La crisis catalana ha salpicado de lleno a la CEOE y amenaza con alterar el equilibrio de poderes en la patronal. La postura tibia de su presidente, Juan Rosell, frente al pulso soberanista ha generado un malestar creciente entre muchos empresarios con voz y voto en la organización. El descontento se traslució en las últimas reuniones de la Junta Directiva, cuando algunos representantes territoriales reprocharon la falta de firmeza contra el mayor desafío de la democracia.
El efecto balsámico de la aplicación del 155 ha dado lugar a una tregua relativa, que durará hasta las elecciones del 21-D. El resultado electoral influirá directamente en el clima de la patronal y, por supuesto, en el futuro de su presidente.
Una semana antes de que los catalanes vayan a votar, la CEOE celebrará el 13 de diciembre la última Junta Directiva del año, según prevén fuentes oficiales. En un momento tan delicado, la reunión puede volver a convertirse en un áspero intercambio en el que algunos empresarios, previsiblemente, recordarán su desacuerdo con los silencios de Rosell desde el referéndum del 1 de octubre.
Fuentes próximas a la patronal aseguran que el malestar aún es generalizado, sobre todo en algunas organizaciones territoriales, con Andalucía, Castilla-La Mancha y Castilla y León a la cabeza. Rosell conserva aún respaldo en determinadas facciones de la patronal, como la industria del automóvil, con fuerte asentamiento en Cataluña, o la de los plásticos, con la que tiene vinculación por sus propios negocios familiares.
El apoyo de una minoría de empresarios catalanes se debe a la misma razón que ha enfurecido a la mayoría: la postura moderada durante la grave crisis soberanista. Otras voces dentro de la CEOE consideran, en cambio, que algunas de estas críticas han sido un mero instrumento para dejarse ver y posicionarse de cara a las elecciones para suceder al Rosell que la patronal celebrará en noviembre de 2018. Y es que, la guinda a esta situación es el inicio, aunque de momento sin manifestaciones explicitas, de la carrera por ser el próximo patrón de patronos.
Crónica de una fractura
En un mes y medio, el Gobierno ha aplicado el artículo 155 de la Constitución, la Generalitat ha declarado la independencia y se han fugado de Cataluña casi 3.000 empresas. A todo lo cual CEOE sólo ha respondido con dos comunicados oficiales. Las declaraciones públicas de Rosell han sido contadas desde entonces y, a ojos de algunos miembros de la Junta, equidistantes en exceso. La voz cantante la han llevado por momentos la propia patronal catalana Fomento del Trabajo o el Círculo de Empresarios.
Algunos empresarios ya eran partidarios de que la CEOE diera la cara con contundencia antes del 1-O. En aquellas fechas, a medida que la situación se tensaba, algunas empresas catalanas, con el Sabadell a la cabeza, dejaron claro en público que serían rotundos contra el desafío de Puigdemont. Hasta CaixaBank aseguró en un comunicado a su plantilla que tomaría las medidas “necesarias”.
Mientras tanto, Juan Rosell intentaba mantener un difícil equilibrio para no herir sensibilidades ni en Madrid ni en Cataluña. La presión interna en la patronal desembocó en un primer comunicado, muy escueto, en el que los empresarios mostraban su alineamiento con “la legalidad y el cumplimiento estricto de las leyes y la Constitución española”. También abogaban por afrontar “el problema político de gran envergadura” con “la mayor urgencia posible y sentido constructivo”.
La nota oficial debía apaciguar los ánimos, pero el propio Rosell se encargó de reventar la tregua sólo un día más tarde, con unas polémicas declaraciones. En una entrevista en la Cadena Ser, reconoció que en Cataluña existe una “desafección muy importante”. “Hay muchas vías intermedias entre la independencia y la sumisión total, y en esas vías intermedias está la mayoría de los catalanes”, añadió.
El mensaje de Rosell abrió heridas abiertas que aún supuran. Le granjeó algún reproche en público, como el del presidente del Círculo de Empresarios, Javier Vega de Seoane, quien aseguró estar “confundido” con las declaraciones del presidente de la patronal. Pero la mayoría arremetió, y sigue arremetiendo, contra él en privado.
División de principio a fin
La ruptura, si se pone en perspectiva, no es nueva. Las elecciones de 2014, en las que el presidente de Cepyme, Antonio Garamendi, no pudo frustrar la reelección de Rosell, se decidió por una diferencia de 33 votos sobre un total de algo más de 650. Pese a que el presidente reelecto trató de acallar las voces que hablan de una patronal fracturada nombrando a su rival vicepresidente de la Confederación, ese rumor nunca se ha acallado.
La duda ahora es si Rosell aguantará y finalizará su mandato, para lo que le queda un año por delante, o si optará por abandonar antes y dejar vía libre a los candidatos que, de manera más oficiosa que oficial, ya se están postulando. Porque relevo habrá, en tanto que el presidente de la CEOE solo puede consumir dos mandatos.
Dos nombres suenan de momento por encima del resto. El primero, el hasta ahora favorito, es el actual vicepresidente de la CEOE y presidente de Cepyme, Antonio Garamendi. Muchos le dieron por ganador en las elecciones de diciembre de 2014. Sin embargo, logró 312 votos, frente a los 345 de su rival, Juan Rosell.
La derrota no estuvo exenta de polémica. En el último instante se produjo un viraje en la intención de voto de la patronal madrileña CEIM, entonces presidida por un Arturo Fernández inmerso en procesos judiciales como el de las tarjetas black. Los empresarios madrileños dieron su apoyo a Rosell.
La mano derecha de Fernández era entones Juan Pablo Lázaro, que hoy lidera CEIM y que en los mentideros de la CEOE también suena como posible candidato a suceder a Rosell. La lógica llevaría a pensar que la maquinaria del actual presidente de la organización se pondría a favor de Lázaro.
La posición de Foment será clave
Sin embargo, el tablero de los apoyos se ha desdibujado tras el estallido de la crisis institucional en Cataluña y la polémica respuesta de Rosell. Pocos se atreven a hacer un diagnóstico a estas alturas. Una de las incógnitas está en la patronal catalana que lidera Joaquim Gay de Montellà. ¿Se decantará por dar su apoyo a la supuesta candidatura de Garamendi?
¿Y qué hará el resto de patronales? De acuerdo con las últimas elecciones, Fomento del Trabajo apoyó a Rosell, como también hizo la banca, que ha encabezado la estampida de empresa en Cataluña. También fue el caso de las grandes empresas de la distribución (Anged), que de momento no se posicionan, y de las eléctricas.
Del lado de Garamendi, fueron los territorios y las pymes las que auparon su candidatura, como parece que volvería a pasar en el caso de una hipotética nueva candidatura. También, como escuderos, el empresario vasco contó con la patronal del sector de la metalurgia Confemental y la del sector de la construcción (CNC).
Con todo, la patronal tiene su idiosincrasia y se suelde decir que los primeros nombres que suenan suelen ser una suerte de cebos para no quemar a los auténticos candidatos, los tapados. Lo previsible, con todo, es que salvo que Rosell busque las salida, la carrera por la sucesión se mantengan en cierto letargo hasta la primavera y que tras el verano se produzca la recta final.
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