No hay necesidad de discutir ahora la estrategia de salida del QE (el programa de compra de deuda). No hay evidencia que altere nuestra evaluación de las perspectivas de inflación". El presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi, ha vuelto a mostrarse tajante frente a quienes apuntan que la institución se está planteando el modo de ir retirando en los próximos meses sus políticas de estímulo.
Pese a que Draghi abrió su intervención este jueves en Fráncfort con la persistente promesa de que las compras en el marco del QE "continuarán al nuevo ritmo de 60.000 millones de euros mensuales hasta el final de diciembre de 2017 o hasta una fecha posterior si fuera necesario", las más recientes novedades económicas y políticas habían azuzado en las últimas semanas la expectativa de que el banco central podría aprovechar la coyuntura para dar un paso más hacia el fin de sus medidas extraordinarias de apoyo a la economía.
Y por momentos los inversores creyeron leer algo así en las palabras de Draghi. El presidente del banco central de la eurozona aseguró que "la recuperación cíclica de la economía de la eurozona está llegando a ser progresivamente más sólida y que los riesgos a la baja han disminuido aún más". Como explicaría posteriormente, la región había disfrutado por momentos de una recuperación "frágil y desigual" que ha tornado ahora es "sólida y generalizada".
Este mensaje fue recibido con un súbito repunte del euro claramente por encima de los 1,09 dólares, lo que muestra que en los mercados calaba la idea de que el BCE tomaba una postura más favorable a un próximo endurecimiento de la política monetaria.
Draghi aprecia una recuperación más sólida y la reducción de los riesgos en la región
Pero Draghi no tardó en refutar este pensamiento: "El BCE no ha hablado de la estrategia de salida ni abandonar la postura acomodaticia", insistió ante las preguntas de la prensa. Las caídas que golpearon al euro, hasta los 1,085 dólares, fueron la prueba más evidente de que los inversores habían entendido el mensaje.
Aunque el banco central de la eurozona considera que los riesgos en la región están próximos a una situación de equilibrio, Draghi advirtió de que aún siguen apuntando a la baja.
El banquero italiano no ha tenido en cuenta la reducción de riesgos políticos en Francia con la previsible victoria de Emmanuel Macron en las elecciones presidenciales, ya que, aseguró, la institución no toma decisiones en base a posibilidades electorales.
En cualquier caso, lo que sigue frenando al BCE a la hora de encarar con decisión el camino de la retirada es la falta de señales claras que apunten a una sólida recuperación de la inflación. "Las presiones inflacionarias subyacentes siguen siendo moderadas y aún no han mostrado una tendencia al alza convincente", apuntó.
Por eso, "todavía se necesita un grado sustancial de apoyo monetario para que las presiones inflacionarias subyacentes se levanten y apoyen la inflación general a medio plazo", señaló, en un mensaje ampliamente repetido en los últimos meses, al tiempo que resaltó que la caída de los precios en marzo había sobrepasado las estimaciones, reforzando la idea de que el repunte de inicios de año había respondido a factores temporales.
El BCE no observa razones para variar su hoja de ruta, ante la débil inflación subyacente
Aunque Draghi indicó que los riesgos que amenazan a la eurozona son cada vez más globales y menos internos, el banquero no dejó pasar la oportunidad de demandar las reformas estructurales que necesitan los países de la región. "La aplicación de las reformas estructurales debe intensificarse sustancialmente para aumentar la resistencia, reducir el desempleo estructural y aumentar la productividad y el potencial de crecimiento de producción", volvió a advertir. No obstante reconoció que el escenario no resultaba totalmente sombrío, ya que en algunos países se habían tomado medidas en la dirección adecuada.
El presidente del BCE ni siquiera parece titubear frente a las críticas que llegan a su labor desde países como Alemania. De hecho, ha lanzado un dardo al ministro germano de Finanzas, Wolfgang Schäuble, al asegurar que "resultan irónicas" las críticas desde alguien que, supuestamente, apoya la independencia del banco central.
Draghi logró así despachar cualquier duda del mercado sobre su voluntad de proseguir el rumbo marcado. En un momento en que se ha recordado con insistencia la errónea -por prematura- decisión del BCE de elevar los tipos de interés, hace ahora seis años, cuando Jean Claude Trichet era aún presidente de la institución, el banquero italiano ha trasladado al mercado el mensaje de que no está dispuesto a tropezar en la misma piedra.
Como observa Frederic Ducrozet, de Pictet Wealth Management, "nuestra impresión es que hay un consenso bastante fuerte dentro del Consejo de Gobierno para terminar el trabajo. El BCE no tiene prisa para embarcarse en la normalización de las políticas y con razón en nuestra opinión, siempre y cuando la dinámica de la inflación subyacente siga siendo moderada".
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