Más que una reunión de economistas parecía una terapia de grupo. Apenas 48 horas después de las elecciones estadounidenses, los expertos mundiales en Geopolítica reunidos en Barcelona en el IESE Global Alumni Reunion aún no se habían repuesto al shock de la elección de Donald Trump. El aforo de 2.500 ejecutivos que escuchaba sus consejos sobre estrategia empresarial, tampoco.
Buscando respuestas entre tanta incertidumbre hablamos con Pankaj Ghemawat, uno de los mayores expertos del mundo en Globalización. El titular de la Cátedra de Estrategia del IESE, doctor en Economía por Harvard, no oculta su preocupación por cómo puede cambiar el mundo en la era Trump. Tras más de 25 años asesorando a empresas y directivos a afrontar las oportunidades y retos internacionales, ahora les advierte de que deben prepararse para el momento más incierto desde los años 30.
Pregunta. ¿Puede la creciente ola de proteccionismo colapsar la globalización?
Respuesta. Miremos lo que pasó entre los años 20 y los años 40 del siglo pasado. Es un buen ejemplo de que la globalización puede colapsar. No me convence el argumento de que ahora el mundo es digital y que eso por sí mismo nos salvará. También en los años 30 las llamadas transatlánticas acababan de inventarse y eso no paró el proteccionismo. Gran parte de la esperanza de que las cosas van a ir bien se basan en nociones exageradas de los beneficios de la digitalización.
P. ¿Tanto se le parece la época actual a los años 30?
R. Geoffrey Jones, uno de los mayores expertos del mundo en negocios internacionales, hizo en un simposio en junio en Nueva Orleans una comparación que preocupó a muchos de los asistentes por las similitudes de la actualidad con los años 30: los altos niveles de desigualdad y mucha xenofobia. A mí no me pareció tan preocupante, porque aunque el contexto actual pueda guardar similitudes, la economía mundial no se habría visto tan afectada entonces si el Congreso de EEUU no hubiera hecho algo tan sumamente estúpido como decretar la Ley de Aranceles de 1930 [destinada a proteger a los agricultores y trabajadores de EEUU contra la competencia foránea]. En dos o tres años la economía internacional implosionó como consecuencia de aquello. Lo que yo no imaginaba en junio es que pudiéramos llegar a tener a alguien en el Gobierno de EEUU capaz de volver a hacer algo tan estúpido como aquello. Y ahora sí que estoy preocupado.
P.¿Puede Donald Trump colapsar el comercio internacional? ¿Es el nuevo presidente de EEUU la mayor amenaza a la globalización?
R. Sí. Una cosa es que el nuevo presidente de EEUU cargue contra los mexicanos, que están en una situación mucho más débil. Pero si cumple su amenaza de imponer tasas al comercio con China eso provocaría una fuerte reacción. Es el escenario más probable ahora mismo y esto supone un alto riesgo al comercio mundial. Hay una lista de seis países con los que EEUU tiene mayor déficit comercial: China, México, Canadá, Alemania, Corea del Sur y Japón. A todos ellos los ha amenazado durante la campaña de un modo u otro. Si estás en esta lista, debes prestar mucha atención.
P. Pero China es uno de los mayores acreedores de deuda pública estadounidense. No sería un movimiento muy hábil por su parte en términos estrictamente económicos.
R. Eso es como decir que la Guerra Mundial no pasaría porque económicamente no tenía sentido. ¿Cómo iban Alemania e Inglaterra a enfrentarse teniendo tantos intereses compartidos? Si el mundo avanzara en función a la racionalidad económica, la Historia sería mucho más lineal de lo que ha sido. Considerar que los políticos puedan hacer algo realmente estúpido, especialmente en el contexto actual, no me parece imposible.
