Las heridas bursátiles de Banco Popular no cierran. La entidad mantiene sobre el parqué una dinámica negativa que le ha llevado en las últimas jornadas a pulverizar mínimo histórico tras mínimo histórico, sin que se atisbe una recuperación. En la sesión de este lunes, la entidad sufrió un nuevo revés cercano al 8%, con lo que el precio de sus acciones descendió por primera vez en la historia de los 0,8 euros.
El desencadenante de este nuevo revés es el mismo que viene explicando los sucesivos descalabros de la entidad en los últimos tiempos: la desconfianza sobre su plan estratégico. La entidad ejecutó el pasado junio una ampliación de capital por valor de 2.500 millones de euros y puso en marcha una nueva hoja de ruta, consistente en la rebaja de costes -la entidad prevé recortar 2.700 puestos de trabajo- y en el saneamiento de su cartera inmobiliaria, mediante la reducción de activos problemáticos en su balance por valor de 15.000 millones de euros.
Pero estas contundentes medidas no han logrado poner coto a la desconfianza del mercado. Al contrario, las dudas han seguido haciendo mella en el valor del banco, hasta el punto de que sólo cinco meses después, su capitalización se ha reducido en más de los 2.500 millones que captó en la ampliación. Si a cierre del 23 de junio, el primer día de negociación de los nuevos títulos, el banco valía más de 5.846 millones, tras la caída de este lunes apenas supera los 3.230 millones.
Informe de Credit Suisse
Y la caída podría ir a más. Al menos así lo indican los analistas de Credit Suisse, que han rebajado el precio objetivo del banco a 0,7 euros, lo que supone un 9% por debajo de su nivel actual. Los analistas de la entidad suiza expresan de este modo sus recelos sobre el plan estratégico del banco. Entre otras cuestiones resaltan que de llevar a cabo la segregación de sus activos inmobiliarios -el denominado Proyecto Sunrise-, con el que pretende sacar de su balance unos 6.000 millones de euros, el capital del banco sufriría un impacto de entre 25 y 225 puntos básicos, lo que, en el peor de los casos, dejaría a Popular con un déficit de capital próximo a los 2.300 millones de euros.
La firma helvética resalta, además, que incluso si el banco consiguiera elevar la cobertura de sus activos problemáticos a los mismos niveles de sus competidores en España, la peor calidad de su cartera inmobiliaria podría hacer preciso un incremento de las provisiones. En este escenario, auguran que la división inmobiliaria generará pérdidas anuales de entre 400 y 500 millones de euros, por la necesidad de elevar sus coberturas.
La necesidad de nuevas provisiones generará unos 500 millones de euros de pérdidas al año en la división inmobiliaria
Así, ven improbable que el banco alcance unos niveles de rentabilidad superiores al 7% en 2018, muy por debajo de lo previsto por la entidad. De este modo, dudan de que el banco vuelva a pagar dividendo en los próximos dos ejercicios.
Ésta es sólo una de las voces que han puesto en cuestión en las últimas semanas el plan de actuación de Banco Popular. Hace escasas semanas, Bank of America mostraba sus dudas sobre la posibilidad de que el proyecto Sunrise sea la respuesta adecuada para los desafíos del banco. Y más recelos generaron las informaciones sobre la posibilidad de que el Banco de España estuviera poniendo reparos a la segregación de esos activos inmobiliarios. Problemas éstos que llevan a firmas como N+1 a contemplar la posibilidad de que Banco Popular tenga que ejecutar una nueva ampliación de capital a medio plazo.
Estas dudas han abierto las especulaciones sobre otras posibles soluciones para la entidad. Entre ellas, una de las más comentadas sería la posibilidad de una fusión con otro banco o la entrada de un inversor de referencia. Durante un tiempo, ha sonado con fuerza la opción de una integración con Banco Sabadell, aunque en las últimas semanas parece haberse enfriado. En contra, han surgido otras vías, como una posible operación con Credit Mutuel, la firma gala con la que comparte el proyecto de Targobank.
Posiciones cortas en máximos
Con todo esto sobre la mesa, la desconfianza de los inversores se ha traducido en un notable incremento de las apuestas bajistas sobre el banco. Según los últimos registros de la CNMV, las posiciones cortas sobre Banco Popular alcanzan ya el 8,6%, tras multiplicarse por cuatro desde el pasado agosto. Se trata de la cifra más elevada de apuestas a la caída del valor desde 2010, donde empiezan los registros del supervisor de los mercados.
Cuestiones todas éstas que contribuyen a aguizar los pesares de un banco que pierde ya en 2016 más del 70% de su valor y que ha visto cómo desde los albores de la crisis su capitalización ha pasado de cerca de 20.000 millones de euros a poco más de 3.000, sin que las ampliaciones de capital ejecutadas en este periodo (dos por valor de 2.500 millones) hayan logrado detener la sangría.
Las pérdidas derivadas de este desplome bursátil han generado ciertas tensiones en el seno del consejo de Banco Popular, con algunos grandes accionistas, encabezados por el mexicano Antonio del Valle, tanteando la posibilidad de desbancar a Ángel Ron de la presidencia del banco. Ante estos movimientos, el Ministerio de Economía y el Banco de España, han cerrado filas en apoyo del actual mandatario de la entidad, según fuentes cercanas.
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