Hace poco más de un año un hombre puso patas arriba el sector de las renovables en España. Tras cuatro años de sequía total por la moratoria impuesta a las energías verdes, el Gobierno abría la mano y convocaba una subasta para instalar nueva potencia eólica y de biomasa. Los gigantes energéticos estaban llamados, como siempre, a dominar la puja y repartirse el grueso de los lotes en liza. Pero nones.
Esos gigantes –Iberdrola, Endesa, Gas Natural, Acciona…- se quedaron fuera. Sin nada. Al cierre de la subasta ninguno de los grandes había conseguido adjudicarse ni uno de los 700 MW que se licitaban. Nadie sabía lo que había pasado. Hasta en el Ministerio entonces de Industria se pensó que había fallado el sistema, porque en menos de un minuto se había adjudicado toda la potencia y algunas de las ofertas no es que contemplaran grandes descuentos es que la ayuda pública que reclamaban al Ejecutivo era directamente cero.
Forestalia, una escisión de un grupo cárnico familiar, ha vapuleado en las dos subastas de renovables a los gigantes del sector
Las agresivas ofertas de un grupo semidesconocido habían reventado la subasta. Forestalia, una pequeña compañía aragonesa, casi un outsider comandado por Fernando Samper –antaño uno de los capos del sector cárnico español-, había conseguido adjudicarse 300 de los 500 MW de energía eólica en liza y 108 de los 200 MW de biomasa.
Los próceres del sector energético le acusaron de haberse pasado de frenada, de haber entendido mal las bases de la subasta, de reventarla por un error de cálculo… Pero ese hombre que entonces puso patas arriba el sector de las renovables en España lo ha vuelto a hacer esta semana. Si lo de hace un año fue un error, Samper se ha lanzado a repetirlo con ganas.
Esta semana Forestalia volvió a arrasar en la nueva subasta organizada por el Gobierno. La compañía se quedó con 1.200 MW eólicos del total de 3.000 que se subastaban. Consiguió el doble que lo que obtuvieron los grandes como Gas Natural Fenosa o Endesa, seis veces más que Gamesa... Samper, un directivo alérgico a la prensa y del que es más que difícil encontrar fotos siquiera a través de Google (prueben ustedes), lo había vuelto a hacer.
El antiguo rey del cerdo
La familia Samper gestiona un auténtico imperio del sector de la carne. Hace ochenta años, el abuelo, Tomás, vendía cochinillos casa a casa, comerciaba con ganado al por menor… Tres generaciones después, los nietos gestionan Grupo Jorge, que factura más de 600 millones de euros al año, que controla todas las fases del proceso, que es ya uno de los grandes exportadores de carne del país con China como principal mercado…
Samper ganó la primera subasta con precios de derribo que dejaron por sorpresa fuera del reparto a las grandes eléctricas
Fernando Samper era el consejero delegado del grupo familiar hasta que en 2011, por diferencias de criterio con sus hermanos sobre hacia dónde dirigir la compañía, abandonó ese imperio del porcino. Fue entonces cuando fundó Forestalia con parte de los activos energéticos que tenía hasta entonces Grupo Jorge y con otros que compró a la alemana RWE.
Forestalia era un grupo pequeño, casi enano para las magnitudes que se manejan en el sector. Pero tras arrasar en las dos subastas, la compañía zaragozana se ha colocado directamente como el sexto mayor productor eólico del país y muy cerca de asaltar el quinto puesto que ocupa Gas Natural Fenosa. De la cola a estar entre los grandes sólo con dos golpes de mano. Para unos, golpes audaces para romper el oligopolio de los gigantes del sector. Para otros, el primer paso de una historia que puede acabar mal.
Reventando subastas
En la subasta de enero de 2016 Forestalia se alzó como ganador sorprendiendo a todos con sus precios de derribo. Quizá el objetivo del grupo era sólo garantizarse entrar entre los ganadores con su oferta de prima cero, confiando que el precio final lo elevarían el resto de adjudicatarios. El sistema de la puja es marginalista, así que la última oferta que entra en la adjudicación fija el precio para todas las demás. La peor oferta que consigue entrar en el reparto es la que determina el precio para todos.