Considerar que los políticos puedan hacer algo realmente estúpido, especialmente en el contexto actual, no me parece imposible"
P. ¿Está Donald Trump en la Casa Blanca por el miedo a la globalización?
R. Fomentar un comercio global sin establecer redes de protección necesarias ha enfadado a la gente. Los estados donde ganó Trump, como Wisconsin, Michigan, Ohio y Minessota, que tradicionalmente eran demócratas, son lugares que han sufrido mucho la desindustrialización. Pero ese no es el único factor ni mucho menos. Hay que poner en contexto la reacción racista que ha habido en algunas zonas del interior contra Barack Obama. Cuando ganó, hubo una gran parte del país que no se podía creer que una persona negra pudiera ser su presidente. Y si a esto le sumamos la perspectiva de que su sustituta fuera una mujer, hay quien no se lo tomó nada bien. Y Donald Trump era el único que prometía un gran cambio contra el statu quo.
P. Su victoria ha provocado unos niveles de incertidumbre sin precedentes...
R. Claro, porque nadie sabe qué va a hacer Trump. A él le gusta decir que mantiene el suspense, pero yo creo que lo que sucede es que no tiene ni idea de qué va a hacer después. Su análisis se basa básicamente en lo último que vio en la televisión. He hablado estos días con muchos colegas que dicen que el presidente de EEUU no tiene autoridad ejecutiva sobre el comercio mundial, que eso depende del Congreso. Pero estamos ante alguien que claramente no tiene respeto por los límites del cargo. Así que, si se empeña en estropear las cosas, sin duda puede hacer un buen trabajo.
P. ¿Cree que la ola proteccionista puede extenderse por Europa?
Cuando las cosas van mal, aumenta el proteccionismo y la xenofobia, porque el impulso humano es echarle las culpas a los demás"
R. Es lo siguiente que me preocupa. El Brexit no me preocupaba demasiado, Gran Bretaña es el 4% del PIB mundial. Su impacto es limitado, salvo que llevara a la ruptura de la Unión Europea, entonces sí tendríamos una tragedia global. Marine Le Pen me parece la siguiente amenaza más obvia. Y el Frente Nacional está mucho mejor organizado que los independentistas británicos. Angela Merkel también está muy debilitada y la extrema derecha gana poder en Alemania. Cuando las cosas van mal, aumenta el proteccionismo y la xenofobia, porque el impulso humano siempre es echarle las culpas a los demás. Y los demás normalmente son la gente que no se parece a mí. Toquemos madera, pero en estos momentos España es uno de los pocos países donde esto no está pasando.
P. Al lado de Trump, ¿el miedo que antes tenían los mercados a Podemos ahora parece cosa de niños?
R. Por más que no me guste su política económica, ellos no tienen nada que ver con este movimiento xenófobo. España, por la razón que sea, y dado que vivo aquí es algo que me alegra particularmente, no ha visto estallar la ola de extrema derecha que alimenta el racismo en otros países, como en Alemania, Francia, Grecia, Polonia, Hungría, Rumanía… La lista es larga. Es una situación muy preocupante.
P. La globalización ha provocado la ira de mucha gente que ha perdido sus trabajos y un peligroso aumento de las desigualdades. ¿Por qué cree usted que más globalización sería la solución?
Gran parte de la ira en Reino Unido y EEUU viene provocada porque durante mucho tiempo no han invertido nada en servicios públicos"
R. No estoy de acuerdo en que más globalización conduzca a más desigualdad. Esto depende de las políticas locales que se tomen. Tiene más que ver con lo que los políticos han hecho y dejado de hacer en sus países. El problema es la globalización sin redes de seguridad, sin políticas que garanticen un salario mínimo y una cobertura social a aquéllos cuyos sectores se ven más afectados, que ayude a reinsertarse en otros sectores a quienes pierdan su empleo porque ya no son competitivos. Y esto ha sido muy débil en Reino Unido y EEUU desde los 80. Gran parte de la ira viene provocada porque durante mucho tiempo no han invertido nada en servicios públicos. La gente se queja de los inmigrantes porque la lista de espera para vivienda pública y para sanidad es muy larga. Pero en vez de echarle la culpa a la inmigración, habría que pedirle responsabilidades a los gobiernos que durante décadas no se han preocupado de mejorar servicios públicos.
