Meliá se ha embarcado en un proceso de expansión fuerte y constante. Y ha optado por la vía más laboriosa, y aparentemente menos llamativa: sumar los nuevos hoteles uno a uno, sin grandes operaciones corporativas, optando por proyectos escogidos. Y aún así el crecimiento del grupo está teniendo un ritmo más propio de las compañías que optan por hacerlo con compras.
Meliá cuenta actualmente con 376 hoteles, después de un 2016 en el que abrió 19 nuevos establecimientos. Los planes del grupo para el nuevo año es sumar al menos 23 aperturas. “23 o 24”, matiza el vicepresidente y consejero delegado del grupo, Gabriel Escarrer. Y con ello 2017 puede ser el año en que la compañía alcance la cota histórica de los 400 hoteles repartidos por todo el mundo.
El crecimiento futuro está más que garantizado. El año pasado sumó a su cartera 31 nuevos proyectos y en 2017 aspira a repetir la cifra. Actualmente cuenta con un porfolio de aperturas para los próximos tres años que supera los 70 hoteles… con lo que se plantaría cerca de los 450 establecimientos sólo con los contratos ya cerrados.
Y la intención para los próximos ejercicios, según explica Escarrer, es seguir sumando entre 20 y 30 firmas cada ejercicio. Así que la meta de los 500 en principio estaría a la vuelta de la esquina, apenas en algún momento del próximo lustro.
El foco fuera de España
El grupo mallorquín ha volcado toda su expansión en el exterior. El 96% de los proyectos firmados para los próximos años se sitúan fuera de España, con Asia y el Caribe como grandes polos de crecimiento.
En España, donde la cadena es líder por tamaño con 149 establecimientos, la incorporación de nuevos proyectos está prácticamente parada, y la compañía se vuelca en inversiones en sus hoteles para elevarlos de categoría y subir precios… y su rentabilidad.
Las inversiones en sus establecimientos nacionales han superado los 355 millones de euros sólo en los dos últimos años. “No queremos poner en riesgo nuestro liderazgo en España, y ésa es la mejor manera de hacerlo”, dice el primer ejecutivo del grupo, que subraya las grandes reconversiones de destinos maduros como Magaluf o Torremolinos como los baluartes de esta apuesta.
La compañía ha optado por la fórmula de crecimiento que exige menos inversiones. En lugar de seguir engordando su cartera inmobiliaria, la cadena prefiere no sumar más hoteles en propiedad e incorporar la práctica totalidad de sus nuevos hoteles con contratos de gestión, franquicia o alquiler (con los que la compañía explota el establecimiento, pero no es dueño del inmueble).
De hecho, actualmente sólo un 12% de sus hoteles son en propiedad, frente al 30% que representaba su cartera inmobiliaria en 2010. “La estrategia de centrarnos en fórmulas menos intensivas en capital nos permite crecer sin asumir tantos riesgos, o diversificarlos”, dice Escarrer. “Cuando llegue la próxima crisis estaremos más preparados. Tendremos más pulmón para seguir creciendo y ser rentables”. Ojo.
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