Garantizar el suministro de combustible nuclear en caso de interrupción por problemas políticos o del mercado es el objetivo del banco de uranio que el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) abre esta semana en Kazajistán. Esta reserva almacenará 90 toneladas de uranio de bajo enriquecimiento (LEU, por sus siglas en inglés), el ingrediente esencial para fabricar el combustible que alimenta los reactores atómicos de agua ligera para generar electricidad, informa Efe.
Este material es adquirido habitualmente en el mercado abierto o por acuerdos bilaterales entre países, un circuito que este nuevo banco no quiere entorpecer. El OIEA insiste en que esta reserva es un "mecanismo de último recurso" para situaciones en las que un Estado miembro de este organismo de la ONU no pueda acceder al combustible por las vías habituales. De hecho, esas 90 toneladas suponen una cantidad discreta en relación al consumo mundial. Alcanzarían para una carga completa de un reactor tipo de agua ligera, capaz de suministrar electricidad a una gran ciudad durante tres años.
El OIEA, que gestiona esta reserva, ha establecido una serie de estrictos criterios para que un Estado miembro pueda solicitar y comprar uranio de este banco. Para empezar, tiene que haber una interrupción de suministro "debido a circunstancias extraordinarias" que hagan que el país en cuestión no pueda obtener el combustible por los medios habituales.
Además, el OIEA tiene que haber certificado que no ha habido en el pasado desvío de material nuclear y que el país cumple todas las medidas de salvaguardas. El país comprador debe comprometerse a usar el uranio sólo para producir combustible, nunca para armas, y a no volver a procesarlo o transferirlo a terceros sin expreso consentimiento del OIEA.
De cumplir esas condiciones y una vez abonado, a precio de mercado, el coste de reponer el uranio, el material será introducido en unos cilindros especiales que serían trasladados desde el norte de Kazajistán, donde se ubica el banco, hasta una instalación donde el LEU pueda ser transformado en combustible.
Almacenado en Kazajistán
Para asegurar el transporte, el OIEA firmó en 2015 un acuerdo con Rusia para permitir el tránsito de material por el territorio de este país. El banco se ha instalado en la planta metalúrgica de Ulba, en el norte de Kazajistán, cuyas autoridades son responsables de la seguridad de la instalación, pese a que la gestión recae directamente en el OIEA.
"El banco de combustible es una excelente idea", afirma a Efe Heinz Gärtner, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de Viena y asesor del Ministerio de Defensa austríaco. Según este experto, el banco asegura a los Estados el uso pacífico de la energía atómica sin necesidad de desarrollar un costoso programa de enriquecimiento. Además, afirma, reduce la dependencia que los países sin armas nucleares tienen del mercado.
"El banco de combustible es, en ambos casos, un reaseguro, cuando los proveedores en los mercados internacionales manipulan los precios o cuando deja de suministrarse el LEU por motivos políticos, por ejemplo sanciones", explica Gärtner. Respecto a la ubicación en Kazajistán, Gärtner recuerda que este país es el principal miembro de la Zona Libre de Armas Nucleares de Asia Central, lo que reduce el riesgo de un ataque atómico, y además podría contribuir a que países como Mongolia e Irán se sumen también a ese acuerdo. Según el OIEA, la planta de Ulba "es una instalación nuclear con operaciones a escala comercial y la infraestructura completa para almacenar, transportar y procesar el LEU de forma segura".
Los 150 millones de dólares (128 millones de euros) presupuestados para el funcionamiento del banco durante sus primeros diez años provienen de aportaciones voluntarias. Las principales provienen del empresario Warren Buffet (50 millones de dólares), Estados Unidos (49 millones) y la Unión Europea, que aporta 25 millones de euros.
El OIEA también gestiona una reserva de 123 toneladas de uranio en la ciudad rusa de Angarsk, mediante un acuerdo con el Gobierno ruso, y participa en un mecanismo liderado por el Reino Unido para asegurar que no se interrumpe el suministro entre países proveedores y receptores de combustible nuclear. Estados Unidos dispone de su propia reserva de combustible nuclear.
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