La Agencia Tributaria ha desplegado este jueves una nueva macrooperación contra la economía sumergida y el fraude relacionado con productos manufacturados procedentes de China para su distribución y comercialización en España. Se trata de una de las prácticas irregulares perseguidas con más ahínco por el fisco desde 2014. Tanto es así que en 2017 se ha convertido en un objetivo prioritario en la lucha contra el fraude.
Las estrategias utilizadas por las organizaciones que se encargan de introducir, distribuir y comercializar estos productos --habitualmente textiles, calzados, bolsos y artículos de marroquería-- es conocida por las autoridades y suele seguir, a grandes rasgos, tres procedimientos.
Productos infravalorados
Uno de los más empleados es la declaración de las mercancías a un valor inferior al real para poder venderlo más tarde a un precio reducido. De esta forma, las organizaciones no solo ahorran dinero en el pago de aranceles e impuestos --supone un fraude tanto en los derechos de importación como en el IVA--, sino que también llevan a cabo una suerte de competencia desleal al tener margen suficiente para tirar los precios finales en los habituales bazares.
Un ejemplo de estas prácticas salió a la luz tras la ejecución de la Operación Impala en 2016. En aquella ocasión, la Agencia Tributaria logró desarticular una organización dedicada al fraude en la importación de mercancías procedentes de China y Pakistán con destino a España infravalorando los valores en la aduana. El fisco puso fin de esta forma a un fraude de 12 millones de euros en cinco años solo en relación con el cobro del IVA, además de a un blanqueo de dinero que alcanzó los 1,5 millones de euros.
Productos falsificados
Las autoridades también persiguen la falsificación de productos procedentes de China. Según la Agencia Tributaria, alrededor del 77% de los productos falsos que entran por las aduanas españolas proceden de Asia y, en particular, de China. Las vías de entrada son, sobre todo, los puertos de Barcelona, Valencia y Algeciras.
Según la Asociación Nacional de Defensa de la Marca (Adema), para poder detectar estos productos existe en las aduanas un sistema con tres circuitos de contenedores, que se discriminan en función del país de origen.
Estos tres circuitos se distinguen por colores: en el verde se colocan las mercancías que pasarán sin trabas por la aduana; en el naranja, las que se someterán a una inspección meramente documental; y en el rojo, los contenedores que serán abiertos para su comprobación. De acuerdo con este sistema, un contenedor procedente de China irá directamente al circuito rojo.
Sin embargo, los defraudadores también aprenden y buscan formas de burlar estos circuitos. Muchos proveedores hacen escala en lugares como Singapur o Hong Kong, donde los controles son menores, y de esa forma se va difuminando el rastro hasta el punto que, una vez en España, el origen chino ya no es tal.
La Oficina Europea Antifraude (OLAF) emitió hace unas semanas un informe en el que precisamente se refería a este tipo de prácticas y exponía un claro ejemplo. Los investigadores de la OLAF se interesaron en 2016 por una partida de rodamientos incautada en la frontera checa procedente de China. A raíz del hallazgo, alertaron a otros países y, poco después, Francia informaba de la llegada de tres contenedores con 21 toneladas de los mismos rodamientos destinados a España. En un siguiente paso, las autoridades aduaneras españolas, junto a la OLAF, empezaron a vigilar a la empresa destinataria, a la que se le incautaron tres toneladas más y que resultó estar dedicada a comerciar de forma fraudulenta con este tipo de mercancía por todo el mundo.
La tercera vía: la importaciones paralelas
Existe también una tercera vía que, sin ser ilegal desde el punto de vista de la jurisdicción comercial, hace un importante daño a las marcas. Es la conocida como importaciones paralelas.
Todo parte de una multinacional que comercializa sus productos en distintos países y que lo hace, como es lógico, con diferentes precios. En paralelo, un comercio puede adquirir grandes lotes de estas mercancías en lugares donde el precio sea reducido para, posteriormente, venderlos con importantes ganancias en otros países, como España.
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