Los mercados europeos se encuentran inmersos en una semana convulsa. Las incertidumbres políticas que envuelven la eurozona han logrado filtrarse hacia los parqués, con el repunte de las rentabilidades de la deuda como principal termómetro de la inquietud inversora.
Países como Francia, Italia y Grecia se han convertido, por diversos motivos, en un foco de crecientes preocupaciones que ha dado pie a un reseñable incremento de las primas de riesgo de los países considerados más vulnerables.
El índice de la banca europea ha retrocedido a mínimos de dos meses, tras perder un 5,3% en tres días
Esta situación ha tenido igualmente reflejo en la renta variable. Y la banca europea ha sido, una vez más, el sector más dañado por el incremento de las tensiones. El índice bancario de la eurozona acumula tres jornadas consecutivas de descensos en los que se ha dejado un 5,3% de su valor. Una caída que, en términos de capitalización, representa la pérdida de 29.306 millones de euros.
Este castigo supone un brusco frenazo en el ascenso de un sector que mostraba desde hace meses una notable tendencia al alza, favorecido por el repunte de los tipos de interés de la deuda y las expectativas de mayor inflación. De hecho, el sectorial bancario del EuroStoxx ha retrocedido a sus niveles más bajos desde el pasado 6 de diciembre. El índice, que llegó a acumular un alza superior al 18% desde la victoria de Donald Trump en las elecciones estadounidenses, ha visto ahora reducirse esos réditos a la mitad.
Castigo a la banca francesa
En el recorte de la banca europea en las últimas jornadas han tenido un papel destacado las entidades de los países más golpeados por las incertidumbres de tipo político. Así, por ejemplo, el francés BNP Paribas se sitúa al frente de las caídas, al retroceder un 8,3% en sólo tres sesiones. Otras entidades galas, como Crédit Agricole, Société Générale y Natixis se han dejado por el camino más de un 6% de su valor.
Este castigo se ha producido en paralelo al repunte de la prima de riesgo francesa, que ha llegado a registrar sus niveles más elevados desde 2012, por encima de los 70 puntos básicos.
Los escándalos que persiguen a algunos de los candidatos favoritos para la victoria en las elecciones presidenciales que celebra el país entre los próximos meses de abril y mayo, como el candidato conservador François Fillon, han alimentado los temores a que Marine Le Pen, líder del Frente Nacional, un partido populista de posturas antieuropeas, pueda resultar elegida presidenta.
En ese contexto, los inversores han enfocado sus dudas sobre el sector bancario, uno de los más sensibles al incremento de las incertidumbres en los mercados. Además, en el caso galo, las débiles cuentas que presentó el martes el banco BNP Paribas han recrudecido el nerviosismo.
Los débiles resultados de BNP Paribas han agudizado las tensiones en torno a la banca gala
Del mismo modo, la banca italiana ha sufrido un severo correctivo desde el inicio de la semana. El sector, aquejado por una elevada carga de activos improductivos, que contabilizan más de 300.000 millones de euros, aguarda con expectación la decisión de Bruselas sobre el rescate de Monte dei Paschi di Siena y observa con inquietud los acontecimientos políticos en el país.
Aunque Italia no debe celebrar elecciones hasta 2018, son muchas las casas de análisis que plantean la posibilidad de unos comicios anticipados, dada la debilidad del gobierno actual y ante la creciente pujanza de partidos populistas como el Movimiento 5 Estrellas, que también cuestiona la permanencia del país en la Unión Europea. El riesgo país de Italia ha alcanzado en los últimos días niveles superiores a los 200 puntos, las cotas más elevadas desde 2014.
Así, Popolare di Milano y BPM han cedido más de un 7,8% en tres días, mientras que UBI Banca y UniCredit, envuelta en una operación para ampliar capital en 13.000 millones de euros, sufren pérdidas superiores al 5%.
En este contexto, la banca española no ha sido una excepción. Santander, Bankia y CaixaBank se cuentan entre las entidades que retroceden más de un 5% en la semana, al igual que el irlandés Bank of Ireland, que se deja un 7%.
Aunque ni España ni Irlanda se encuentran por motivos propios en el ojo del huracán, los inversores han vuelto a dibujar una red de seguridad en torno a los países periféricos, por considerarlos más vulnerables a un agravamiento de las tensiones en la eurozona. Esto se ha reflejado también en un amplio repunte de los tipos de la deuda de ambos países.
En cambio, los inversores han vuelto a mostrar mayor confianza en los países del centro y norte de Europa, como Alemania, Austria y Holanda. Esto también ha tenido, en cierto modo, su reflejo en el comportamiento de la banca. Sólo el austriaco Erste Bank muestra un saldo positivo en este periodo, mientras que el belga KBC y los holandeses ABN Amro e ING se sitúan entre los menos golpeados por la reciente oleada de ventas, con recortes inferiores al 3,5%.
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