La sombra de la sospecha sobrevuela Renault desde hace muchos meses. Y el cerco se estrecha cada vez más. Después de meses de investigación, las autoridades francesas parecen haber encontrado pruebas de que la compañía de automoción habría desarrollado estrategias fraudulentas desde hace al menos 25 años, según un informe al que habría tenido acceso el diario galo Liberation.
El fraude, en el que habría estado implicada toda la alta dirección de la compañía, consistía en la puesta en marcha de estrategias "con el objetivo de crear resultados falsos para las pruebas antipolución", en sus motores diésel y gasolina.
El informe, basado en acusaciones de un antiguo trabajador, señala que varios modelos de Renault estaban equipados con dispositivos electrónicos que detectaban las condiciones de prueba ante las que provocaban una reducción temporal de las emisiones nocivas durante el tiempo suficiente para engañar al equipo de pruebas.
La dirección de Renault se ha apresurado a negar las acusaciones. "Renault no engaña", afirmó el número dos de la compañía, Thierry Bollore, en declaraciones a la agencia AFP.
Sin embargo, los inversores no parecen tener todas consigo. Las acciones del fabricante francés de vehículos cedían este jueves un 3,3%, que se sumaba al recorte del 3,7% registrado el día anterior, cuando se filtraron las conclusiones del informe. De este modo, Renault ha visto esfumarse cerca del 7% de su valor en sólo dos sesiones, lo que equivale a una pérdida de capitalización en el entorno de los 1.700 millones de euros.
Un escándalo contagioso
Los inversores muestran de este modo su temor a que Renault acabe afrontando cargos similares a los que ya han afectado a Volkswagen, que acumula pagos en el entorno de los 23.000 millones de euros tras declararse culpable de fraude en Estados Unidos, después que se hubiera que había instalado en varios motores diésel un software que alteraba las emisiones de óxidos de nitrógeno para saltarse las restricciones legales.
La factura del escándalo para el fabricante alemán aún podría elevarse, si las autoridades europeas deciden finalmente sancionar sus actuaciones.
En bolsa, el estallido del caso le costó más de un tercio de su valor en apenas tres días y, aún hoy, 18 meses después, cotiza un 14% por debajo de los niveles de entonces, pese a la buena marcha del negocio.
Para Renault, el impacto bursátil de la acusación ha sido, hasta la fecha, bastante menor. Pero aún así, desde que surgieron las primeras sospechas, el pasado mes de junio, sus títulos arrastran un descenso del 2,5%, lo que contrasta con el favorable comportamiento de algunos de sus principales competidores, como Peugeot, que sube más del 34% en ese periodo.
Renaul no ha sido la única firma acosada por las sombra del fraude de las emisiones en los últimos tiempos. El pasado enero, Fiat Chrysler sufría un notable descalabro en bolsa, al conocerse que la justicia de Estados Unidos le acusaba de haber instalado un software en varios de sus motores diésel de forma irregular.
A la espera de que se resuelva el caso, el valor ha logrado recuperar todo el terreno perdido desde entonces, al considerarse que este caso es menos grave que el Volkswagen, ya que, según defiende la compañía, los mencionados software no constituían una herramienta fraudulenta.
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