El tren AVE Madrid-Sevilla número 3 iba completo, alcanzó la velocidad máxima de 250 kilómetros, era saludado a su paso por los ciudadanos desde algunas pasarelas superiores y llegó a su destino con unos minutos de antelación. Ocurrió el 21 de abril de 1992, hace ahora 25 años, cuando a las siete de la mañana comenzó a circular comercialmente en España el tren de alta velocidad coincidiendo con la apertura de la Exposición Universal. El siglo XXI llegaba con algunos años de adelanto.
A los mandos de aquel Alstom se encontraba Alfredo Durán Alonso, un maquinista de Pola de Lena (Asturias) que contaba entonces con 31 años y que llevaba desde 1979 trabajando en Renfe. No fue una decisión vocacional, pero su disposición a opositar permitió dar continuidad a la tradición familiar: su abuelo materno lo había sido, su padre había pilotado trenes de vapor antes de comandar modelos TER (Tren Español Rápido) y dos tíos paternos también pertenecieron al gremio.
A la misma hora que el AVE pilotado por Alfredo Durán echaba a andar desde Puerta de Atocha, otro tren idéntico partía desde la flamante estación sevillana de Santa Justa en dirección a Madrid conducido por Manuel Galve Esteban. Y una semana antes, el 14 de abril, Francisco Mesa Espejo condujo el primer tren de alta velocidad en el viaje inaugural. En los anales ferroviarios de España, los nombres de estos tres maquinistas quedarán asociados a este hito histórico.
La gente se sorprendía de la comida, de la atención al cliente, de la uniformidad de las tripulaciones..."
Hoy, desde su puesto como máximo responsable del negocio de alta velocidad para el mercado Sur, Durán echa la vista atrás y recuerda con satisfacción aquella jornada en la que el AVE comenzó a cubrir los 471 kilómetros que separan Madrid de Sevilla y las simulaciones realizadas los días previos para que todo saliera a la perfección el día D. "Más que nervios sientes la responsabilidad. Tienes en tus manos un tren de esta importancia y esta trascendencia y deseas que todo salga bien. Quieras o no, no paras de darle vueltas a la cabeza. Confieso que la noche anterior dormí lo justo", bromea.
Fue un viaje "plácido", sin incidencias y en el que entre el pasaje era muy comentado la "no sensación de velocidad" y el servicio ofrecido a bordo. "Había una gran expectación dentro del tren. La gente se sorprendía muchísimo de la comida, de la atención al cliente, de la uniformidad de las tripulaciones... Era un cambio de imagen y de modernidad. Se pasaba de una explotación ferroviaria convencional a la que en aquel momento iniciábamos", comenta Alfredo Durán, que aún tiene vivo el recuerdo de pájaros empotrándose contra el tren: "Al principio te sorprendían los impactos de las perdices en el morro y los bajos. Ya no se da tanto, no sé si es porque los pájaros han desarrollado un cierto aprendizaje".
Entre los recuerdos que acumula, guarda con orgullo un pin con el logotipo del AVE en plata, alguna corbata y recortes de prensa de aquella jornada histórica en la que se carecía de perspectiva para valorar en toda su extensión lo que supuso el desarrollo de la alta velocidad en España. "Nadie podía alcanzar a ver la dimensión de lo que iba a significar a todos los niveles. Ha representado una posibilidad de movilidad en un medio que antes no tenía el reconocimiento social que hoy tiene el tren, ha facilitado la vida a muchísimas personas y los desplazamiento ya no se miden en distancia, sino en el tiempo que tardamos en llegar a un sitio. Sevilla no está a 471 kilómetros de Madrid, sino a dos horas y quince minutos o dos horas y media", expone.
La nación se jugaba su prestigio. Tenía que salir todo según lo previsto", recuerda el maquinista del viaje inaugural
Envidiada por otros países, la alta velocidad es un pilar central en la 'marca España'. Y Durán, que dejó la cabina del AVE a finales de 1992 para ejercer responsabilidades en despachos dentro de la compañía, se confiesa orgulloso: "Somos capaces de hacer grandes cosas y las hacemos a todos los niveles. Somos un país fantástico".
La misma responsabilidad que tuvo Alfredo Durán la sintió una semana antes Francisco Mesa Espejo. El 14 de abril de 1992, este maquinista zaragozano pilotó el AVE con el que se hizo el viaje de inauguración oficial de la alta velocidad entre Madrid y el apeadero que Renfe construyó en la isla de la Cartuja, el espacio que acogió la Expo 92. Con salida de Atocha a las 15.30 horas, lo que permitió conexiones en directo en los informativos de televisión, iban a bordo de aquel tren el entonces vicepresidente del Gobierno, Narcís Serra; y los ministros José Borrell (Obras Públicas) y Virgilio Zapatero (Relaciones con las Cortes), y la presidenta de Renfe, Mercé Sala, entre otras autoridades. "En aquel viaje, la nación se jugaba su prestigio a nivel internacional. Tenía que salir todo según lo planificado y salió", rememora.
Mesa llama la atención sobre el salto tecnológico que se dio hace 25 años, pasándose de un ferrocarril "de principios del siglo XX a otro del siglo XXI". "Estábamos acostumbrados a circular a un máximo de 160 kilómetros por hora y pasábamos de manera regular a 250. Era casi de otra galaxia, pasabas de conducir trenes a ordenadores con forma de tren", explica de forma gráfica el hoy responsable de la escuela de formación de Comsa Rail, que recuerda la anécdota de aquella jornada: "Me contaron que el ministro Borrell encendió un cigarro y que lo colocó con la punta humeante hacia arriba en una mesa dentro del tren. Se consumió sin caerse, lo que demuestra la estabilidad que tienen estos trenes".
Acto conmemorativo en Sevilla
La efemérides no pasará por alto. El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, presidirá este viernes en Sevilla los actos conmemorativos del XXV aniversario de la llegada de la alta velocidad a la ciudad andaluza, con un acto en la estación de Santa Justa y una jornada en el Real Alcázar. Entre los asistentes figuran también el ex presidente del Gobierno Felipe González; la presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz; el ministro de Fomento, Íñigo de la Serna; el secretario de Estado de Infraestructuras y Transportes, Julio Gómez Pomar; y los alcaldes Juan Espadas (Sevilla), Isabel Ambrosio (Córdoba) y Francisco de la Torre (Málaga).
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