Veinticinco mil millones de dólares (más de 20.000 millones de euros) de inversión en su desarrollo. Un coste por unidad próximo a los 450 millones de dólares. Capacidad para un total de 853 pasajeros repartidos en dos plantas. Una superficie de cubierta de casi 500 metros...
En torno al Airbus A380, el superjumbo, todo suena grande. Incluido su fracaso. Porque el avión que nació hace apenas diez años bajo la etiqueta de avión del siglo XXI apura a inicios de 2018 lo que puede ser el inicio de su fin.
Airbus podría dejar de fabricar este gigante de la aeronáutica si no obtiene de forma inmediata nuevos pedidos. Así lo afirmaban este lunes los responsables de la entidad, que ligaban su viabilidad a medio plazo a la resolución de un acuerdo con Emirates, el mayor cliente del A380.
“Si no conseguimos cerrar el acuerdo con Emirates, tendremos que poner fin al programa”, señaló en conferencia de prensa el jefe comercial de Airbus, John Leahy. El mismo Leahy que hace apenas dos años afirmaba que el programa del A380 duraría entre 40 o 50 años. "No tengo dudas acerca de eso".
Pero lo cierto es que ya por entonces, la que había sido la gran promesa de la aviación civil mostraba unas perspectivas poco halagüeñas. Los pronósticos de una imninente saturación aérea a la que venía a dar respuesta el superjumbo de Airbus habían quedado aparcados.
Una gestión más eficiente de los tiempos en los aeropuertos o el incremento de los aeropuertos en los que se operan vuelos internacionales han reducido las urgencias para limitar el tráfico de aviones. Al mismo tiempo, la aparición de nuevos operadores de vuelos de larga distancia, que ha fragmentado el mercado, modera la demanda de viajeros a la que debe responder cada aerolínea, desincentivando el uso de aviones de gran calado.
En este escenario, las aerolíneas han mostrado una mayor propensión a adquirir modelos de tamaño medio, como el Boeing 787 "Dreamliner", del que, desde 2011, ya se han vendido más de 600 unidades o el propio Airbus A350, que ronda ya las 150 ventas en sólo cuatro años.
Su elevado consumo energético ha inclinado la balanza a favor de competidores como el Boeing 787
La mejor adaptación de estos modelos a las necesidades de transporte de las aerolíneas y, sobre todo, su menor consumo energético -el carburante sigue siendo el principal coste para las aerolíneas incluso a pesar de la caída de precios de los últimos años- han inclinado la balanza en contra del superjumbo.
Por eso, son varios los analistas del sector que en los últimos años se han referido al del A380 como un proyecto que nació muerto. "Es cierto que el mercado no se ha desarrollado tanto como nos hubiera gustado. Este avión probablemente fue lanzado diez años antes de tiempo", llegó a admitir en 2015 el presidente ejecutivo de Airbus, Fabrice Bregier.
El superjumbo era el proyecto con el que Airbus pretendía acabar con el dominio de Boeing en el segmento de las aeronaves de gran tamaño, las que se usan preferente para operar grandes rutas. El programa se concibió en la década de 1990, aunque no fue hasta 2007 cuando Singapore Airlines lo estrenó en vuelo comercial.
Ese año, Airbus había estimado que la demanda de este gigante de los aires podría situarse entre los 1.300 y los 1.800 aparatos durante los siguientes veinte años, siempre que persistieran las condiciones de congestión de los aeropuertos internacionales. Pero esta premisa falló y esos cálculos, simplemente, se fueron al traste.
Transcurridos más de diez años desde su lanzamiento, la compañía europea apenas ha logrado vender 317 aviones de su superjumbo, menos de una cuarta parte de aquellas previsiones. Y lo peor es la tendencia, ya que en los últimos dos años Airbus no ha logrado obtener nuevos clientes para este modelo e incluso ha visto la anulación de varios pedidos.
Desde 2007, Airbus sólo ha vendido 317 superjumbos, un 24% de los estimado en 20 años
Hace años que la compañía dio por perdida la inversión realizada en este proyecto y ahora se enfrenta al dilema de aceptar el golpe reputacional de su fracaso, para no seguir engordando las pérdidas provocadas por este coloso aéreo, a pesar de que sus promotores insisten de que dentro de unos años sus características serán imprescindibles para el sector.
Con todo, Airbus tiene razones para afrontar este delicado momento con cierto aplomo. Sus acciones recibieron el lunes la noticia del posible próximo final del A380 con una moderada caída del 0,44%. A 90 euros por acción, el fabricante europeo se mueve en torno a sus máximos históricos, tras remontar más del 85% desde junio de 2016.
Y es que parece que el mercado también dio por frustrado este proyecto hace tiempo y parece haber puesto el foco en todo aquello que sí está funcionado en Airbus. Y es que el grupo ha logrado en 2017 superar por sexto año consecutivo en pedidos a su gran rival Boeing y se muestra convencido de que seguirá dominando el sector en los próximos años.
El vuelo del A380 (quizás) se acerca a su fin. Pero Airbus exhibe argumentos para seguir navegando en calma.
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