Desde hoy, una nueva visión va a gobernar nuestro país. Desde este momento se va a imponer el América primero”, bramó Donald Trump desde la escalera del Capitolio en su primer discurso como presidente de Estados Unidos. “Cada decisión en materia de comercio, impuestos, inmigración o relaciones internacionales se tomará para beneficiar a los trabajadores y las familias estadounidenses”.
Las bravatas proteccionistas de Trump durante la campaña electoral tenían a China y México como principales centros de diana de sus ataques verbales, entre permanentes promesas de imposición de nuevas barreras para garantizar “prosperidad y fortaleza” a unos votantes que acabaron comprando el discurso.
Pero el ardor proteccionista del presidente Trump puede acabar teniendo como inesperada víctima, no ya al gigante asiático y al vecino del sur, sino a las aceitunas españolas. América primero, y las olivas norteamericanas, también.
EEUU investiga si las empresas españolas venden ilegalmente sus olivas por debajo de su coste real
El Gobierno de Estados Unidos ha abierto una investigación formal para determinar si las aceitunas negras españolas se comercializan en el país con precios excesivamente bajos gracias a las subvenciones públicas que reparte la Unión Europea, lo que supondría una competencia desleal e ilegal con los productores locales. En pleno fervor proteccionista, EEUU ha abierto sólo en lo que va de año otras 50 investigaciones similares contra productos y sectores de otros países.
El proceso puede derivar en la imposición de duros aranceles que harían directamente inviables las exportaciones a EEUU de olivas negras españolas durante varios años. “Si se incumplen las normas, actuaremos rápidamente para detener cualquier práctica comercial desleal”, advirtió el mismo secretario de Comercio de EEUU, Wilbur Ross, mostrando su “compromiso con un comercio libre, justo y recíproco con España”.
El conflicto comercial está lejos de ser una anécdota. Y es que España es una auténtica potencia en el sector de la aceituna de mesa, la que no se transforma en aceite, sino que se come directamente. Somos el mayor productor mundial (con casi 600.000 toneladas de aceitunas el año pasado) y somos el mayor exportador (con más de 332.000 toneladas vendidas a 180 países y concentrando el 21% de todo el comercio internacional del producto).
Un potencia que tiene en Andalucía, singularmente Sevilla, y Extremadura sus epicentros productores. De las 405 industrias entamadoras -la que se dedica a transformar la oliva en aceituna de mesa- que operan en España, más de la mitad se concentran en territorio andaluz y otro centenar en la región extremeña. Les sigue de lejos Aragón con 35 plantas.
"America primero", brama Donald Trump. Y las olivas norteamericanas, primero también
Y ahora los cimientos de este emporio global se tambalean, porque es precisamente Estados Unidos el principal destino de las exportaciones nacionales. El gigante americano compró el año pasado más de 78.000 toneladas de aceitunas de mesa españolas, casi una cuarta parte de todas las ventas internacionales del sector patrio. Las ventas del sector aceitunero a EEUU rondaron el año pasado los 71 millones de dólares (unos 60 millones de euros al cambio actual). Y la guerra con la Administración Trump puede acabar tumbando la actividad de muchas de las empresas de esta industria.
Una guerra para frenar al líder mundial
Las compañías californianas Bell Carter Food y Musco Family Olive Company –las dos únicas que producen aceituna de mesa en aquel estado- presentaron el pasado junio una demanda ante el Departamento de Comercio. Las dos compañías, agrupadas bajo el pretencioso nombre de Coalición por el Comercio Justo de las Aceitunas Maduras, denuncian que las empresas españolas venden en EEUU las olivas negras a un precio inferior a los costes, lo que supone una práctica comercial ilegal denominada dumping, y que consiguen hacerlo gracias a las ayudas públicas de la UE al campo europeo.
España es la gran potencia aceitunera mundial: el mayor productor de olivas y también el mayor exportador
“Por culpa de las baratas y subvencionadas importaciones españolas, nuestra industria está en declive, con sólo dos compañías procesadoras , 890 agricultores y menos de 19.300 acres [unas 7.800 hectáreas] en el sector”, critica Tim Carter, el consejero delegado de Bell Carter Food. “La supervivencia de la aceituna de mesa en Estados Unidos está en peligro”. Según sus estimaciones, las compañías españolas tiran los precios hasta recortar los márgenes entre un 78% y un 223%.
