Casi dos millones de empleos en cuatro años. El dato se lo oirán repetir a Mariano Rajoy en los próximos mitines, en los canutazos, en la tribuna del Congreso y, por supuesto, en próximas entrevistas, si es que las hay. Que España lleve cuatro años seguidos creando puestos de trabajo es un logro para sacar pecho. La cifra será la muralla defensiva del presidente frente a la oposición. Y frente a las voces críticas que puedan alzarse dentro de un PP en horas bajas. También es una alegría para el líder de un Gobierno acosado por el desafío monumental del procés.
Es cierto que el mercado laboral partía del abismo, tras la debacle de la crisis. Pero que España haya sido capaz de generar tal volumen de ocupación en tan poco tiempo es un fenómeno nada usual en nuestra economía. Según la última Encuesta de Población Activa (EPA), al término de 2017 había 18.998.400 ocupados, 490.000 más que al cierre de 2016. La última vez que la ocupación descendió en términos interanuales fue en 2013 (el 31 de diciembre había 17.135.200 personas con trabajo). Desde aquella fecha, el número de ocupados no ha dejado de aumentar, hasta sumar 1.863.200 empleos más.
Que España haya sido capaz de generar tanta ocupación en tan poco tiempo es un fenómeno nada usual en nuestra economía
España no contaba con tantos ocupados desde el cuarto trimestre de 2008 (20.055.300). En aquel momento, la crisis mundial había comenzado a azotar a la banca y los mercados financieros. Sin embargo, la onda expansiva llegó con retraso al mercado laboral. La ocupación comenzó a caer en picado, hasta tocar fondo a finales de 2013. Para entonces, la doble recesión había arrasado el mercado de trabajo, llevándose por delante casi tres millones de puestos.
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Para recuperar los niveles de 2008, a España le queda por crear algo más de un millón de empleos. El reto es duro pero no imposible si persiste la tendencia. También es un reto doble, porque el Gobierno debe intentar incrementar la base de ocupados sin disparar el empleo temporal. Ese ha sido un punto débil de la estadística que el Gobierno ha usado para sacar pecho en los últimos años. Y esa es la grieta que explota la oposición, sobre todo el PSOE, para intentar sacarle los colores a Rajoy en el Parlamento.
El año pasado se creó mucho empleo, buena parte estable, pero la contratación temporal siguió tirando con fuerza. Estos son los datos: al cierre de 2017, había 537.100 asalariados más que las mismas fechas de 2016, de los que 357.900 tenían un contrato indefinido y 179.200 uno temporal. ¿De qué lado está la balanza, de Moncloa o de Ferraz? Ambos partidos intentarán llevarse el balance a su terreno. Ahora bien, según la EPA, el empleo temporal es el que sigue avanzando con más ímpetu: en términos porcentuales, los puestos eventuales crecieron un 4,4% en 2017, frente al 3,1% registrado por los fijos.
Del optimismo queda excluido el único colectivo que sufrió un aumento del paro en un año espléndido: los más jóvenes
El INE sí arroja un dato indiscutible que Rajoy podrá utilizar para rebatir a quienes le acusen de promover la precariedad. En 2017 creció con fuerza la ocupación a tiempo completo (517.900 personas), frente al empleo a tiempo parcial, que descendió en 27.600 personas. Dicho de otro modo, los puestos estables registraron un incremento del 3,5%, frente a una caída del 0,97% de los más precarios.
El dato global de 2017 (490.300 ocupados más y 471.100 parados menos) permitirá ver la botella medio llena a una porción creciente de españoles, sobre todo a quienes han encontrado un trabajo o un contrato más estable. Del optimismo queda excluido el único colectivo que sufrió un aumento del paro en un año espléndido para el empleo: el paro siguió creciendo en 2017 entre los jóvenes de 16 a 19 años. El dato debería servir para alimentar la autocrítica y la reflexión de los partidos y los agentes sociales, no sólo de arma arrojadiza en los escaños del Parlamento.
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