La crisis financiera desatada hace ya cerca de una década ha dejado a nivel global un largo reguero de entidades rescatadas con dinero público. Un procedimiento no exento de polémica: al fin y al cabo, los ciudadanos han tenido que correr con la factura de los excesos cometidos por la banca durante los años de crecimiento. Y España ha sido uno de los países que ha acumulado mayores costes por afianzar el sector financiero.
Para evitar que vuelva a repetirse esta situación, que ha generado una notable contestación social, la Unión Europea ha levantado un mecanismo para la intervención de los bancos sin empleo de dinero público. Y la reciente resolución de Banco Popular ha supuesto su bautismo.
Pero aún así, las autoridades europeas consideran que el uso de dinero público para rescatar a los bancos en dificultades puede estar justificado en ocasiones concretas. En un discurso pronunciado este miércoles en Roma, el vicepresidente del Banco Central Europeo (BCE), Vitor Constancio, ha recordado que a la hora de valorar los costes de rescatar a la banca no debe tenerse en cuenta únicamente el empleo directo de dinero público sino los costes derivados de la inestabilidad financiera que pueden, "en algunas circunstancias, ser más elevados".
La inestabilidad financiera puede tener un coste mayor que el de un rescate
Tomando como referencia las consecuencias de la caída de Lehman Brothers, en la que se decidió no emplear dinero público, Constancio ha señalado que "la inestabilidad financiera puede tener un coste muy significativo para los contribuyentes, incluso si no es visible a muy corto plazo", advirtiendo que ésta es "una noción que todos los responsables políticos deben tener muy en cuenta".
De hecho, el nuevo reglamento de resolución bancaria de la Unión Europea contempla la posibilidad de emplear dinero público para apoyar a la banca mediante el empleo de las llamadas recapitalizaciones cautelares, una fórmula que ha sido utilizada recientemente por Italia para abordar el saneamiento de Monte dei Paschi di Siena. Aunque la estrategia italiana generó ciertos recelos en Bruselas, el BCE se mostró en todo momento abierto a una interpretación laxa de la normativa.
Para Constancio, aunque la normativa europea "merece todo el apoyo, ya que representa un cambio desde el cómodo rescate público a una nueva cultura de rescates privados, lo que minimiza el riesgo moral", el dinero público aún puede jugar a día de hoy un papel relevante en cuestiones cruciales para la banca como la reducción de sus montos de activos improductivos en balance.
"Las reformas estructurales necesarias pueden requerir mucho tiempo para producir resultados y para ganar crédito con los inversores", apunta el vicepresidente del BCE. Por eso, apunta que las sociedades de gestión de activos con soporte público, como la Sareb en España, "pueden ayudar a limpiar de forma rápida los activos improductivos en balance y liquidarlos durante un periodo de tiempo más largo".
"Al poner en juego garantías de capital y financiación, los gobiernos pueden señalar su compromiso con las reformas estructurales y adelantar los beneficios correspondientes", indica Constancio.
En opinión del directivo del banco central de la eurozona, en los últimos años se han hecho notables progresos para garantizar un sector financiero más robusto, pero "todavía queda mucho por hacer para superar plenamente las consecuencias de la crisis financiera y restaurar plenamente la situación de los sectores bancarios nacionales".
Más tecnología y menos sucursales
En esta tarea, Constancio observa la necesidad de que los bancos se esfuercen por amoldarse al nuevo entorno en el que se mueven y recuperar los niveles de rentabilidad necesarios para garantizar su viabilidad. Y recalca dos tareas pendientes: la consolidación del sector, a través especialmente de fusiones transnacionales, y una mejora de la eficiencia aprovechando las ventajas que ofrecen las nuevas tecnologías.
En relación a este último punto, el banquero portugués señala que "una comparación entre países sugiere que la importancia relativa de los canales de distribución físicos frente a los digitales puede ser uno de los factores diferenciadores entre los países en términos de rentabilidad", alentando una reducción de sucursales y empleados, en favor de un incremento de los servicios online.
La digitalización se antoja esencial para la mejora de la rentabilidad de la banca
"Aparte de reducir potencialmente los costes, una mayor dependencia de la digitalización de los servicios financieros también puede resultar en mercados bancarios más competitivos, ya que resulta más fácil para los clientes de los bancos comparar los productos y precios de los bancos", lo que a su vez podría tener un impacto positivo sobre la eficiencia, comenta Constancio.
No obstante, el vicepresidente del BCE reconoce que esta tarea puede resultar compleja, al requerir importantes inversiones iniciales en la puesta en marcha de los nuevos sistemas tecnológicos o en las compensaciones por despido de personal. "Por lo tanto, los bancos más limitados de capital pueden enfrentarse a dificultades para llevar a cabo esquemas de reducción de costes radicales".
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