El momento del arranque de la batalla legal no es casual. Las dos empresas estadounidenses presentaron la demanda apenas unos días después de que se presentara en Nueva York un plan de acción respaldado por la Comisión Europea para elevar aún más las ventas de aceitunas españolas en el país.
La industria aceitunera veía margen para seguir creciendo en EEUU: ya vende 78.000 toneladas al año, pero el país compra más 136.000 toneladas en el exterior, así que el potencial de mejora es evidente. Y por eso ha lanzado un programa de promoción para el trienio 2017-2019 con un presupuesto de 7,5 millones de euros, que contaba con la financiación directa de la Unión Europea. Los planes ahora pueden verse frenados en seco.
Ataque a la PAC
“Vamos a demostrar que las acusaciones no tienen fundamento”, sostiene Antonio de Mora, secretario general de la Asociación España de Exportadores e Industriales de Aceituna de Mesa (Asemesa), la organización encargada de coordinar la defensa del sector en la investigación de EEUU. “Los argumentos en que se basan estas acusaciones son falsos. Nuestras empresas operan dentro de la legalidad de la Unión Europea y de la organización Mundial de Comercio”.
Desde la patronal de los exportadores se asegura que las compañías españolas han conseguido reducir el precio de venta de sus aceitunas gracias a los esfuerzos del sector para reducir los costes, y que nada tiene que ver con las ayudas públicas de la Unión Europa al sector agrario. "La industria española es muy eficiente y sus precios de venta son consecuencia de esa eficiencia, que la convierte en una industria muy competitiva", explica De Mora.
El conflicto de las aceitunas puede ser sólo la punta de lanza para que EEUU cuestione todas las ayudas públicas de la UE
Los productores españoles preparan su respuesta legal de manera coordinada con el Gobierno español y con la Comisión Europea, y que ambas administraciones se han personado ya en el caso como partes implicadas. Este mismo martes está prevista una reunión a tres bandas con representantes de Asemesa, el Ministerio de Economía y el Ministerio de Agricultura para preparar los siguientes pasos de defensa.
La investigación de Estados Unidos se desarrolla en tres frentes. Uno para determinar si las compañías españolas están vendiendo sus aceitunas por debajo de su coste real. Otro para establecer en qué medida afectan estas prácticas al sector norteamericano y si se ve efectivamente perjudicado por esta presunta competencia desleal. Y un tercero, el que puede acabar siendo de más calado, para aclarar si el sector aceitunero español se está beneficiando de ayudas públicas comunitarias que, por excesivas, pudieran considerarse ilegales. La decisión final sobre el conflicto previsiblemente no llegará hasta julio de 2018.
En caso de que se determine que las prácticas comerciales españolas son ilegales, el Gobierno de Trump puede imponer sanciones en forma de aranceles para penalizar las importaciones de aceitunas de hasta un 223% de su coste durante un plazo que podría oscilar hasta entre cinco y diez años. Una penalización que cerraría el gran mercado norteamericano a los productores españoles y que, según sus estimaciones, supondría una desplome de los ingresos del sector de entre 350 y 700 millones de euros.
Pero las repercusiones de esta batalla comercial podrían ser de un calado mucho mayor. “Lo que está en juego es mucho más que las exportaciones de aceitunas negras españolas a Estados Unidos”, advierte el secretario general de Asemesa, “sino que se está poniendo en cuestión todo el sistema de apoyos de la UE a toda la agricultura europea”.
Y es que el caso de las aceitunas que vienen de Andalucía y Extremadura puede acabar siendo sólo la punta de lanza para que el Gobierno de Estados Unidos se lance contra los subsidios que la Unión Europea articula a través de su sacrosanta Política Agraria Común (PAC), que copa cerca de un 40% del total del presupuesto comunitario por las ayudas a la producción agrícola y al desarrollo rural.
"Si el Gobierno norteamericano aplica medidas arancelarias antidumping y antisubvención contra la aceituna española, detrás podrían venir otras investigaciones contra cualquier producto europeo que EEUU considere una amenaza", avisa el secretario general de la patronal exportadora. La guerra de Trump contra las olivas españolas puede ser sólo el aperitivo a la espera de un plato mayor.
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