Ha sido 2017 el quinto año consecutivo de España con récord de llegadas de turistas internacionales. El nuevo máximo histórico supera los 82 millones de visitantes, lo que coloca a España como segunda mayor potencia turística mundial. Una cota –no sólo, pero también- alimentada durante años por el desvío de millones de turistas por la inestabilidad en algunos destinos rivales del Mediterráneo.
Los problemas de otros fueron en beneficio propio. La inestabilidad política en Egipto y Túnez y los atentados terroristas y la intentona golpista en Turquía provocaron un parón de turismo en países que son rivales directos de España en el negocio del sol y playa.
“Es injusto decir que el turismo español está tan bien como está por problemas en otros sitios”, insiste de manera machacona desde hace meses el ministro de Energía, Turismo y Agenda Digital, Álvaro Nadal. “Decir eso no hace justicia con el buen hacer de los profesionales del turismo español”.
Pero son esos mismos profesionales los que reconocen que la zozobra de alguno destinos del Mediterráneo ha supuesto un empujón para el sector nacional. Y son esos mismos profesionales los que han dicho durante años –con sinceridad- que no pueden alegrarse del drama en otros países. Y son ellos los que ahora, sin embargo, temen que se acerque el momento en que tengan que enfrentarse a la recuperación de esos destinos competidores.
Y es que países como Turquía, Túnez y, en menor medida, Egipto han empezado a recuperar parte del terreno perdido desde mediados del pasado año. Según datos del lobby Exceltur, que agrupa a una veintena de las grandes empresas del turismo español, estos tres países elevaron conjuntamente sus llegadas de turistas extranjeros en casi nueve millones de viajeros el año pasado, tras el batacazo de 2016.
El Mediterráneo resurge
“A partir del verano se ha percibido una notable recuperación de Egipto, Túnez y, principalmente, Turquía, que han comenzado a recuperar sus cuotas de mercado y a limitar la capacidad de crecimiento de la demanda extranjero de menos gasto hacia los destinos españoles”, se advierte desde Exceltur.
Mientras parte del sector especula que tras asaltar ya la cota de los 80 millones de turistas España puede afrontar en los próximos años el reto de los 100 millones, otros creen que, si bien probablemente no se ha tocado techo aún, quizá empiece a notarse una ralentización evidente. “Hasta ahora la curva ha sido de ascenso, pero a partir de 2018, suavemente, lentamente, iremos hacia la curva de descenso”, auguraba Carmen Riu, copresidenta del grupo Riu, esta semana en Fitur. La razón: “Turquía y Túnez ya se están recuperando, y se va a notar”.
Uno de los mantras del turismo español, a medio camino entre la visión estratégica y el voluntarismo, es la necesidad de no competir con otros países por volumen ni por precio. Esto es, no conformarse con que vengan más y más viajeros a cualquier precio, sino que los que vengan sean más rentables, que paguen más por un producto con más valor añadido. Turismo masivo versus turismo de calidad.
“El crecimiento del turismo español no es sostenible”, sentencia Gabriel Escarrer, consejero delegado de Meliá, la mayor hotelera española. “España ha pasado de recibir 60 millones de turistas en 2013 a tener 82 millones en 2017. Eso es un incremento del 40% en seis años. Es insostenible. Debatamos de una vez qué modelo de turismo queremos en España y en cada comunidad autónoma”.
Los años en que se disparó el turismo
El boom del turismo en que se ha embarcado el país arrancó ya en 2011. El estallido de las revueltas de la Primavera árabe en varios países del norte de África, destinos rivales naturales de España en el negocio del sol y playa, provocó el cambio de destino para centenares de miles de turistas extranjeros que huían de la inestabilidad de la zona.
En 2010 España superaba los 52 millones de turistas extranjeros, saltó hasta los 56,6 millones al año siguiente, a los 57,7 millones en 2012, se superaron los 60 millones por primera vez los 60 millones en 2013, se rozaron los 65 millones en 2014, los 68 millones en 2015, los 75,6 millones en 2016… y así hasta la cota, hasta hace poco impensable, de los 82 millones del pasado año.
Los touroperadores internacionales redireccionaron a los clientes que dejaron de querer ir a Egipto o Túnez, y el destino prioritario en el que acabaron estos turistas fue España. Una tendencia que se ha mantenido, e incluso intensificado en los años posteriores, por los persistentes problemas de seguridad. Y esos primeros centenares de miles de turistas desviados se convirtieron en millones.
Según estimaciones de Exceltur, desde 2011 a España han llegado entre 14 y 15 millones de turistas prestados. Viajeros que eligen España por razones seguridad, pero que desde el sector no se tiene claro que en este tiempo se hayan conseguido fidelizar y que pueden acabar volviendo a otros destinos mediterráneos ahora que empiezan a recuperarse.
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