El turismo español vive un auténtico boom. Un auge que ahora nos parece casi permanente, después de un lustro con récord de llegadas de turistas, con máximos de ingresos por turismo… Pero antes de ese boom, el sector sufrió un bache en plena crisis económica que se llevó por delante a algunos de los grandes grupos turísticos del país.
El Grupo Marsans, enseña histórica del turismo patrio, implosionó en 2010 en medio de una maraña de deudas cruzadas entre sus sociedades y de impagos de sus proveedores. Un derrumbe que acabó precipitándose por el vaciamiento de sus cuentas por parte de la su propietarios (Gerardo Díaz Ferrán, cofundador y copresidente, ha sido condenado a cinco años de cárcel y a un multa de 1,2 millones de euros por ello).
El derrumbe del antaño mayor grupo turístico nacional y de su pléyade de filiales aún acumula siete años después un pufo de más de 46 millones de euros con Hacienda, según el listado de grandes morosos publicado por la Agencia Tributaria.
Viajes Marsans, la red de agencias que fue la joya de la corona de la corporación, aún adeuda más de 23,7 millones de euros. Otras filiales del grupo turístico figuran en el listado de Hacienda, como la aerolínea Air Comet (con 13,91 millones), la empresa de asistencia en aeropuertos Newco (1,75 millones), el touroperador Tiempo Libre (2 millones), la cadena hotelera Hotetur (3,02 millones), así como Teinver, la sociedad patrimonial que compartían Díaz Ferrán y su difunto socio Gonzalo Pascual, y que tiene una deuda de 2,15 millones.
Orizonia, otro de los grandes grupos turísticos que nació tras la venta al capital riesgo de la división de viajes del grupo Iberostar, acabó desplomándose en 2013 y los efectos se siguen notando con una mora de 26,5 millones con la Agencia Tributaria.
La matriz Orizonia Travel Group adeuda 5,88 millones de euros; las agencias de Viajes Iberia y Viajes Iberojet deben 8,1 millones y 1,66 millones, respectivamente; y los touroperadores Iberworld e Iberotravel acumulan un agujero de 7,18 millones y 3,74 millones cada uno.
La quiebra de Spanair dejó un pufo al fisco de 7,15 millones de euros. La compañía fue una de las primeras que nació el calor de la liberalización de la aviación en España, estuvo ligada también al grupo Marsans y en sus últimos compases acabó gestionada de manera indirecta por la Generalitat de Cataluña. La aerolínea entró en concurso de acreedores en 2012, uno de ellos sigue siendo Hacienda.
El boom del ladrillo tuvo su reflejo en el sector turístico en modo de proyectos faraónicos de difícil justificación. Al calor inversor de las Administraciones y de grupos privados se construyeron, por ejemplo, algunos aeropuertos que aún hoy tienen escasa o directamente nula actividad. El aeropuerto de Ciudad Real, que aún trata de adjudicarse a nuevos socios de forma definitiva, mantiene una deuda con la Agencia Tributaria de 7,02 millones de euros. Y el semivacío aeropuerto de Castellón adeuda 4,27 millones.
Otro antiguo baluarte del turismo vacacional patrio se encuentra entre los grandes moroso. Marina D'Or, la famosa ciudad de vacaciones de Oropesa del Mar, promotora y comercializadora de viviendas vacacionales, acumula una deuda con el fisco de 45,3 millones de euros.
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