El Gobierno aprovechó el pasado junio un real decreto con medidas urgentes para paliar los efectos de la sequía para subir el canon especial que pagan las compañías por producir electricidad con el agua de los embalses. Porque uno de esos efectos de la sequía que se buscaba combatir era precisamente la amenaza de una fuerte caída de los ingresos fiscales ligados a las centrales hidroeléctricas.
Desde el pasado junio el gravamen que pagan las compañías eléctricas por su producción hidráulica pasó del 22% al 25,5%. Una subida que el Ejecutivo justificaba en que “el tipo actual se revela insuficiente para alcanzar el objetivo de compaginar adecuadamente dos bienes constitucionales: el medio ambiente y el desarrollo económico” en la “necesidad inmediata de mayores ingresos”, según se recogía en la exposición de motivos del real decreto publicado en el Boletín Oficial del Estado (BOE) el 10 de junio.
La subida fiscal permitirá al Gobierno elevar sus ingresos incluso a pesar del desplome de la producción hidroeléctrica, que ha caído a la mitad en lo que va de año. Las previsiones que maneja el Ejecutivo contemplan que el próximo año que en 2018 el incremento de los ingresos fiscales por este concepto será de 32 millones de euros adicionales, con lo que se alcanzará un total cercano a los 250 millones de euros.
Desplome de la producción hidroeléctrica
La sequía en España no deja de agravarse. La falta de lluvias está haciendo que las reservas de la red de embalses caigan desde hace meses, y hoy ya se sitúan en el 37% de su capacidad máxima de todos los pantanos. Y la situación de los embalses cuyas aguas se pueden utilizar para la producción de electricidad es peor. Las reservas hidroeléctricas se situaron al final de septiembre en el 29,2% de su capacidad total, con sólo 5.412 gigavatios hora (GWh).
Las compañías eléctricas que gestionan las centrales hidroeléctricas están reduciendo drásticamente la generación con estas instalaciones. La producción hidroeléctrica se ha desplomado en España un 49,2% en lo que va de año, según datos de Red Eléctrica de España. Una situación que está teniendo un impacto directo en las cuentas de las compañías.
Los resultados de las grandes eléctricas reflejan un zarpazo por el derrumbe de la generación hidráulica, que es una de los negocios que ofrece una alta rentabilidad. En lo que va de año esta menor producción con agua ha costado a Iberdrola, Endesa y Gas Natural Fenosa un recorte conjunto de unos 800 millones de euros de su resultado bruto de explotación (ebitda).
El desplome de la producción hidráulica se une también a una menor generación de la eólica, lo que está haciendo que el sistema eléctrico los tenga que sustituir por tecnologías que son más caras y, además, con más emisiones de CO2. En lo que va de año España se ha lanzado a quemar más carbón y más gas. España ha disparado en los nueve primeros meses del año un 39,5% la producción de electricidad con centrales de carbón y un 42,6% las centrales de ciclo combinado, que funcionan con gas natural.
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