Por primera vez en la historia, la industria musical estadounidense vive de las reproducciones en streaming. Las plataformas que ofrecen este tipo de servicios ya suponen el 51% del total generado por el sector, que cerró un 2016 que supuso su recuperación gracias a un crecimiento en los ingresos del 11%, el mayor desde 1999.
El año pasado la industria norteamericana se embolsó 7.700 millones de dólares, más de 7.200 millones de euros, gracias sobre todo al impulso que supusieron las suscripciones. Estas plataformas de música en internet, entre las que destacan Spotify y Apple Music, aumentaron su peso en el volumen total desde el 34% de 2015 hasta el 51% del año que acabamos de dejar atrás, según los datos publicados por la Recording Industry Association of America (RIAA).
El crecimiento de los ingresos por las reproducciones en streaming ha ayudado a paliar un nuevo descenso de las ventas de discos físicos y de las descargas digitales, que siguen con una sangría imparable que en 2016 alcanzó el 22%.
En cualquier caso, este repunte en el volumen de negocio en Estados Unidos no está exento de riesgos que puedan volver a hacer que los números se tambaleen. Según el propio director ejecutivo de la RIAA, Cary Sherman, la industria se encuentra en un momento de "recuperación frágil, con una gran exposición a volver a la tendencia negativa", según palabras a The Wall Street Journal.
Sherman alerta incluso de que el mayor riesgo tiene nombre: YouTube. El portal de vídeos más grande del mundo, que actualmente cuenta con más de 1.000 millones de usuarios, es un gran problema para la música ya que ofrece de forma gratuita canciones y discos a esa enorme audiencia a nivel mundial.
Lo que el presidente de la RIAA no dice es que, desde su fundación hace una década, YouTube ya ha pagado a las discográficas y los artistas alrededor de 4.000 millones de dólares, 3.755 millones de euros, según las cifras que publica el diario estadounidense.
El salvavidas de los sellos
Este ascenso imparable de los nuevos formatos para escuchar música le ha venido de perlas a los sellos discográficos tradicionales, que estaban inmersos en una crisis profunda de un modelo con unas cifras de ventas de discos y singles por los suelos.
Sólo en el año 2015 completo, Spotify pagó a Sony, Warner y Universal un total de 1.630 millones de euros en concepto de derechos por las canciones que pone a disposición de sus usuarios. Actualmente, la plataforma dirigida por Daniel Ek cuenta con un catálogo de más de 30 millones de temas y hasta el 80% de ellas son propiedad de esos tres gigantes de la música.
Aplicaciones como la sueca o su gran rival, Apple Music, pagan una cantidad fija a los cantantes y las discográficas por cada reproducción que hacen los usuarios. Así, Spotify paga 0,00437 dólares por stream, mientras que su principal competidor abona hasta 0,00735 dólares cada vez que alguien escucha una canción.
El último gran tema para ambas plataformas fue More Life, el último single del rapero canadiense Drake. En su primer día consiguió 89,9 millones de reproducciones en Apple Music y 61,3 millones en Spotify, lo que reportó al artista y a su sello un total de 928.646 dólares, casi 870.000 euros, en apenas 24 horas.
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