La arena del desierto arábigo golpea las obras del proyecto Haramain o AVE a La Meca, el mayor contrato obtenido por empresas españolas en el extranjero (7.000 millones de euros). El problema, detectado hace casi cinco años, continúa sin solución, como revela la correspondencia interna del consorcio Al Shula (12 firmas españolas y dos saudíes) obtenida por El Independiente: por un lado, el supervisor contratado por Riad para vigilar las obras acusa al consorcio de "silenciar" este incidente; por otro, los directivos de Haramain contemplan que en determinados tramos -aquellos completamente cubiertos de arena- los trenes de alta velocidad lleguen a circular a tan solo cinco kilómetros por hora. Prácticamente a la misma rapidez que caminando.
Los contratiempos coinciden con el arranque de las pruebas de los trenes el próximo lunes a la mayor velocidad posible, 300 kilómetros por hora por el desierto. Y para rematar el conflicto interno que vive el consorcio, tres de las firmas españolas dentro de Al Shula -Copasa, OHL e Imathia- han expresado a través de otra carta "quejas relacionadas con las medidas para mitigar el efecto de las arenas" y adjudican a Ineco, la ingeniería pública española, la responsabilidad de todo lo que ocurre. En los últimos meses las empresas del AVE a La Meca se han cruzado decenas de misivas de este tipo, achacándose unas a otras cuestiones variopintas.
El maquinista circulará a 120, 50 o 5 kilómetros por hora en función de la arena acumulada en el interior de las vías
Una carta del contratista del pasado 22 de enero se refiere a las restricciones drásticas de velocidad que afectará a los trenes Talgo entre las estaciones de KAEC (acrónimo inglés de la recién fundada Ciudad Económica Rey Abdalá) y Medina. La construcción de ambas estaciones se encargó al Grupo Bin Laden (familia del famoso terrorista abatido en 2011) y serán entregadas en breve a Adif. "El maquinista durante la inspección diaria observará la cantidad de arena acumulada en el interior de las vías", dice el correo, que atribuye al conductor la tarea de supervisar la vía. Algo que no le corresponde al maquinista, según varias partes consultadas.
"Si la arena acumulada es inferior a la parte más baja del interior del carril, la velocidad máxima permitida será de 120 kilómetros por hora", se puede leer. La velocidad va descendiendo después. "Si la arena acumulada alcanza la parte mínima del interior del carril", los trenes irán a 50 kilómetros por hora. El tercer y último aviso advierte del peligro de que la arena acumulada "rebase el nivel permitido": "Los tests deberán ser cancelados y los trenes de pruebas solo circularán por este tramo hasta llegar a un área más estable a una velocidad máxima de 5 kilómetros por hora".
Este tipo de situaciones que obligan a ralentizar la marcha de los Talgo ha provocado numerosas críticas internas. Solo tres días después, el 25 de enero, una carta de las constructoras Copasa, OHL e Imathia denuncia que "las medidas de mitigación de la arena todavía no han sido atendidas por Ineco, el miembro del consorcio responsable de diseñar el sistema de detección". La carta, con un tono muy severo, recuerda que "dado el fracaso de Ineco de cumplir con sus obligaciones y con las instrucciones del ingeniero" las tres empresas "han intentado resolver cosas preparando el diseño básico para un muro de mitigación de la arena".
"OHL, Copasa e Imathia son así pues incapaces de instalar el muro; y el sistema de detección está cubierto de arena y dañado en consecuencia", reprocha la misiva de las tres firmas españolas. Fuentes presentes en Arabia Saudí confirman que las medidas para paliar los efectos de la arena del desierto brillan por su ausencia y que la eficacia del muro de contención, por sí solo, no está probada. Entre otras medidas apuntadas por los expertos hay opciones como crear bancales altos de arena y cavar trincheras, que en parte ya han sido implementadas por el contratista chino-saudí de la primera fase de la infraestructura, pero que no cubren todos los tramos amenazados por la arena. Las pantallas de vegetación, usando las propias plantas del desierto, han demostrado su eficacia en varios otros desiertos del mundo. Pero la vegetación tarda en crecer y no se ha plantado nada hasta la fecha.
La arena sobre las vías del AVE a La Meca, cuyas fotos publicó El Confidencial hace exactamente un año, ha provocado la reacción del supervisor contratado por las autoridades saudíes. El encargado de supervisar, el operador alemán Deutsche Bahn (DB), ha arremetido contra el consorcio español en otra carta dirigida a uno de los directivos de Al Shula, Álvaro Senador. Según DB, el consorcio "está tratando de silenciar estas cuestiones y obstruyendo acuerdos puntuales acerca de medidas para mitigar la arena por razones desconocidas".
Las constructoras OHL, Copasa e Imathia apuntan por su dejación de funciones a Ineco, responsable de diseñar el sistema de detección
El correo del supervisor también destaca por su dureza. "Como usted entenderá", le espeta DB a Senador, "estas cuestiones ponen en riesgo el arranque acordado de la operación si no se resuelve inmediatamente". Las pruebas de alta velocidad en las que se esperan alcanzar los 300 kilómetros por hora se prolongarán hasta verano, según Expansión.
Deutsche Bahn urge a poner las medidas encima de la mesa "sin ninguna demora". Y concluye con indirectas: "Esta carta es para dar fe de que usted ignora nuestras peticiones". Varias cartas similares se han cruzado en los últimos meses dentro del proyecto Haramain.
Otras fuentes empresariales reconocen con preocupación la parálisis del consorcio ante el problema de la arena. "La realidad es que poco a poco desde la llegada de Jorge Segrelles -nombrado presidente de Al Shula a finales de diciembre- las cosas se han ido calmando", señalan. "La intensidad de los correos se va rebajando y los contratiempos parecen abordarse a tiempo".
Las autoridades de Riad accedieron a pagar 150 millones de sobrecostes el año pasado, pero las empresas españolas elevan el importe a cientos de millones más. El AVE a La Meca también ha ganado tiempo tras la prórroga de 14 meses concedida por la teocracia wahabita. Pero la arena sigue invadiendo las vías y las medidas para detenerla se desconocen todavía.
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