Ryanair se ha convertido en la mayor aerolínea por número de pasajeros. El gigante del bajo coste desbancó al grupo Lufthansa como líder continental en 2016, al disparar un 15% su tráfico y alcanzar los 117 millones de viajeros (109 millones en el caso del grupo germano). Pero Ryanair está llenando sus aviones a costa de sacrificar parte de su rentabilidad. Mantiene (o gana) cuota de mercado a costa del golpe a la cuenta de resultados.
La compañía irlandesa redujo un 8% su beneficio en el tercer trimestre de su año fiscal, con 94,7 millones de euros. Ryanair aumentó en esos tres meses (entre octubre y diciembre) su tráfico de pasajeros un 16%, hasta 28,8 millones; elevó la ocupación de sus aviones, hasta un 95% (casi lleno total); también consiguió incrementar sus ingresos un 1%, hasta los 1.330 millones de euros; y redujo aún más sus costes unitarios –el realizado por cada uno de los pasajeros transportados- en un 12%.
Todo mejora, excepto la rentabilidad. Y es que el negocio de Ryanair es el mejor reflejo del actual contexto en que se mueve el sector aéreo al completo. Los bajos precios del combustible de los últimos dos años ha empujado a las compañías aéreas a lanzar nuevas rutas y aumentar vuelos, hasta generar una situación próxima a la sobreoferta. Y lo han hecho con precios muy competitivos porque el petróleo barato se lo permitía. Esto es, sobrecapacidad y guerra de precios.
Y estos dos factores, a los que Ryanair ha contribuido como el que más para salvar sus enormes cuotas de mercado en todos los países en que opera, son los que han hecho que el beneficio de la compañía low cost se resientan durante el tercer trimestre. Ryanair, de hecho, ha tirado los precios de sus vuelos: ha recortado un 17% el precio medio de sus billetes en el trimestre, hasta los 33 euros.
Además, Ryanair ha sufrido el impacto en sus cuentas de la devaluación de la libra tras el referéndum del Brexit. La compañía concentra una parte importante de su actividad en el mercado británico, y con la libra a menor precio, el beneficio de la compañía se resiente al estar presentados en euros.
En los nueve primeros meses del ejercicio fiscal, Ryanair obtuvo un beneficio de 1.262 millones de euros, un 16% menos. Una caída en el que influye el impacto de la guerra de precios, la sobreoferta y el Brexit, pero también el menor peso de extraordinarios en las cuentas (sin tener en cuenta los ingreso excepcionales, el resultado en los nueve meses habría crecido un 6%).
Ante esta combinación de factores maliciosos, Ryanair se vio obligada ya el pasado octubre a rebajar su previsión de beneficio para el conjunto del año fiscal (que se cierra el 31 de marzo). El grupo mantiene ahora una estimación de beneficio neto anual de entre 1.300 y 1.350 millones de euros, frente a la horquilla de entre 1.375 y 1.425 millones que preveía hasta entonces.
Ryanair no ha cambiado su previsión ahora pese a la caída del beneficio trimestral, pero admite su cautela acerca del cumplimiento de la horquilla fijada. Según la aerolínea, alcanzar su objetivo de ganancias este año dependerá de que no haya nuevos actos terroristas en mercados clave europeos que pueda hacer que la demanda de viajes se resienta.
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