutan más productos ecológicos son Alemania, Francia y Reino Unido, con España en octava posición. En cifras ‘per capita’, eso sí, los líderes son Luxemburgo y Dinamarca.
Frutas y vegetales, los preferidos
En el caso de España, en 2017 el consumo de productos ecológicos aumentó un 14% frente al 2% de los convencionales, según se destaca en el informe ‘Mitos y realidades sobre el consumo de productos ecológicos’, realizado por Kantar Worldpanel y la Fundació Catalunya La Pedrera. El estudio Agricultura Ecológica Estadísticas 2016, publicado por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente (MAPAMA), enumera los productos ecológicos preferidos por los españoles:
- Fruta. El 63% de los compradores adquiere frutas ecológicas cultivadas de manera tradicional. Valoran sus propiedades nutritivas por ser cultivadas sin utilizar sustancias químicas.
- Vegetales. Cebolla, tomate, acelgas… el 62% escoge estos productos, ya sea como planto principal o para acompañarlo.
- Huevo. Los huevos ecológicos tienen como característica principal que las gallinas pueden moverse por corrales al aire libre pero, a diferencia de los huevos camperos, las gallinas consumen pienso procedente de agricultura ecológica.
- Pan, pastas y cereales. Galletas, harinas para cocinar o panes son la cuarta preferencia de los compradores: el 39% los consume al menos una vez a la semana.
- Aceites y vinagres. El 38% de los españoles que compra productos ecológicos opta por variedades como el vinagre de manzana, el balsámico o el de vino blanco.
Te puede interesar
Lo más visto
- 1 El primer gran 'servicio' al PSOE de David Broncano
- 2 Alcampo prevé una Navidad con más consumo tras la inflación
- 3 Entrevista a Koldo: "Aldama me pidió una foto con el presidente"
- 4 El inspector jefe de los 20 millones se reunía al lado de la Jefatura
- 5 El 'Aldamazo': El 'caso Koldo' coge vuelo y alcanza a Montero, Ribera y Cerdán
- 6 La OCU avisa, evita estos supermercados para comprar carne
- 7 Cena de Delcy con sorpresa... y la sorpresa era Pedro Sánchez
- 8 El policía de la droga guardaba dinero bajo la caseta del perro
- 9 ¿Adios a Android y Chrome? EEUU pone a Google en el filo