P. ¿Y quién debería pagar por esas redes de seguridad? ¿Los gobiernos subiendo impuestos o las empresas que están beneficiándose gracias a las ventajas de un mayor comercio mundial?
R. En última instancia los gobiernos siempre recaudan el dinero de alguien. Y éste es el precio por la estabilidad social. Cualquiera que tenga un interés en la estabilidad global debería tomarse en serio esta cobertura.
P. En su libro The Laws of Globalisation (Las leyes de la Globalización) dice que el rechazo a la globalización viene de que muchos de sus riesgos se están exagerando.
El miedo a la globalización viene de sobreestimar sus riesgos; hay menos inmigrantes de los que la gente cree"
R. Si infundes miedos es mucho más probable que optes por construir grandes muros. La más obvia de las amenazas que se ha sobreestimado es la del número de inmigrantes que tenemos. En EEUU, los inmigrantes de primera generación constituyen el 14% de la población, pero los estadounidenses creen que oscilan entre el 32% y el 42% de media. Simplemente, diciéndole a los estadounidenses los niveles reales de la inmigración disminuye el rechazo. En Europa también se sobreestima en el imaginario colectivo el número de inmigrantes hasta tres y cuatro veces, con efectos negativos similares. A menos que la gente quiera escuchar los datos reales, se tomarán las políticas equivocadas. He discutido con políticos que se niegan a admitir que los productos hechos en China representan sólo el 2,7% del consumo privado en Estados Unidos. Les muestras el estudio real y dicen que no se lo creen, dicen que debe de ser diez veces más. No atienden a los hechos.
P. Primero con el Brexit y ahora con la elección de Trump, el criterio de los expertos cada vez importa menos a la opinión pública. ¿Por qué su criterio se rechaza?
R. Seguramente no hemos sido suficientemente claros al explicarnos. El problema es que cualquiera puede ahora encontrar un experto que justifique sus políticas. Por ejemplo, Peter Navarro, que ahora es el asesor jefe de economía de Trump. Le conocí en Harvard en 1979. En un artículo de The New Yorker le pidieron que señalara a otros economistas que compartieran sus ideas. Mencionó dos. Uno ni siquiera había terminado la carrera y otro dijo no estar del todo de acuerdo con él. Es demasiado fácil encontrar expertos que avalen lo que sea.
P. ¿Qué papel han jugado los medios de comunicación?
Cada vez hay menos información internacional, y hay una fuerte correlación entre no saber mucho de los demás países y tenerles miedo"
R. Uno muy negativo. La cantidad de cobertura de noticias internacionales ha decrecido radicalmente. Aunque internet es una red mundial, se utiliza sobre todo para transmitir información local. Y las noticias que llegan de otros países son básicamente negativas. En EEUU, sólo el 11% de las noticias se ocupa de los asuntos exteriores y se reducen básicamente a Afganistán e Irak. En Francia y Alemania el porcentaje es aún menor. El volumen de la cobertura de noticias internacionales ha disminuido del 27% en 1987 al 11% en 2010. Y las redes sociales no son tan globales. Sólo el 4% de las amistades de Facebook están fuera de las fronteras nacionales.
P. ¿Por qué es negativo?
R. Cuantas más interacciones se tienen con el exterior, menos se percibe como una amenaza. Hay una fuerte correlación entre no saber mucho de los demás países y tenerles miedo. Los países que están profundamente conectados a los flujos internacionales de información son menos propensos a ver sus culturas con una superioridad nacional.
