Whatsapp continúa creciendo. La aplicación de mensajería instantánea más popular del mundo ofrece a todos sus usuarios, desde este martes, la posibilidad de hacer videollamadas con sus contactos.
El sistema es sencillo: un icono de una cámara aparecerá en la esquina superior derecha de la pantalla del usuario, justo al lado del símbolo del teléfono con el que se hacen las llamadas de audio actualmente. Una vez que se entra en la videocámara, la interfaz muestra al usuario en una pequeña ventana en la parte inferior y a la persona con la que habla en toda la pantalla. Nada nuevo. Para poder utilizar este servicio sólo habrá que actualizar la aplicación, una opción que estará disponible a lo largo del día.
Whatsapp se había quedado algo atrás respecto a sus competidores en el terreno de las videollamadas. Los usuarios pueden utilizar servicios similares en FaceTime, para aquellos que tengan un dispositivo iOS, Skype, Google Duo o incluso Facebook Messenger, por lo que ese retraso puede que acabe costándole caro a la compañía fundada por Jan Koum.
Esta lentitud a la hora de introducir novedades no es nada nuevo en Whatsapp. La compañía llegó al mercado en el año 2009, pero tardo dos años más en abrir a sus usuarios la posibilidad de creas grupos. La siguiente mejora no llegó hasta el año 2015, cuando debutó la posibilidad de hacer llamadas de voz a través de internet.
Esta relativa calma no la alteró ni la compra por parte de Facebook, que hace dos años puso sobre la mesa 22.000 millones de dólares, unos 19.000 millones de euros de entonces, para sumar a la compañía a su ya vasto imperio.
El año 2016 ha sido, eso sí, el del lento deshielo. No se puede decir que la agilidad haya sido la tónica, pero en este curso Whatsapp ha introducido, además de las videollamadas, la aplicación para ordenadores de mesa y la encriptación end to end, que es ese mensaje amarillo que aparece al iniciar una conversación con un nuevo contacto. Ninguna de estas novedades son especialmente rompedoras y seguramente tampoco supongan un punto de inflexión en la política inmovilista de la aplicación.
Líder incontestable
Lo cierto es que no es una empresa muy abierta a los cambios, pero tampoco le hace falta. Whatsapp es una máquina de generar usuarios y su crecimiento es imparable, pese a la fuerte competencia que suponen servicios en alza como Telegram o Line.
Cuando Facebook compró la compañía la cantidad de usuarios activos alcanzaba los 450 millones, con una facturación que por entonces rondaba los 10 millones de dólares gracias, en buena parte, a la tarifa de 0,99 euros anuales que costaba activar una cuenta.
Con la llegada de Mark Zuckerberg, que decidió retirar ese pequeño cobro, los ingresos se han desplomado y los usuarios se han disparado. En febrero de este mismo año se rompió la barrera de los 1.000 millones de usuarios activos, lo que coloca a Whatsapp a la cabeza dentro de la mensajería instantánea.
Los datos hacen palidecer a la competencia. El CEO de Telegram, Pavel Durov, anunció en el mismo mes de febrero que la aplicación acababa de alcanzar los 100 millones de usuarios, mientras que Line supera a duras penas los 200 millones de usuarios activos al mes con unas tasas de crecimiento muy pobres.
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