Hay preguntas que admiten varias respuestas. ¿Está cumpliendo la Unión Europea con su compromiso de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero? Se puede sostener que sí, puesto que ha logrado hacerlo en un 21,9% respecto a los niveles de 1990, cuando los objetivos estaban fijados en un 20% para 2020 y un 40% para 2030. Por tanto… ¿está cumpliendo la Unión Europea con su compromiso de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero? No tanto si esos datos se matizan con otros y se coloca la lupa sobre la palabra ‘compromiso’ del enunciado. Aunque el corto plazo es positivo, en los próximos diez años la Unión Europea tendrá serios problemas para mantenerse en unos niveles admisibles.
El primer indicador rojo son las cifras de 2017, año en que las emisiones no sólo no descendieron sino que aumentaron un 0,6%. Una subida tan leve no hace peligrar el balance positivo planteado para 2020, pero es más preocupante si el horizonte se alarga una década. La Agencia Europea de Medio Ambiente avisa de que es fundamental separar estas emisiones del crecimiento económico e instan a los estados a planificar mejor y aplicar ya medidas ambiciosas para cumplir con los mencionados compromisos y los del Acuerdo de París; intensificar, y de manera urgente, las medidas para acercarse a ese planteamiento. El paso atrás debe servir como aviso.
El aumento de emisiones experimentado en los últimos años se debe principalmente al transporte por carretera y al consumo de petróleo y sus derivados, lo que pone de relieve la necesidad de apostar por la movilidad sostenible y tomar medidas orientadas a reducir las emisiones en los transportes terrestres, ya sean de personas o de mercancías. En el otro extremo, colaboraron a reducir las emisiones sectores como el energético, gracias sobre todo a su capacidad para reducir la cuota de carbón en la producción de electricidad.
El impacto de la sequía
En España las cifras son más preocupantes. Las emisiones aumentaron un 4,4% entre 2016 y 2017, el mayor incremento interanual de la última década. La sequía restó relevancia a las centrales hidráulicas y las principales fuentes de energía fueron el carbón y el gas, que aumentaron un 18,8%. La debilidad de España para luchar contra estas emisiones de gases nocivos para la atmósfera radica precisamente en la dependencia de los hidrocarburos.
El aumento español no es un caso aislado; de hecho, más de la mitad de los estados miembros de la Unión Europea están en la misma situación, con Polonia y Francia, además de España, a la cabeza de los aumentos. Los mayores descensos se lograron en Dinamarca, Finlandia y Reino Unido.
Los países del G20 son los principales causantes de estas emisiones, y también los principales destinatarios de las reclamaciones ecologistas. “Quienes participan de la cumbre del G20 son responsables de más del 75% de las emisiones de gases de efecto invernadero del mundo. Sin embargo, en vez de utilizar el espacio para combatir el principal desafío que enfrentará la humanidad en este siglo, prefieren mirar para otro lado y dejar lugar a los combustibles fósiles”, señala Mauro Fernández, coordinador de la campaña de Clima y de Energía de Greenpeace. La organización ecologista acostumbra a criticar con dureza la poca efectividad y compromiso de las medidas tomadas en este ámbito.
Al ritmo actual, en 2030 se logrará sólo reducir en un 30% respecto a los niveles de 1990; sólo seis países de la UE esperan alcanzar los niveles pactados. Desde las diferentes organizaciones en defensa del medio ambienten insisten en la necesidad de apostar por el uso de energías renovables en detrimento de los combustibles fósiles.
Según un informe publicado por el Panel Intergubernamental en Cambio Climático (IPCC), elaborado por los máximos especialistas en clima de Naciones Unidas, para prevenir catástrofes climatológicas es necesario llegar a cero emisiones en el año 2050. Para lograrlo, el camino es reducir el uso del carbón, el petróleo y el gas de forma urgente. “Los planes actuales se están quedando cortos para hacer frente a los impactos catastróficos del cambio climático”, comentan con rotundidad desde Greenpeace.
Medidas para coches y edificios
En esta línea el ejecutivo de Pedro Sánchez planteó la prohibición de matricular vehículos que emitan CO2 en el año 2040, una medida pensada para acelerar los pasos y reducir las emisiones lo antes posible. También se han promovido medidas para mejorar la eficiencia energética de los edificios renovando los actuales y construyendo los nuevos con mayor índice de ahorro y consumo, y con menor dependencia de materias tan agresivas como el carbón.
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