Cuando se acerca el verano e, incluso antes con motivo de los vaivenes estacionales que ha dejado el final de este invierno en España, es más común pulsar el interruptor que activa el funcionamiento del aire acondicionado, tanto en los hogares como en las empresas. Esa búsqueda del confort conlleva un consumo eléctrico que ha disparado los registros. Además, cada kilowatio hora de energía consumido supone la emisión a la atmósfera de más de 400 gramos de dióxido de carbono, de ahí que sea necesario buscar alternativas, rudimentarias o de última generación.
El objetivo de la denominada refrigeración ecológica es evitar las emisiones de gases invernadero. Se trata de un sistema de refrigeración natural diseñado para enfriar el agua de manera sostenible, a la vez que sirve como decoración. El costo de implantación es menor en comparación con todos los sistemas tradicionales de enfriamiento y no precisa de compresores ni de refrigerantes químicos. Su funcionamiento es sencillo: se implementan sistemas de menor consumo, como ventiladores en las estancias, o directamente se aprovecha la edificación con la mayor cantidad de plantas, fuentes de agua… El sistema se basa directamente en la necesidad del usuario y, con los medios que brinda la naturaleza, se explota de tal forma que podamos climatizar y lograr un ambiente fresco con el mayor alcance posible.
La refrigeración ecológica no genera emisiones de gases de efecto invernadero ni resulta contaminante. Al tratarse de un refrigerador solar, no precisa baterías y por tanto está libre de esos gases nocivos. El costo de operación es mucho menor que los sistemas tradicionales de enfriamiento y se puede ahorrar hasta un 75% de energía eléctrica. A diferencia del aire acondicionado, introduce el cien por cien del aire del exterior, por lo que las ventanas y puertas pueden mantenerse abiertas. Mantiene un nivel adecuado de humedad y elimina humos, olores y aire vaciado. Mejora el rendimiento cuando más calor hace en el exterior y el coste de funcionamiento es reducido.
Diversos tipos
Existen varios tipos de refrigeración ecológica, adaptables en función de las necesidades del usuario y del tipo de vivienda, que van desde la refrigeración ecológica solar hasta la bioclimatizada o pasando por la de absorción.
- El frío solar garantiza un ahorro de hasta un 70% de la energía, al reducir el consumo de electricidad y utilizar energías limpias. En la actualidad, más del 25 % del consumo energético esta destinado para climatizar edificios, bien para calentarlos o enfriarlos. La energía solar es una solución para esto último. El método no está muy expandido y la mayoría de las empresas que recurren a él están en Alemania. En España se están desarrollando varios proyectos desde el año 2001 para promoverla como una alternativa limpia a los sistemas tradicionales.
- Con la refrigeración por absorción es posible generar aire fresco a partir de calor obtenido de colectores solares, muy similares a los que proveen de agua caliente a muchos hogares. La energía solar que es captada a través de dichos colectores tiene la posibilidad de calentar el agua a temperaturas que oscilan entre los 80 y 150 grados centígrados. La máquina de absorción realiza posteriormente un ciclo de comprensión termoquímica y produce el agua fría necesaria para la climatización. Este proceso de compresión en estado líquido tiene muy bajo consumo eléctrico.
- Por último, la refrigeración bioclimatizada es una de las más novedosas y sencillas, ya que está basada en su totalidad a la arquitectura bioclimatica. Las conocidas como ‘casas pasivas’ tratan de aprovechar al máximo las formas y los componentes del edificio o arquitectura y por otro lado las condiciones naturales que las rodean. Así logran confort con una mínima (en muchos casos nula) cantidad de energía activa. Las protecciones solares evitan que las estancias se caldeen hasta el punto de necesitar climatización.
Tampoco podemos olvidar los clásicos ventiladores. Gracias al movimiento de sus aspas, generan un gran movimiento de aire y es posible bajar las temperaturas entre 2 y 3 grados sin modificar en ningún momento la humedad existente del medio ambiente. Su gasto energético es muy inferior al de un equipo de aire acondicionado común. Son mucho más efectivos si se instalan en el techo, pues evitan así que el aire se estratifique.
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