El Model 3 era la baza perfecta de Elon Musk para lograr que Tesla, una de sus creaciones, alcanzara la solvencia económica, como modesto paso previa a una rentabilidad que ahora mismo se antoja todavía lejana.
La compañía existe desde que el sudafricano, junto a un grupo de socios, la fundara allá por 2003, pero hasta ahora ha vivido muy lejos del alcance del gran público. Sus vehículos son espectaculares, pero no aptos para todos los bolsillos: la versión más sencilla del Model S supera los 70.000 euros, mientras que la más potente del Model X se va más allá de los 125.000 euros.
Fabricar un coche 100% eléctrico y con piloto automático no es precisamente barato, sobre todo cuando las cifras de fabricación no son especialmente grandes. La solución, debió pensar Musk, pasaba por un modelo de masas. Y eso sólo se podía conseguir rebajando ostensiblemente los precios, concretamente hasta la mitad, ya que el Model 3 se puede conseguir por 35.000 dólares.
El problema es que Musk, muy a su estilo, se puso una meta demasiado exigente y afirmó que para el final de 2017 ya podría producir 10.000 unidades del Model 3 a la semana. Eso provocó que la demanda se disparara y se alcanzaran las 500.000 reservas, a razón de 1.000 dólares o euros por adelantado, en apenas unas semanas.
"Un infierno"
La fabricación del coche está siendo un terrible problema para Tesla. Las megafactorías de la firma en Nevada y en California no dan a basto y, peor aún, están teniendo problemas en la cadena de montaje. "Es el octavo nivel del infierno", reconoció Musk en la conversación con los inversores tras la presentación de resultados del pasado jueves, tal y como recoge Bloomberg.
"No debería preocupar a nadie si Tesla consigue producir 10.000 Model 3 a la semana. Lo vamos a alcanzar", decía hace no mucho el sudafricano sobre la capacidad de sus fábricas para sacar adelante los pedidos.
Las cifras no van a estar ni cerca, ya que el propio CEO del fabricante de coches eléctricos ha retrasado en al menos tres meses el momento en el que se puedan producir 5.000 modelos a la semana, un objetivo previsto para el final del 2017 y que ahora está situado en marzo del 2018.
Lo cierto es que la compañía está dedicando todos los recursos, económicos y materiales, que tiene a su disposición, y eso está afectando de manera directa a la buena marcha del resto de sus proyectos, la mayoría de ellos retrasados o directamente cancelados.
Ni camiones ni software
El foco de Tesla está tan enfocado en deshacer el nudo en el que se ha convertido la cadena de montaje del Model 3 que han descuidado el resto de proyectos. Musk, que pasa sus días en la planta de producción en Nevada, no consigue dar con la tecla y ya ha anunciado retrasos en varias de sus novedades.
Semi es el nombre elegido para el camión autónomo de Tesla, que se metía así de lleno en el sector del transporte de mercancías. En un principio se iba a desvelar en el mes de septiembre, un momento que se retrasó hasta octubre y que finalmente ha quedado encuadrado en el próximo 16 de noviembre. El motivo no es otro que el Model 3, que está concentrando tal cantidad de recursos que la compañía no es capaz de hacer avanzar cosas como este nuevo vehículo.
Los ingenieros de la compañía también anunciaron, ya hace un año, la llegada de un nuevo software a los vehículos por el que cobraron hasta 8.000 dólares, casi 7.000 euros, a los usuarios que se hacían con un Model X o un Model S, siempre que así lo deseara el comprador. Era ir más allá en la función de piloto automático, pero aún no hay rastro de esta actualización, bautizada como Full Self Driving.
En su conversación con los inversores Musk deslizó que van a necesitar un superordenador más potente para alcanzar lo prometido, aunque sí que puso en valor que su tecnología es la más avanzada a nivel de hardware de reconocimiento en carretera. "Podremos dar alguna novedad próximamente, pero no ahora mismo", afirmó.
Castigo en bolsa
Este retraso en la fabricación del Model 3 está provocando que Tesla se lleve un castigo serio en bolsa. Los títulos de la compañía cerraron la sesión del pasado jueves en Wall Street con un desplome del 6,8%, pese a que el hundimiento rozó los nueve puntos porcentuales, registrando así el descenso, aunque fuera momentáneo, más importante de los últimos 16 meses.
Pese a que la sesión del viernes sí que fue positiva, con un avance del 2,28%, los números rojos han vuelto con la apertura de la semana, ya que nada más abrirse la jornada bursátil la caída rondaba los dos puntos para relajarse poco después hasta el entorno del 1,7% y establecerse cerca de la barrera de los 300 dólares por título.
El valor en bolsa de la compañía californiana siempre ha provocado las dudas de los analistas, que consideraban que su capitalización era excesiva. Incluso el propio Elon Musk ha afirmado en más de una ocasión que la empresa que dirige está sobrevalorada. Actualmente la capitalización bursátil de Tesla supera levemente los 51.000 millones de dólares, casi 44.000 millones de euros, una cifra más que respetable pese a los malos resultados de estos últimos días.
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