Banco Popular vive horas convulsas. Mientras la entidad se desangra en bolsa, la nueva dirección del banco, encabezada por Emilio Saracho, se apresura para buscar una solución a las dificultades que le acosan desde hace varios trimestres, con la opción de una venta inminente resonando cada vez con más fuerza.
El banco sigue penando así los efectos de las enormes cantidades de riesgo inmobiliario acumulados durante la crisis y que aún siguen pesando con fuerza en su balance. Según los datos publicados el pasado viernes por la entidad Popular tenía al cierre del primer trimestre un monto de activos no productivos valorado en unos 37.000 millones de euros (incluyendo activos adjudicados y dudosos).
Pese a los intensos esfuerzos en provisiones realizados en los últimos trimestres, la cobertura de estos activos en balance se sitúa en el 45,2%, unos niveles inferiores a la media del sector, que se sitúa en el 49% y claramente por debajo del 55% en que se cifra la cobertura idónea en el manual de buenas prácticas en el sector.
Popular tiene como objetivo principal reducir este riesgo. Durante el primer trimestre, el banco ejecutó la venta de inmuebles por un valor de 459 millones de euros, a los que se sumó la venta de otros 402 millones en crédito inmobiliario. El banco celebraba en la presentación de resultados del pasado 5 de mayo que "existe un claro cambio de tendencia respecto al trimestre anterior, fruto de la nuevas gestión más especializada, con un descenso de los activos improductivos de 569 millones".
Aún así, la exposición inmobiliaria del banco generó hasta el cierre de marzo unas pérdidas de 317 millones de euros.
Ante la inminencia del problema, los expertos siguen evaluando las opciones que se abren para la resolución de los problemas del banco. Según los expertos de Alantra, la entidad necesita obtener unos 2.300 millones de euros para llevar la cobertura de sus activos no productivos a los niveles medios del sector.
A estas cantidades, habría que sumar otros 1.900 millones de euros, que sería necesarios para reforzar el capital del banco y llevar la ratio de capital fully loaded a cotas del 11%, frente al 7,3% en que se situaba al cierre del trimestre.
Esto llevaría las necesidades de capital el banco, a alrededor de 4.200 millones de euros, unas cantidades que representan más del 130% del valor actual del banco en bolsa. Estas necesidades podrían reducirse si Popular lograra vender su negocio en Estados Unidos y su división de tarjetas de crédito Wizink, con lo que podría obtener entre 1.300 y 1.400 millones de euros, según los analistas de Alantra.
Posible venta
En este escenario, y a pesar de la creciente rumorología, los analistas son escépticos sobre la posibilidad de una venta inminente de Popular, aunque la dirección del banco viene trabajando en esta opción desde hace varios meses.
En el sector se da por hecho que ninguno de los bancos medianos está en condiciones de digerir una cantidad de activos no productivos como los que mantiene actualmente en balance el banco presidido por Emilio Saracho, por lo que el abanico de candidatos a hacerse con Popular queda reducido a Santander, BBVA y CaixaBank.
En este sentido, los analistas de Alantra, resaltan que cualquiera de estas entidades puede permitirse pagar entre 0,8 y 1 euro por acción -lo que supondría valorar Popular entre 3.350 y 4.200 millones de euros, aproximadamente- "asumiendo un retorno sobre el capital invertido del 12-14%, dejando suficiente margen para mejorar las ratios de cobertura a las mejores prácticas del sector y suponiendo que también tendrían que ampliar capital por alrededor de 5.000 millones de euros".
Para los expertos de Fidentiis, que también estiman en más de 4.000 millones las necesidades de capital de Popular, no son apreciables los beneficios para Santander y BBVA de adquirir el banco "a menos que el precio que se pague sea extremadamente bajo (considerablemente por debajo de los niveles actuales), porque cualquier comprador probablemente querrá hacer una limpieza masiva de Popular para encontrarse cómodo".
La firma también señala que las salidas de depósitos que ha registrado Popular en los últimos meses -4.000 millones durante el primer trimestre- son una señal preocupante que debería restar a los posibles compradores el interés por pagar un precio alto.
Nuevo revés en bolsa
Mientras tanto, las acciones de Popular volvían a verse golpeadas por la tensión en la mañana de este viernes. El banco presidido por Emilio Saracho ha sufrido un recorte del 4,5%, ampliando, así, su castigo bursátil en 2017 al 18%, lo que le consolida como el peor valor del Ibex.
El nerviosismo inversor queda plasmado en el hecho de que durante la sesión cambiaron de manos más de 60 millones de acciones del banco, frente a la media de 48 millones de las últimas semanas. De hecho, algunos operadores sospechan que el banco ha estado utilizando su autocartera para evitar un hundimiento mayor de la acción.
Este nuevo tropiezo se produce en medio de una creciente rumorología sobre la salud económica de la entidad y la inminencia de su traspaso. Entidades como Santander, BBVA y Bankia vuelven a aparecer en las quinielas como posibles compradores de un banco que se mueve desde hace varios trimestres acosado por las ingentes cantidades de activos no productivos que mantiene en su balance.
Popular tuvo que salir al paso de los rumores en la tarde de este jueves, mediante un comunicado enviado a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) en el que negaba haber abierto un procedimiento de venta urgente y rechazaba las noticias que apuntan que ha registrado una salida masiva de depósitos que ha puesto a la entidad al borde de la quiebra.
Los reguladores están vigilando de cerca el comportamiento de los inversores bajistas, ante la sospecha de que estarían filtrando informaciones interesadas sobre Popular para provocar el hundimiento de sus acciones. Las posiciones cortas sobre el banco se encuentran actualmente en niveles récord, por encima del 12%.
Sin embargo, en el mercado se da por hecho -y la dirección del banco viene trabajando en ello desde hace meses- que la solución a los problemas de Popular pasa por su venta a otra entidad, dadas las elevadas cantidades de capital que necesita, que se calculan en más de 4.000 millones de euros, un monto próximo a la capitalización total del banco.
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