El Tesoro español echa el cierre a 2017. La institución que dirige Enma Navarro ha celebrado este jueves la última subasta del año, en la que ha colocado algo más de 3.000 millones de euros en deuda a tres, diez y quince años.
En términos generales, los intereses que ha tenido que pagar el organismo público para vender sus bonos ha superado los niveles de anteriores emisiones, confirmando una tendencia que hace de 2017 el primer año en el que se incrementa el coste de la deuda pública española desde 2011, cuando el país estuvo al borde del rescate.
España ha colocado este año en los mercados alrededor de 210.525 millones de euros, de los que más de 135.900 millones corresponden a financiación a largo plazo. Estos datos no alcanzan aún el 100% de los objetivos de financiación marcados por la institución para este año, pero sí cubren las necesidades de financiación del déficit, según señalan fuentes del Tesoro. Además, desde la institución confían en cubrir el objetivo en una segunda vuelta de esta subasta y a través de otras vías de financiación.
A expensas de estos últimos movimientos, el coste medio de la deuda emitida en 2017 ha sido del 0,64%, según los últimos datos ofrecidos por el Tesoro, a cierre de noviembre. Esta cifra supone un incremento respecto al 0,61% en el que se situaba al cierre del ejercicio anterior.
En 2011, en plena crisis de la deuda, el coste de las emisiones españolas rondó el 4%, seis veces más que ahora
Las arcas públicas se han beneficiado durante los últimos cinco años de una notable rebaja de lo intereses que debe asumir para colocar su deuda. En 2011, en plena vorágine de la crisis de la deuda, esta cifra rozó el 4%, pero el rescate bancario y la puesta en marcha por parte del Banco Central Europeo (BCE) de un programa para comprar deuda de países en dificultades -que requería la solicitud de rescate-, en el verano de 2012, permitió mitigar las tensiones.
Posteriormente, la rebaja de los tipos de interés ante la atonía de la inflación, la recuperación de la economía española y, en gran medida, la puesta en marcha por parte del BCE del plan de compra de deuda QE (por el que adquiere cada mes deuda pública de los países de la eurozona) han recortado los intereses a niveles históricamente bajos.
En 2017, sin embargo, esta tendencia se ha visto truncada. En este resultado, no se puede desdeñar el impacto que ha tenido la crisis catalana en el apetito inversor por la deuda española. Desde septiembre, cuando el Parlamento catalán se embarcó de lleno en la preparación del referéndum de independencia, los intereses de los títulos a medio y largo plazo ha experimentado un repunte hasta alcanzar en noviembre, en el caso de los bonos a 10 años, su nivel más elevado desde abril.
El encarecimiento de la deuda ligada a la inflación ha sido decisivo en el repunte de los costes
Con todo, la crisis catalana es sólo un factor más, y no el más decisivo, en este tímido repunte de la deuda en 2017. Entre las razones que explican esta situación deben considerarse la reducción de las compras mensuales de deuda del BCE a 60.000 millones de euros (frente a los 80.000 previos) desde el pasado mes de marzo y el posterior anuncio de que a partir del próximo enero recortará aún más -hasta los 30.000 millones- esas compras.
Además, a lo largo del año el Tesoro ha aprovechado para seguir extendiendo la vida media de la deuda pública, que ha alcanzado en 2017 una extensión récord de 7,19 años, frente a los 6,81 años en que se situaba a cierre del ejercicio anterior.
Más decisivo aún ha resultado el incipiente repunte de la inflación, tras años de atonía de los precios. En 2017, el coste de las emisiones de deuda ligadas a la inflación se han multiplicado casi por catorce, hasta el 0,38%. Sin este efecto, el tipo medio de los bonos españoles emitidos en 2017 habría descendido.
Los intereses generales, en mínimos
En cualquier caso y pese al leve repunte de los intereses experimentado en este ejercicio, el Estado ha seguido sacando provecho del escenario benigno de los mercados de deuda para reducir el tipo de interés medio de la deuda en circulación (que incluye la deuda emitida en años anteriores que aún no ha llegado a su vencimiento), que se situaba al cierre de noviembre en el mínimo histórico del 2,56%, 21 puntos básicos menos que al cierre del año anterior. Desde 2011, su coste se ha reducido en más de un tercio.
Esta realidad ha hecho mucho más llevadera para el erario público la elevada carga de la deuda, que ha seguido aumentando en los últimos meses. El saldo vivo de la deuda del Tesoro se ha incrementado un 4,6%, hasta los 959.153 millones de euros.
Al tipo medio actual, este monto de deuda generaría unos intereses anuales en el entorno de los 24.500 millones de euros. En cambio, si el tipo medio se mantuviera en los mismos niveles a los que cerró 2016, ese coste aumentaría en más de 2.000 millones por año.
Y la mejor noticia para las arcas públicas es que aún existe margen de mejora en este sentido, ya que a día de hoy, sólo los títulos a plazos de al menos 30 años de duración cotizan en el mercado secundario a tipos superiores al 2,5%.
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