Primero fueron los pensionistas, que vieron revalorizados sus ingresos un 0,25% para 2017. Después los empleados públicos, a los que este año se les ha mantenido la subida del 1%. Y también será el caso de los asalariados en el sector privado, que, según el Gobierno, tendrán subidas de sueldos del 1,3% de media. Todos ellos perderán poder adquisitivo este año, puesto que, al mismo tiempo, el Ejecutivo proyecta un aumento de los precios del 1,5% de media. Mientras tanto, las rentas empresariales crecerán un 6,5%.
Así se recoge en el Programa de Estabilidad 2017-2020 remitido este sábado a Bruselas a modo de repaso de las medidas adoptadas por el Gobierno y sus resultados sobre la economía en aras de reducir el déficit público.
El documento de 103 páginas desliza, a propósito de las previsiones de recaudación por IRPF este año, que entre los supuestos que se manejan en el Ministerio de Hacienda está un crecimiento del 4,6% de las rentas de los hogares, debido a un aumento de las rentas del trabajo del 4,5%. A esto añade que "se espera un incremento de los salarios del 1,3%".
Una subida salarial de esta magnitud tendría dos efectos inmediatos. El primero, una pérdida de poder adquisitivo de los asalariados de dos décimas, si finalmente se cumplen los pronósticos del Gobierno y el IPC sube de media un 1,5%.
El segundo es un repunte de los costes laborales unitarios de las empresas --que miden la relación entre la remuneración y la productividad de los empleados--, pero de solo el 1% en 2017, en un contexto de incremento de la ocupación previsto de medio millón de personas.
En este punto, es necesario tener en cuenta que en el conjunto de la masa salarial se contabilizan los sueldos existentes y los nuevos, y que los salarios de los nuevos empleados son inferiores a los de aquellos que ya están en plantilla, aunque su productividad, en ocasiones, puede ser incluso mayor.
El incremento del 1,3% ya se está produciendo
Sobre los existentes, las estadísticas sobre salarios medios pactados en convenio indican que, en lo que va de año, el incremento esta siendo de alrededor del 1,3%, en línea con lo que prevé el Gobierno para todo el año y en ausencia aún de un acuerdo marco salarial entre los sindicatos CCOO y UGT, y las patronales CEOE-Cepyme.
De momento, sus posturas son irreconciliables, puesto que los primeros demandan subidas de entre el 1,8% y el 3% y los empresarios ofrecen entre el 1% y 2,5%, en función de la productividad.
Por otro lado, el Banco de España señala que las cláusulas de revisión salarial para ajustar las subidas al IPC, en caso de que éste creciera por encima de las mismas, han reducido su presencia en los convenios colectivos del 75% al 26% durante la crisis. Esto quiere decir que, si la inflación crece un 1,5% o un 2,2%, como prevé el banco emisor, cada vez menos convenios garantizan el poder adquisitivo.
En cuanto a los nuevos empleados y sus salarios, el Banco de España también maneja un dato significativo. En una medición entre 2006 y 2015, se detectó que las nuevas incorporaciones a las empresas cobran un 24% menos que sus compañeros.
Pues bien, con la previsión de incrementar las plantillas en 2017 en medio millón de personas, el Programa remitido a Bruselas espera que se modere el ritmo de crecimiento de las rentas empresariales. Sin embargo, su avance será aún del 6,5%.
El Banco de España justifica estas disparidades entre salarios y rentas empresariales en un documento de análisis de la última Encuesta de Población Activa: "De cara al futuro, sería deseable mantener la tendencia hacia un menor grado de indexación (vinculación al IPC) de los contratos, incluidos los acuerdos salariales, para facilitar un ajuste más eficiente de la economía", apunta.
Como explicación, el Banco de España añade que, en un contexto como el actual, en el que el componente energético de la inflación en la economía española está registrando niveles relativamente elevados, dicha indexación "provocaría que a la caída de renta real asociada al mayor precio de los productos importados se añadiesen pérdidas de competitividad" para las empresas, porque los costes energéticos afectan a todos los países igual, pero la evolución de los sueldos con el IPC es "menos frecuente en otros países".
Pero también fue el Banco de España el que apuntó hace apenas un mes que si se moderaban los salarios para no repercutir mayores subidas en los precios y no perder la competitividad, también sería necesario moderar los beneficios para no buscar márgenes a través de los precios finales.
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