En el listado de deberes que empresas y gobiernos manejaban a inicios de 2017, la necesidad de gestionar el repunte de los costes de la deuda aparecía en un lugar principal. La llegada de Donald Trump a la Casa Blanca con un millonario plan de estímulo fiscal y la expectativa de que los bancos centrales fueran avanzando -cada uno a su ritmo- en la progresiva retirada de sus medidas de apoyo a la economía hacía presagiar que este ejercicio estaría caracterizado por el incremento de los tipos de los bonos desde los niveles históricamente bajos en que se habían situado en 2016.
Y lo cierto es que los primeros compases del año parecían confirmar estos presagios. El interés del bono español a 10 años alcanzó a mediados de marzo sus cotas más elevadas en 16 meses, al borde del 1,9%. Desde entonces, sin embargo, el rumbo ha virado de forma notable y este jueves, esta tasa descendía nueve puntos y se situaba por debajo del 1,5% por primera vez desde el pasado enero.
Este movimiento estuvo motivado por los mensajes lanzados por el presidente del Banco Central Europeo (BCE), Mario Draghi. Aunque dio los primeros pasos para una retirada de los estímulos, las bajas previsiones de inflación que puso sobre la mesa reforzaron la creencia de que cualquier movimiento en este sentido será muy gradual y mesurado.
El interés del bono español a 10 años ha caído más de 40 puntos básicos en tres meses
"Draghi continúa preocupado por la inflación, por lo que seguirá fuertemente involucrado en el mercado europeo de bonos públicos en los próximos meses, dejando poco espacio para que los rendimientos aumenten", explica Anna Stupnytska, economista global de Fidelity.
De este modo, los tipos de la deuda soberana europea cayeron de forma generalizada, con especial incidencia en los países periféricos, considerados más dependientes del sustento de Draghi. Así, por ejemplo, la rentabilidad del bono italiano descendió 12 puntos básicos y los de Irlanda y Portugal registraron sus niveles más bajos en el año.
En el caso de España, la rebaja de costes afectó a casi todos los plazos de la deuda, como los títulos a cinco años, que situaron su rentabilidad en el 0,26%, cinco puntos básicos por debajo del cierre del miércoles y, también, mínimos desde enero.
Con este movimiento, se da una nueva vuelta de tuerca a la caída de los tipos que se viene registrando en los mercados desde hace varios meses. Esta tendencia responde a una reducción de las expectativas de inflación a nivel global, motivado entre otras razones por el nuevo descenso de los precios del petróleo, la mesura con la que los bancos centrales están abordando la retirada de los estímulos y las dudas surgidas en torno a las políticas fiscales de Donald Trump. El alivio de las incertidumbres políticas en países como Holanda y Francia también ha sustentado este movimiento.
De este modo, las rentabilidades de los bonos se han reducido en los últimos tres meses de forma generalizada, no sólo en Europa sino a nivel global. España ha sido uno de los principales beneficiarios de este movimiento: la fortaleza económica, el respaldo de las agencias de rating y la mejor percepción de la situación política -a pesar de amenazas como el desafío secesionista catalán- son algunos de los factores que más están contribuyendo al apetito de los inversores por la deuda española.
Ahorro en intereses
Estos hitos representan un notable alivio para las cuentas públicas. Con un monto de deuda en el entorno del billón de euros, los intereses de los bonos representan una carga muy cuantiosa en los presupuestos del Estado. En los presupuestos para 2017, el Gobierno español estima que el pago de la deuda representará un coste de 32.171 millones de euros, una cifra un 75% superior a lo que está previsto que se destine a la prestación por desempleo.
Esos cálculos fueron realizados bajo una hipótesis en la que los costes del bono a 10 años se situaban en el 2%. Transcurrida casi la primera mitad del año, lo cierto es que estos títulos no han llegado a tocar esos niveles y ahora se encuentran muy alejados de ellos. Se sitúan, incluso, por debajo del 1,7% que el Gobierno estimaba en el Programa de Estabilidad Financiera para el año 2017-2020 que presentó poco tiempo después.
Los costes actuales de la deuda se sitúan muy por debajo de lo estimado por el Gobierno
De este modo, el Gobierno se encuentra con margen suficiente para rebajar los costes asociados al pago de la deuda, como se viene demostrando en las estadísticas mensuales del Tesoro Público español. Según los datos a cierre de diciembre, el interés medio de la deuda española se situaba en 2,7%, en zona de mínimos históricos y 0,1 puntos porcentuales por debajo de los niveles de cierre de 2016. Sólo ese recorte ya representaría un ahorro próximo a los 1.000 millones de euros respecto al monto total de deuda pública en circulación.
El Tesoro Público ha logrado, además, reducir estos costes al tiempo que alarga los plazos de vencimiento de la deuda, lo que le permite más flexibilidad en la gestión de su endeudamiento y le protege frente al esperado repunte de los tipos a medio plazo.
También en este sentido, el organismo ha aprovechado la favorable coyuntura del mercado para acelerar las emisiones de deuda, con lo que ya ha cubierto más de la mitad de sus objetivos de financiación para 2017.
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