A los inversores le gustan los tipos altos. Frente a los temores alimentados durante meses a que el endurecimiento de la política monetaria pusiera en riesgo la estabilidad financiera, los inversores han dado sobradas pruebas de encontrarse cada vez más a gusto con la perspectiva de un escenario de tipos de interés más elevados.
Sólo así puede entenderse el optimismo que se respiraba este miércoles en los parqués internacionales. En Wall Street, el Dow Jones rebasaba los 21.000 puntos, sólo 24 sesiones después de superar por primera vez en su historia la cota del 20.000. En Europa, el índice Stoxx 600 alcanzaba niveles no vistos desde 2015, mientras las grandes plazas, con el Ibex en una posición destacada, registraban alzas en el entorno del 2%. E incluso las bolsas emergentes, especialmente sensibles a la perspectiva de una subida del precio del dinero en Estados Unidos, mostraban un brío reseñable, como destacan las sólidas ganancias de las bolsas turca, rusa o mexicana, entre otras.
El sector financiero, principal beneficiario de las alzas de los tipos de interés -dado que le permiten elevar sus márgenes-, desempañaba un papel muy destacado en las subidas. Los grandes bancos estadounidenses, como JPMorgan, Wells Fargo y Bank of America se anotaban repuntes en el entorno del 3,5%, mientras que entre la banca europea resaltaban las ganancias de Sabadell, que rondaban el 7%, mientras que Credit Suisse y Deutsche Bank sumaban más del 5%.
Estas ganancias se producían en paralelo al incremento de las opciones que los inversores ven de que la Reserva Federal de Estados Unidos (Fed) vuelva a elevar los tipos en la reunión que celebrará el próximo 15 de marzo. Actualmente el mercado otorga una probabilidad próximo al 70% a un movimiento al alza del precio del dinero, después de que varios miembros del banco central estadounidense se hayan pronunciado en los últimos días claramente a favor de un movimiento en este sentido.
Más allá de las bolsas, en el mercado abundaban las muestras de que el mercado se está preparando para un nuevo ajuste de las tasas de interés. El dólar alcanzaba sus niveles más elevados desde los primeros compases de 2017, mientras que la rentabilidad del bono estadounidense a 2 años alcanzaba el 1,3% por primera vez desde 2009.
El apoyo de los datos
Nada de esto atenúa el ánimo de los inversores, que parecen haber encontrado argumentos suficientes para obviar los riesgos implícitos en este nuevo escenario. No hace demasiado tiempo, una de las inquietudes principales del mercado radicaba en el temor a que los mercados no lograran sostenerse por sí mismos una vez se iniciara la retirada de los estímulos monetarios con los que durante años los habían alimentado los bancos centrales.
De hecho, en varias ocasiones a lo largo de 2016, la Fed se vio forzada a retrasar el alza de los tipos de interés ante el temor a que desencadenaran profundas turbulencias en los mercados financieros. Ahora, ante la solidez que muestran éstos, la presidenta de la institución, Janet Yellen, parece tenerlo todo a favor para anunciar dentro de dos semanas una nueva subida de los tipos de interés -la tercera en una década-, situando el precio del dinero en Estados Unidos en un rango entre 0,75 y 1%.
El banco central estadounidense detallaba, tras su reunión del pasado diciembre, que preveía elevar las tasas hasta en tres ocasiones a lo largo de 2017. Para lograr llevar a buen término esos planes la institución debe aprovechar cualquier ventada de oportunidad, como la que se ha generado en el escenario actual.
A favor de los planes de la Fed juega el optimismo que generan los planes aún inconcretos de Donald Trump. El discurso que el presidente estadounidense ofreció en la noche del martes volvió a resultar parco en detalles sobre sus planes, pero recibió el visto bueno de los inversores por reiterar las medidas básicas de su programa de gobierno y por el tono menos agresivo que mostró en algunos de los aspectos más controvertidos de su mandato.
Más que los planes de Trump, los mercados estarían reflejando la mejora de las condiciones económicas globales
Con todo, los expertos cada vez señalan más a los datos presentes como la base sobre la que se levanta el buen tono de los mercados, por encima de los planes de Trump. Y es que la economía mundial cada vez ofrece más pruebas de estar recuperando el brío perdido en los trimestres anteriores. Este miércoles, sin ir más lejos, las cifras de manufacturas en China, Estados Unidos y Europa batieron todas las expectativas, alcanzando, en los dos últimos casos, sus niveles máximos en dos y seis años, respectivamente.
Esta realidad también está empezando a hacerse palpable en el ámbito empresarial, donde la reciente temporada de resultados ha mostrado un tono claramente positivo, igualmente perceptible en las expectativas de las compañías.
Este escenario está permitiendo a los inversores llevar a cabo sin sobresaltos la rotación desde los estímulos monetarios a las cifras económicas como base de sus decisiones de inversión. Un escenario ideal para que Yellen pueda proseguir con su viaje hacia la normalización antes de que el camino vuelva a nublarse.
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