Aena estrena presidente. Jaime García-Legaz pilotará desde este lunes los mandos del gestor de los aeropuertos españoles, tras la dimisión de José Manuel Vargas.
El nombramiento de García-Legaz, adelantado por los medios unos días antes, fue recibido con frialdad por los inversores el pasado viernes. Ese día, las acciones de Aena cerraron la jornada con un leve repunte del 0,2%.
La elección de un hombre con un perfil político como el del antiguo secretario de Estado de Comercio no representa ni mucho menos una sorpresa, dado el fuerte control de la gestión de la compañía que mantiene el Gobierno, propietario de un 51% de la misma a través de la sociedad Enaire. Pero hace poco por diluir los recelos que el mercado viene manifestando desde hace meses por el efecto de las constantes injerencias del Estado en Aena.
"El señor García-Legaz tiene un perfil político claro (ex secretario de Estado de Comercio entre 2011 y 2106, actualmente presidente de la aseguradora estatal de exportación CESCE) y esto está en línea con nuestras expectativas. Esperaríamos que mantenga la actual estrategia de Aena y que no tome un papel activo en solicitar al Estado español que reduzca su participación por debajo del 51%", señalan en Alantra.
Con García-Legaz se diluyen las posibilidades de que el Estado reduzca su participación
Desde su estreno en el parqué, Aena ha contado con el respaldo de los inversores, que han premiado con creces el buen hacer de su negocio, respaldado por la buena evolución del tráfico aéreo ante el boom del turismo en España y la reducción de la deuda, tras una eficiente gestión de costes. Así, la compañía, que se estrenó en bolsa en febrero de 2015 con un valor de 8.700 millones de euros, marcaba el pasado 9 de junio, 28 meses después de su debut, máximos históricos, con una capitalización que superaba los 27.500 millones.
Pero a partir de entonces la suerte de Aena ha dado un vuelco negativo. La compañía ha visto esfumarse en los últimos cuatro meses algo más del 17% de su valor. Esto representa una pérdida de capitalización de 4.740 millones de euros.
Tras este retroceso subyacen los crecientes recelos generados por el protagonismo del Gobierno en la compañía, que algunos expertos entienden que limita su capacidad para extraer el máximo potencial del negocio, al dificultar la retención de talento -por los límites salariales-, bloquear operaciones estratégicas -vetando operaciones como la posible opa por Abertis- y dificultar la expansión internacional. Para muchos, la reciente renuncia de Vargas como presidente fue vista como una clara muestra de este problema.
Las causas de la renuncia de Vargas
“Su renuncia sigue a la marcha del director de operaciones Fernando Echegaray a Aeroports de Paris a principios de este año. Esto viene a continuación de la falta de progreso en la obtención de la aprobación gubernamental para una política de asignación de capital actualizada, que se ha retrasado continuamente durante el año pasado”, señalaba entonces Goldman Sachs.
Los analistas del banco estadounidense advierten de que, “mientras que Aena se ha desapalancado desde una ratio deuda neta/Ebitda de 6 veces en 2014 a una prevista de 3 veces en 2017, todavía mantiene un pago de dividendos de sólo el 50% de su beneficio por acción, no tiene una estrategia de fusiones y adquisiciones claramente definida y está sujeto a las políticas de remuneración del sector público” y consideran que, por ello, la dimisión de Vargas es negativa para la compañía.
Estas cuestiones saltan a la palestra en un momento en que los inversores empiezan a cuestionarse la capacidad de Aena para mantener la constante mejora de sus márgenes de negocio. La rebaja de las tasas aeroportuarias, impuesta por el Ministerio de Fomento; las recientes huelgas de trabajadores, motivadas por exigencias salariales; y los problemas que ha venido registrando Ryanair, una línea aérea que representa casi una quinta parte de los vuelos operados en los aeropuertos españoles, son algunas de las cuestiones que ensombrecen las perspectivas del gestor de los aeropuertos españoles.
Es difícil que el Gobierno autorice a corto plazo una mejora del dividendo de Aena
Ante esa situación, en Alantra consideran que "la única forma en que Aena podría intentar compensar esto sería aumentar su pago de dividendos del 50% (lo que es factible sobre el papel papel debido a su baja deuda), pero no creemos que esto ocurra en breve, ya que no es una prioridad para el accionista controlador de Aena".
En la misma línea, en Santander aducen que con el Gobierno centrado actualmente en la crisis catalana es difícil que la aprobación de un nuevo plan de negocios de Aena que contemple una mejora del dividendo o una redistribución adecuada del capital de la compañía vea la luz en el corto plazo. Teniendo en cuenta esto, los analistas del banco no descartan que el fondo TCI, propietario de un 11,3% del capital se plantee vender salir de la compañía, lo que amenaza con añadir más presión bajista al valor.
Ante esta situación, firmas de inversión como Fidentiis han sido tajantes al afirmar que “la situación de Aena como empresa estatal siempre ha sido una fuente de preocupación para nosotros, ya que limita sus opciones para retener talento y de operar bajo una estructura de capital eficiente”.
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