En torno a unas cervezas, Jordi Rivera compartió sus inquietudes de futuro con unos amigos. Como cualquier grupo de jóvenes emprendedores, los deseos y los sueños se iban mezclando. En esas, la conversación tomó uno de los derroteros habituales en conversaciones así: ¿qué harías si te toca la lotería? La pregunta fue tópica, pero la respuesta de Jordi no: “Montaría… una heladería”. Nunca llegó a celebrar el ansiado premio, pero no renunció a su sueño. En 2010, tiró de ahorros y recurrió a un préstamo para cubrir la inversión necesaria y abrir las dos primeras tiendas en Barcelona con el sello del Consell Català de Producción Agrària Ecològica junto al maestro heladero Francisco García. Las heladerías Bodevici eran una realidad.
La apuesta de Jordi Rivera por un producto respetuoso con el medio ambiente encontró una buena acogida entre el público. El hecho de sólo usar productos certificados con el sello ecológico (leche, fruta, azúcar integral de caña...), sin pesticidas o fertilizantes químicos, fue determinante para calar en una sociedad cada vez más comprometida con el cambio climático y con la consumición de productos diferentes. "Elaboramos helados ecológicos para todo el mundo y de todos los gustos. Todos los helados son sin gluten; tenemos sin azúcar o sin leche, apropiados para gente con intolerancia a la lactosa o a la leche de vaca o de cabra. Queremos llegar a todos", explica Rivera. Una de las particularidades destacadas por los clientes es que estos helados no dan sed. “No utilizamos grasas vegetales, que cubren toda la lengua y tapan el poro, que es lo que produce una sensación de sed. Tampoco saborizantes artificiales, que saturan las papilas gustativas”, añadió. Otra de las ventajas de sus helados ecológicos es que son más ligeros y no dejan una sensación de pesadez después de comerlos. Esto se debe a que llevan un poco menos de azúcar.
Un paso más en Europa
El proyecto ha sido un éxito y su fundador ha querido dar un paso más para elaborar un producto mucho más comprometido con el medio ambiente. Para ello puso en marcha la campaña de crowdfunding #zerowaste, con el objetivo de crear la primera heladería sin residuos de Europa. Con estos euros que ha logrado en apenas un par de meses, implantará un sistema de lavado ecológico completo para higienizar, lavar y secar todos los envases reutilizables en los que se servirán sus helados. Además, contarán máquinas y utensilios para fabricar sus propios envases cien por cien comestibles.
Dichos envases reutilizables y utensilios necesarios (cubetas de acero inoxidable para expositor de los helados; botellas de cristal para las horchatas; y las ‘kombuchas’ y demás envases de bambú, de cerámica para cubrir todas las posibilidades) están elegidos para ofrecer el mejor servicio a los clientes cumpliendo los objetivos marcados: transformar la manera de fabricar y vender sus helados ecológicos sin generar residuos. El plan de actuación está claro y pasa por eliminar todo tipo de residuos a la hora de elaborar y comercializar los helados, granizados y horchatas cien por cien ecológicos. También se destinará parte de la inversión en la fabricación y diseño de los envases comestibles
La filosofía de Bodevici es construir algo más que una heladería y su mentor pretende adquirir un compromiso vital con el entorno, con el medio ambiente, con los consumidores y con el planeta. Sus productos se adaptan a las necesidades del consumidor; y en estas heladerías se podrán encontrar helados para veganos, elaborados con leche vegetal, pero también sin gluten, sin lactosa o sin azúcar. Apuestan por los productos de proximidad o de comercio justo, y utilizan alimentos respetuosos con la naturaleza y el bienestar animal. Ahora pretenden que esa vocación por lo saludable se expanda y que cualquiera pueda formar parte de ello bajo el lema ‘Vuelven los valores de nuestras abuelas’.
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