P. ¿Y qué empresas van a salir ganando y cuáles perdiendo de las políticas proteccionistas?
R. Si eres exportador a EEUU, tienes motivos para preocuparte. Sin embargo, si eres una empresa americana que compite en importaciones, por ejemplo con China, puede venirte bien. Mira lo que ha pasado con New Balance. Esta marca de zapatillas de deporte tiene sus fábricas en Maine y Massachusets y cualquier cosa que bloquee el TTIP le beneficiaría frente a Nike, que manufactura la mayoría de sus prendas en Asia. New Balance tuiteó esta semana a favor de Trump y ha creado un fuerte revuelo cuando mucha gente ha reaccionado quemando sus zapatillas en repulsa a las políticas del nuevo presidente. Los sectores tradicionales exportadores como energía y agricultura van a beneficiarse de las políticas proteccionistas. Trump ya ha hablado de que en los intercambios comerciales con China, ésta debería comprarles más hidrocarburos. Va a haber una carrera por estar entre los beneficiados de estas políticas porque hay mucho dinero en juego. Las constructoras, los casinos, también tienen motivos para estar contentos.
P. ¿Hay algo que pueda hacerse para mejorar la situación?
R. Es mejor no esperar muchas políticas sensatas de la nueva Administración estadounidense. Así todavía tenemos posibilidades de que nos sorprenda positivamente. Las soluciones tienen que venir de otros ámbitos. Los ejecutivos de las principales compañías están totalmente ausentes del debate público porque han preferido no involucrarse políticamente, y eso no es bueno. Creo que debemos repensar la situación. Hay que replantearse qué mundo estamos creando para el futuro. Ahí los educadores y las escuelas de negocios tenemos un rol importante, también los medios de comunicación.
P. ¿Por qué no se involucran más si se están jugando tanto?
R. Estuve hablando con los consejeros delegados de tres de las empresas más importantes de EEUU y les pregunté si no era el momento de que dieran un paso adelante para hacer algo. "Tienes razón", me dijeron. "Pero para mi empresa y mis accionistas no sería bueno involucrarme ahora en ese debate público". Varios estudios demuestran que la clase empresarial está teniendo mucha aversión al riesgo. No se están dando cuenta de que no hacer nada es más peligroso.
P. ¿Y qué podría pasar?
R. Una guerra mundial del comercio y la inversión. Y no creo que eso fuera muy beneficioso para empresas como IBM o GE, por poner un ejemplo. Y esto es ahora mucho más posible que el pasado martes por la mañana.
P. ¿Y qué podría hacer el CEO de una gran compañía?
R. Más que compañías, hablando públicamente de manera individual, esto debería ser algo que hicieran de manera conjunta. Pero hay muchas empresas que se van a beneficiar del proteccionismo; los intereses empresariales están divididos. Sin embargo, deberían tener altura de miras para saber que, en términos generales, a todos nos iría mejor en un mundo con un comercio más libre y más global. Deberían hablar claro de los efectos negativos del proteccionismo. Podrían explicar que, haciendo negocios en otros países, también incrementan la productividad y los empleos que generan localmente. La creación de empleo es lo que más interesa a la gente.
P. ¿Le recuerda ese silencio de la clase empresarial al que se vivió en los años de entreguerras?
R. También pensaron que podían mantenerse al margen de la política, pero en situaciones extremas es imposible. Es uno de esos capítulos incómodos de la Historia que la gente prefiere olvidar. Hay muchas fotografías de los representantes de icónicas multinacionales americanas recibiendo medallas de Adolf Hitler por ayudar a la reindustrialización del Tercer Reich. Muchos de los líderes de las principales empresas estadounidenses del siglo XX fueron en persona a recibir condecoraciones nazis. No se habla de ello y los académicos que han investigado sobre ello han recibido presiones. Pero las fotografías están ahí.
P. ¿Aprendieron las empresas la lección?
R. No lo creo. Y ahora las multinacionales tampoco deberían decir que esto es algo que queda entre los votantes y sus gobiernos. Cuando las libertades y el libre comercio están en peligro es un problema demasiado grande para ignorarlo.
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