Dinamarca goza de la consideración de país ecológico, y quiere seguir en esa senda. Su gobierno ha reforzado su apuesta por la llamada valorización energética o, lo que es lo mismo, convertir los residuos de imposible reciclado en energía, a través de plantas de nueva generación que utilizan estas basuras no aprovechables como una suerte de carburante. El país escandinavo, un referente en sostenibilidad, reafirma así su línea de actuación ‘waste to energy’ (convertir basura en energía).
Su última gran apuesta se llama Amager Bakke, una especie de parque temático en mitad de la ciudad vinculado a la nieve para uso y disfrute de los habitantes de la capital, Copenhague. La mega instalación para la práctica del esquí cuenta con una superficie de unos 9.000 metros cuadrados y un trazado de 500 metros de longitud cuya superficie es de Neveplast, un material sintético fabricado por la empresa italiana del mismo nombre y usado por decenas de instalaciones de esquí y snowparks secos. Esta pista artificial se divide en tramos enlazados. Así, el esquiador empieza descendiendo por una pendiente de dificultad clasificada como negra y en el primer giro se convierte en azul. Los restantes 100 metros de descenso son de clasificación verde, para uso y disfrute de los debutantes.
Dicho todo esto, ¿dónde está la peculiaridad de Amager Bakke? En sus tripas. El Gobierno danés ‘esconde’ bajo esta especie de parque temático dedicado al deporte de invierno una planta de valorización energética. París, Viena o Montecarlo también tienen plantas de este tipo,que reciben una dura oposición desde la mayor parte de los ecologistas, aunque no de todos, ya que tienen su lado positivo: se han convertido en una alternativa al descomunal crecimiento de los vertederos.
Este nuevo proyecto danés tiene capacidad para unas 435.000 toneladas anuales de residuos no reciclables. Actualmente es el país de la Unión Europea que más residuos genera (789 kilos per capita anuales) y tiene una tasa de reciclaje del 46% de sus residuos, según los datos oficiales de Eurostat. Cuando son tratados en la planta, esta produce energía que puede aprovecharse para las calefacciones de Copenhague; lo que, a su vez, reduce emisiones en época de frío.
Dinamarca, como otros países del norte de Europa -Alemania, Francia, Austria y los escandinavos-, ha hecho de la valorización energética un modelo para poner coto a los vertederos. De hecho, Dinamarca importa residuos (carburante, de facto) de países como el Reino Unido, que no tienen plantas suficientes y que tampoco quieren abrir más vertederos en su territorio. Dinamarca cobra a Londres por ello, y posteriormente genera energía con el tratamiento en la planta. Es decir, doble rendimiento. Esta tecnología aporta un 5% de la electricidad del país escandinavo y un 20% de la calefacción que éste produce.
Fórmula mixta: recreo y reciclaje
Como todos los sectores de la sociedad danesas no respaldan estas plantas, los responsables políticos, de acuerdo con los expertos, se han decantado por esta fórmula mixta del recreo con el fin de hacer ver a los ciudadanos que además de reciclar hay una oferta deportiva o festiva. De hecho, para subir a lo alto de la pista, se ha diseñado un ascensor panorámico que mientras sube permite ver cómo se realiza el tratamiento de valorización con los residuos. En definitiva, la gestión de residuos del gobierno danés se ha hecho en la minimización del impacto ambiental.
Este enclave deportivo estará en funcionamiento todos los días de la semana y ha sido diseñado con todo tipo de detalles. De hecho, a lo largo de la pista se han plantado árboles para dar una mayor sensación de montaña y para poder esquiar entre ellos en algún tramo. También hay una parte de la pista con trazado de competición con palos y cronometrada. Se podrá esquiar y practicar snowboard también por la noche. La electricidad de la iluminación provendrá de energía verde transformada en la propia planta.
Mientras Dinamarca apuesta por el uso de estas plantas, otros países, como España, se están desentendiendo por completo de su promoción desde que fueron retiradas las ayudas de la Unión Europea procedentes de los Fondos Estructurales. Casos como los de Valdemingómez (Madrid) o Son Reus (Mallorca) lo confirman. Mientras tanto, los vertederos crecen y el plástico inunda el territorio y el mar.
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