En la puja de esta semana todos ofrecieron el precio mínimo permitido. Forestalia arrasó por lanzar la oferta de mayor tamaño
En la subasta de esta semana, sin embargo, todos los participantes estaban sobre aviso. También el Gobierno, y por eso fijó un precio mínimo de inversión por megavatio al que los candidatos podían presentar sus proyectos para evitar rebajas temerarias. Al final todos los adjudicatarios –todos- ofrecieron al unísono ese descuento máximo permitido por los pliegos.
Así que el Gobierno tenía que utilizar varios criterios de desempate que fueron los que permitieron a Samper adjudicarse los 1.200 MW a los que optó. Los que finalmente pesaron para el resultado final fueron la cantidad de lotes por los que se pujaba (y Forestalia realizó la mayor oferta de todos los candidatos, con el mayor número de lotes del mayor tamaño permitido) y el orden de llegada de la oferta al sistema (la compañía aragonesa ya había demostrado hace un año su capacidad de presentarla de manera telemática apenas unos segundos después de la apertura de la puja), explican fuentes conocedoras de cómo se desarrolló la puja.
Oferta agresiva y a lo grande, las claves para que un casi recién llegado derrotara a los gigantes del sector eléctrico. Forestalia lanzó una oferta para quedarse con un 40% de toda la potencia subastada... y se la quedó. “Se insiste mucho en bromear sobre que Samper es un carnicero que se ha metido como un elefante en una cacharrería en el sector de las renovables”, apunta un ejecutivo del sector que no critica las maneras del empresario aragonés, “pero lo cierto es que ha encontrado una brecha para atacar el statu quo de los grandes y para intentar que haya una energía renovable más barata. Ahora hay que ver si lo consigue”.
Las dudas sobre el proyecto
La viabilidad de los planes de Samper sigue levantando suspicacias en el sector y en el propio Ministerio. Desde que se adjudicó los lotes de la subasta en 2016, los proyectos ganadores han avanzado poco o nada. Durante este tiempo Forestalia se ha estado fajando para conseguir primero el aval que exigía el Gobierno y después buscando socios para obtener la financiación para levantar los parques eólicos (más de 300 millones de euros).
Forestalia aún no ha cerrado la financiación de la inversión de 1.800 millones que exige el desarrollo de todos los parques eólicos
Los proyectos ligados a la primera subasta han de estar en marcha en 2020. Pero las bases del anterior concurso eran tan laxas que a Forestalia no le puede exigir de facto el Gobierno ningún avance real hasta entonces. Incluso en los mentideros del sector se apunta que esos 300 MW de eólica se dan por perdidos en el Ministerio de Energía y por eso lanzó la megasubasta de esta semana.
“Los proyectos adjudicados el año pasado avanzan según lo previsto y van a salir adelante”, sentencian fuentes próximas a Forestalia. Pero lo cierto es que para la nueva puja el Ministerio, ahora dirigido por Álvaro Nadal, introdujo exigencias mayores para garantizar la ejecución de los proyectos ante las dudas generadas por la compañía de Samper.
Por un lado, triplicó el importe de los avales exigidos (ahora a razón de 60.000 euros por cada megavatio adjudicado) y exigió hitos temporales intermedios para asegurarse de que las compañías están realizando avances reales para poner en marcha los parques. Y si no se producen esos avances, los avales se irán ejecutando progresivamente.
En cualquier caso, tras la zozobra del último año, Forestalia se ha plantado en la nueva subasta de la mano de un socio de peso. El gigante General Electric es su nuevo socio tecnológico e industrial como proveedor de todos los aerogeneradores necesarios para levantar los parques, y se da por hecho que también ha ayudado al grupo español para aportar los 72 millones en avales exigidos para la adjudicación definitiva de los 1.200 nuevos MW.
Samper ahora también tiene que buscar socios financieros para poder afrontar la inversión de cerca de 1.500 millones que exige la construcción de los lotes adjudicados. Una faceta a la que puede acabar sumándose la propia General Electric también y en la que también podría participar el fondo Blackrock, como ha adelantado El Confidencial.
Forestalia también tendrá que buscar la financiación bancaria para cubrir su parte. Y en esa tarea los bancos van a calibrar el riesgo asumido por un grupo pequeño, sin el músculo financiero de las grandes eléctricas, y que está dispuesto a generar electricidad con renovables sin ninguna ayuda pública, sólo al precio que marque el inestable mercado eléctrico mayorista.
Es el gran riesgo que ha asumido el que quiere ser un nuevo rey de las renovables, y el que ha forzado a asumir también al resto de compañías adjudicatarias.
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