Los bazares chinos, al mismo tiempo que abarrotan sus estanterías con prendas de vestir, complementos, tecnología, artículos de decoración tan inimaginables como baratos y regalos recurrentes, pueden esconder en su trastienda un oscuro negocio fraudulento y una práctica de competencia desleal para otros comercios legales. Por eso, la Agencia Tributaria ha incluido a estos establecimientos entre los objetivos de “especial seguimiento” dentro del Plan Anual de Control Tributario y Aduanero para 2017.
El fisco se centrará en uno de los focos más importantes de actividad irregular, “el originado por importaciones infravaloradas seguidas de ventas en economía sumergida de multitud de productos de consumo”. No es una rama nueva de actuación. La Agencia Tributaria lleva años persiguiendo estas actividades susceptibles de fraude. No obstante, de cara a este año el organismo hace una mención explícita, a diferencia de otros años, a la “comprobación e investigación combinadas de las importaciones de productos de consumo, textiles y otros con origen asiático”.
La Agencia Tributaria sigue la pista a productos de consumo y textiles de origen asiático
Esta práctica consiste en que un agente introduce en España manufacturas -habitualmente textil, calzado, bolsos y otros artículos de marroquinería- declaradas a un precio inferior al real para su venta a un precio reducido, con la idea de ahorrar dinero en aranceles e impuestos, tirar los precios y al mismo tiempo obtener grandes márgenes. Se trata de un modelo de negocio asociado a los hipermercados llamados popularmente chinos, según la Asociación Nacional de Defensa de la Marca (Andema).
Para llevar a cabo los controles necesarios, la Agencia Tributaria prevé coordinar las acciones de inspección con otras de tipo preventivo y de inducción al cumplimiento. Fuentes del organismo explican que igual de importante es detectar el fraude como “mover el árbol”, es decir, generar un clima de control que haga que muchas actividades ilícitas cesen para no ser descubiertas.
Desarticulación de bandas dedicadas al fraude
Pero la lucha contra la importación ilícita de productos desde Asia es una cuestión de índole europea. El problema lo sufre toda Europa y España lo combate en primera línea. Las estadísticas de la Comisión Europea así lo indican: el 97% de las gafas de sol que se quedaron en las aduanas europeas en 2015 procedían de China, el 98,8% de las prendas deportivas también, y el 72,4% de la joyería.
En el caso de España, la Agencia Tributaria llevó a cabo importantes actuaciones en 2016, con la desarticulación, por ejemplo, de una organización dedicada al fraude en la importación de mercancías procedentes de China y Pakistán con destino a España, infravalorando los valores en la aduana, y defraudando a Hacienda tanto en los derechos de importación como en el IVA. Esta operación, denominada Impala, permitió poner fin a un fraude solo en el IVA de 12 millones de euros en cinco años y al blanqueo de dinero por importe de 1,5 millones más. Los principales clientes de la trama estaban en Valencia y en el polígono Cobo Calleja de Fuenlabrada (Madrid).
También el año pasado se intervinieron 185.838 prendas de vestir de reconocidas marcas que resultaron ser falsas y que habían llegado en envíos procedentes de China a través del puerto de Barcelona en solo un mes. Era la operación Big Black, a la que se sumó otra denominada Visión, en la que se aprehendieron 246.120 pares de gafas de imitación procedentes de Asia. Una vez más, esta operación llevó al registro en el Cobo Calleja.
Con todo, desde la Agencia Tributaria se señala que, si el plan anual de lucha contra el fraude vuelve a poner el foco en este tipo de operaciones, es porque las prácticas elusivas y defraudadoras mutan, varían de un año a otro y obligan al fisco a no bajar la guardia y a "adaptarse" para mantenerlas a raya.
El negocio de la falsificación
De las operaciones desplegadas se desprende que la inflavaloración de productos para su posterior venta no es el único mecanismo puesto en marcha por agentes asiáticos para hacer negocios de forma ilegal en España. La falsificación es una práctica extendida también. Según la Agencia Tributaria, alrededor del 77% de los productos falsos que son detectados en las aduanas españolas, principalmente en los puertos de Barcelona, Valencia y Algeciras, proceden de Asia, concretamente de China.
Al respecto, el director general de la Asociación Nacional de Defensa de la Marca (Andema), José Antonio Moreno, explica que las aduanas tienen tres circuitos por los que pasan los contenedores en virtud de un ránking de países de origen. Los hay que están en una lista negra de comercio ilegal de animales y, otros como China, en la de falsificaciones. En este sentido, se establece un circuito verde (paso sin trabas por la aduana), otro naranja (conlleva una inspección documental de la mercancía) y, finalmente, otro rojo (que supone la apertura del contenedor y su inspección).
Así, si llega un contenedor con camisetas procedente de China salta el circuito rojo. Pero, para que esto no ocurra, muchos proveedores del país hacen escala en otros lugares como Singapur o Hong Kong, donde no tienen estas restricciones, para ir borrando el rastro de origen hasta que sus contenedores llegan a España.
El Pireo (Atenas), propiedad del gigante chino Cosco, es una puerta de entrada para el transporte por carretera
Uno de estos lugares es a día de hoy el puerto de mercancías del Pireo, en Atenas. Moreno asegura que este punto es un foco de corrupción que permite la entrada de artículos asiáticos para su posterior transporte por carretera por toda Europa. En 2016, el Gobierno de Grecia decidió vender el puerto, acuciado por la crisis económica, al gigante chino Cosco.
Importaciones paralelas
Por otro lado, los negocios asiáticos llevan a cabo otra práctica que, sin ser ilegal desde dentro de la jurisdicción comercial, lo es a efectos de marca. Se trata de las importaciones paralelas. Funcionan de una manera simple: una multinacional comercializa sus productos en distintos países con diferentes precios, lo que un comercio puede aprovechar para adquirirlos en el país más barato para llevarlo a otro y venderlo con más margen.
Se trata de productos auténticos, pero no distribuidos directamente por la filial autorizada de la multinacional en el país. Este es el caso de las ventas, por ejemplo, de bebidas alcohólicas o cosméticos de marca que se pueden adquirir a bajo precio por ejemplo en Perú para venderlos en España más caros.
De acuerdo con la legislación europea, al no tratarse de productos falsos, no pueden ser confiscados en las aduanas. Sin embargo, Moreno señala que se trata de un daño evidente para las marcas. Solo Alemania ha encontrado hasta ahora una “pasarela de derecho interno” para que en sus aduanas sí puedan establecerse ciertos cortafuegos en estos casos.
Desde Andema se ha reclamado que también se busque en España una vía legislativa para “no mirar hacia otro lado” cuando aparece un contenedor con productos paralelos en las aduanas españolas.
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