En los mercados financieros, la confianza es un bien tan preciado como frágil. Fraguarla cuesta mucho esfuerzo, pero se puede diluir en un solo instante.
A las bolsas les ha costado años desembarazarse de los recelos que inoculó entre los inversores el colapso que se produjo en 2008, ante el estallido de la crisis subprime. La fase inicial de la remontada que acumulan desde entonces los grandes índices, con Wall Street a la cabeza, estuvo acompañada de una persistente desconfianza sobre la duración de aquel movimiento, de tal modo que entre los analistas aquella subida bursátil se conoció como "el rally más odiado de la historia".
Casi una década después de aquello, el mercado se mostraba al fin curado de aquel susto. Ante los ojos de los inversores aparecía un escenario económico y empresarial tan favorable que quedarse fuera de la bolsa no parecía una opción. Pero, en sólo unos días, la sacudida que han registrado las grandes bolsas internacionales ha hecho resquebrajarse nuevamente la confianza inversora.
Las bolsas de la eurozona se sitúan ya en sus niveles más bajos en un año
Este jueves, el Ibex ha sufrido un retroceso del 2,21%. La reacción que las bolsas parecieron mostrar el día anterior no ha supuesto el fin de las tensiones en los mercados; los nervios no han tardado en volver a aflorar. Estas tensiones "continuarán todavía durante un tiempo antes de que vuelva la tranquilidad a las bolsas", pronostican los analistas de Link Securities.
La caída de este jueves ha arrastrado al Ibex por debajo de la barrera de los 9.800 puntos, a su nivel más bajo desde el pasado mes de marzo. Un día más, los números rojos han alcanzado casi sin excepción a la mayor parte de los valores del índice. Compañías como ArcelorMittal, ACS o Grifols experimentaron recortes en el entorno del 4%.
Pero el revés no ha sido, ni mucho menos, algo particular de la bolsa española. De hecho, sus caídas se recrudecieron en el último tramo del día, a raíz del débil inicio de sesión de Wall Street. El Dow Jones, el S&P 500 y el Nasdaq mostraban a media sesión descensos que vuelven a superar el 2%.
En el resto de Europa, el Dax alemán, el Mib italiano y el Cac 40 galo no corrieron mejor suerte, al sufrir descensos en el entorno del 2% y el Ftse 100 británico también vio esfumarse alrededor del 1,5% de su valor. Así, el índice de la eurozona EuroStoxx 50 retrocedió a sus niveles más bajos en un año, mientras que las bolsas globales alcanzaron mínimos de dos meses, tras consumir cerca de 4 billones de euros de capitalización en menos de dos semanas.
Persiste el temor a la inflación
Un día más, el epicentro de las preocupaciones vuelve a localizarse en el mercado de bonos. El interés del bono estadounidense a 10 años ha llegado a rondar este jueves el 2,9%, conforme los datos de la economía del país siguen dibujando un escenario de crecimiento muy robusto. Son muchos los analistas que han fijado en la cota del 3% el nivel que podría resultar peligroso para el actual entorno de mercado.
Aunque este repunte resultó efímero, fue suficiente para reactivar el nerviosismo inversor, reflejado un día más en la subida del índice de volatilidad VIX, que remontaba alrededor de un 20%. Los inversores siguen calibrando cómo la fortaleza económica puede plasmarse en un repunte de la inflación que modificará de forma significativa los esquemas sobre los que venían actuando.
La subida de los tipos de la deuda supone mayor competencia para las bolsas y puede lastrar a las empresas
Una mayor inflación debería implicar unos tipos más altos por parte de los bancos centrales y éstos, a priori, se traducirían en una subida de las rentabilidades de los bonos, que no sólo supondrían mayor competencia para la renta variable, sino que podrían ajar las perspectivas empresariales, al suponer un incremento de los costes de financiación.
Nada de esto, opinan los expertos, supone un cambio que justifique un giro bajista de las bolsas, pero sí obliga a un reajuste que, dados los excesos acumulados en los últimos tiempos, se está tornando más profunda de lo que se preveía. En la visión general se impone la idea de que estas caídas suponen más una oportunidad para tomar posiciones que la señal de que ha llegado el momento de tirar la toalla.
Pero antes de pensar en nuevas subidas, el mercado necesita recuperar la confianza. Y para esto hace falta algo más que un simple rebote.
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