A medida que se acerca el verano y el calor comienza a mostrarse en su versión más agresiva, el campo va mudando poco a poco el color verdoso por un amarillo apagado. Ese es también el aviso de que el riesgo de incendio sube de manera notable. Cada pueblo, cada aldea y cada retén quedan muy pendientes de no encontrarse con un signo inequívoco en forma de columna de humo sobre el cielo.
Las instituciones diseñan numerosas campañas para paliar una de las lacras que más modifican el medio ambiente. Cada año, el gobierno nacional y los regionales invierten cantidades ingentes de dinero para concienciar a la población. Los bosques, los principales pulmones de la Tierra, se encuentran amenazados y hay que prevenir su conservación, aunque este tipo de llamadas a la población no surtan siempre el efecto deseado. En todo caso, la mano del hombre es sólo uno de los factores desencadenantes, como el calor o el viento.
En los últimos días de 2018, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación facilitó el número de incendios forestales registrados hasta el 30 de noviembre: 6.874. Una buena noticia puesta en contexto, pues significa que los siniestros bajaron un 49,11 % respecto al año anterior. La superficie quemada se redujo aún más, un 86,73% (23.683 hectáreas afectadas frente a las 178.602 de 2017). Son las cifras más bajas de la última década.
Estos datos provisionales reflejan una caída en todas las comparativas. El número de grandes incendios (aquellos con más de 500 hectáreas quemadas) pasó de 55 en 2017 a tres en 2018; concretamente en Santa Coloma de Curueño (León), Nerva (Huelva) y en Llutxent (Valencia). La cifra de siniestros con categoría de incendio fue de 1.850 en frente a los 5.096 del año previo (es decir, un 63,69% menos) y se declararon 5.024 conatos (menos de una hectárea arrasada) frente a los 8.413 de 2017.
Aunqu es felicitarse por la reducción en el número de incendios es más que razonable... ¿es más realista decir que estamos ante un 50% menos o ante 6.000 siniestros más? Desde Greenpeace celebran estos números, pero advierten de que el calentamiento global no entiende de estadísticas y continúa implacable. “Los buenos datos de 2018 no pueden llevar a la autocomplacencia y a la inacción”, explica Mónica Parrilla, responsable de la campaña de Incendios Forestales de la asociación. “Los problemas estructurales de nuestros bosques siguen sin abordarse y esto supone dejarlo todo al azar. Lo que ha ocurrido en Mati (Grecia) o California (Estados Unidos) puede pasar también en España”. En su opinión, muchas zonas de España son un polvorín.
Pese a estas reducciones drásticas, las pérdidas siguen siendo cuantiosas en lo económico y muy dañinas para el medio ambiente. El tipo de terreno más afectado sigue siendo el del matorral y monte abierto, del que se han quemado 15.636 hectáreas este año, muy lejos de los datos de 2017 con 100.852. Los incendios provocaron daños en 4.572 hectáreas de vegetación leñosa con superficie arbolada -en 2017 fueron 66.068- y en 3.474 hectáreas de pastos y dehesas -frente a 11.682-. El número de incendios forestales ha bajado un 45,18% si se establece una comparativa con la media del último decenio, y un 76,12% en cuanto al número de hectáreas afectadas.
Apoyo a las comunidades autónomas
Para apoyar a las comunidades autónomas en la extinción, el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación puso este pasado verano su disposición herramientas cualificadas e inversión en mano de obra: 18 aviones anfibios de gran capacidad, 6 aviones de capacidad media, 10 aviones de carga en tierra, 8 helicópteros bombarderos de gran capacidad y 19 helicópteros de 1.200 litros. Asimismo se han habilitado 10 Brigadas de Refuerzo contra Incendios Forestales (BRIF), 4 aviones de coordinación y observación (ACO), 7 unidades móviles de análisis y planificación (UMAP) y 40 drones (RPAS).
España también ha contribuido con Portugal mediante tres aviones anfibios de gran capacidad para participar en la extinción del grave incendio forestal que se declaró en el Concelho de Monchique, en el Distrito de Faro, de infausto recuerdo.
El Ministerio también ha anunciado que España participará en la propuesta resCU de la Comisión Europea, basada en la creación de una reserva comunitaria de capacidades de protección civil. Contará, entre otros elementos, con aviones de extinción en incendios forestales con el fin de ayudar a los estados miembros a hacer frente a las catástrofes si las capacidades nacionales se vieran desbordadas.
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