Las grandes operadoras de telecomunicaciones iniciaron hace año y medio una ola de subidas de precios. Tarifas más caras, pero a cambio de más servicios (más volumen de datos, mayor oferta de televisión, más minutos de llamadas…). Telefónica, Vodafone y Orange se lanzaron a subir sus tarifas para compensar la pérdida de ingresos que generaron los años de guerra de precios previos y para cubrir las inversiones milmillonarias realizadas para desplegar sus redes de fibra óptica.
Las ‘telecos’ muy probablemente seguirán subiendo precios porque las causas estratégicas que han motivado los últimos incrementos persisten. Pero las compañías pueden acabar viéndose obligadas a elevar sus tarifas de nuevo también porque España es una potencia del turismo a escala global.
El fin del roaming impuesto por la Unión Europea penaliza a los países que reciben más turistas. Y ahí España, con un récord de más de 75 millones de visitantes extranjeros el año pasado, tiene las de perder, es uno de los países más castigados. Es la principal conclusión de los autores del estudio Zero roaming. A pitfall of European regulation (Roaming cero. Una trampa de la regulación europea), elaborado por la consultora Altran.
La Unión Europea ha aprobado poner fin a los sobrecargos que cobran las operadoras a los clientes de otros países europeos por usar su red (roaming) el próximo junio. Hasta ahora, si un turista francés venía a España y utilizaba su móvil con llamadas o datos, su operadora gala pagaba un recargo a la compañía española cuya red se había utilizado. Pero la operadora francesa le trasladaba ese sobrecargo a su cliente.
A partir de ahora, las operadoras no trasladarán el recargo a sus clientes, que se beneficiarán de pagar lo mismo en todos los países de la UE, lo mismo que si estuvieran en su propio país. Y la UE ha fijado las tarifas mayoristas que las compañías de unos y otros países pueden cobrarse entre sí (que no son muy altas, y que además irán reduciéndose progresivamente).
Más turistas, más ‘castigo’
El nuevo sistema comunitario –el tan ansiado fin del roaming- hace que las compañías de los países que más turistas reciben sean las más castigadas: las que tienen que prestar el servicio a millones de viajeros por un precio reducido y que deben disponer de las infraestructuras necesarias para cubrir los picos de demanda en los momentos de mayor afluencia de turistas.
Y siendo España una potencia turística, siendo la mayoría de los viajeros que vienen de origen europeo, y concentrándose los mayores volúmenes en destinos de sol y playa y durante el verano, las ‘telecos’ que operan en el país asumirán unos costes (o dejarán de ingresar los sobrecargos mayores que hasta ahora cobraban a sus colegas europeos) que previsiblemente acabarán por trasladar a sus propios clientes domésticos.
Como ya advirtió la propia Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC), que anticipó que el fin del roaming podría conllevar subidas de precios de hasta un 7% para compensar el impacto en las cuentas de las compañías, el informe de la consultora Altran augura que Telefónica, Vodafone y Orange acabarán por elevar las tarifas de sus clientes locales. Otra vez.
Robin Hood, pero al revés
Los autores del informe plantean, además, que el nuevo marco regulatorio generará un escenario de anti-Robin Hood. Y es que a la postre se generaría una “transferencia de renta de pobres a ricos”. Ya que son los países del sur de Europa –de menor renta per cápita- los mayores receptores de turistas del continente, por lo que serán los clientes de las telecos de estos países los que sufragarán el sobrecoste que dejan de pagar los turistas procedentes de países con mayor renta.
“Si los ciudadanos de los países del norte, con más renta per cápita, viajan a países del sur, son éstos los que tienen que sufragar el aumento del tráfico que necesita por la afluencia de turistas. El sur está subsidiando al norte”, explicó ayer Borja García-Canfrán, autor del estudio, durante el acto de presentación del mismo.
Pero, además, esa transferencia de renta de pobres a ricos también se produciría entre ciudadanos/clientes de un mismo país. Y es que son los ciudadanos con más recursos los que pueden viajar, y los que se benefician de un nuevo marco regulatorio que les exonera de pagar los sobrecargos directamente. Así que serían los clientes más pobres, con menos posibilidades de viajar al extranjero, los que financiarían el coste del fin del roaming al resto.
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