“Mejor no sigo hablando. Porque con este tema… me enciendo”. El que optaba por mejor guardar silencio y cambiar de tercio era el proverbialmente calmado presidente de Telefónica, José María Álvarez Pallete. Lo hacía ante decenas de periodistas –que preferían que siguiera hablando, claro-, y el tema del que prefería callar era el impacto que sobre su negocio y el del resto de telecos tiene las desiguales exigencias regulatorias de las que se benefician los gigantes online
“A mismo servicio, mismas reglas y mismas obligaciones”, es la máxima convertida en santo y seña de Telefónica ya en los últimos años de presidencia de César Alierta y que su sucesor ha asumido también como uno de los mantras de su mandato. Tanto como para volver a él esta misma semana en la presentación de resultados financieros anuales.
El objetivo es que, si Whatsapp ofrece llamadas telefónicas utilizando la red de internet o Facebook y Twitter la usan para ofrecer contenidos deportivos o de televisión en directo, que también estén sometidos a las mismas exigencias que las telecos. O, mucho mejor, que el negocio de las telecos se desregule lo suficiente para llegar al nivel de sus pares online. De momento, las autoridades nacionales y de la Unión Europea tampoco se dan demasiado por aludidas en este asunto.
Una batalla sin frutos
El choque por el agravio regulatorio persiste, sigue siendo una reclamación de la operadora, pero la guerra de Telefónica con los gigantes de internet ha tenido otros frentes, más duros… e infructuosos para el grupo español. Telefónica se ha pasado años y años exigiendo que colosos como Facebook o Google pagaran un precio justo por el uso intensivo que hacen de la red.
Porque mientras las operadoras de telecomunicaciones invertían miles de millones en construir y mantener las redes, los grupos online hacían negocio y obtenían –y obtienen- ingresos y beneficios desorbitados utilizándolas, pero sin necesidad de invertir en ellas. La teleco española se ha pasado años y años exigiéndolo… sin ningún éxito. Las compañías de internet siguen haciendo negocio utilizando las redes que han levantado otros. Telefónica ha destinado más de 56.000 millones en los últimos cinco años.
La paz de Aura
Telefónica da ahora un giro a su estrategia. Aunque mantenga sus reivindicaciones regulatorias, la compañía se ha abierto a colaborar directamente con Google y con Facebook. Y lo hace en un proyecto estratégico para la operadora española como es Aura, el asistente virtual que funciona con voz con el que pretende revolucionar por completo la relación con el cliente apoyándose en la inteligencia artificial.
Ahora, en cambio, sirve para firmar la paz. El grupo ya tiene operativo su asistente virtual –ha aprovechado la cita del Mobile World Congress de Barcelona para su lanzamiento- y para su desarrollo se ha aliado tanto con Google (que ha integrado Aura en su Google Voice Assistant para que se pueda utilizar en los móviles con sistema Android) y con Facebook (que a su vez la ha integrado en Messenger en algunos paises y la ha habilitado para utilizar el servicio Safety Check, con el que los usuarios pueden avisar a su comunidad de contactos que están bien en caso de una situación de emergencia).
Hace un par de años, cuando era un proyecto aún en ciernes y Aura no era Aura porque no tenía nombre (en algún momento se barajó llamarlo Matilde, como se conocían a las antiguas acciones de la compañía), la herramienta parecía destinada a ser un arma para seguir enfrentándose a los colosos de internet, para dar poder al usuario para defenderse (o sacar provecho directo) del uso que hacen Google o Facebook de los datos que deja a su paso por la red. Pero, muy al contrario, Aura parece que ha servido para frenar el choque frontal y consagrar la colaboración con ellos.
Un movimiento que muestra la doble alma de la actual Telefónica. Una, la de la compañía de servicios e infraestructuras de telecomunicaciones que choca con los gigantes online por sus intereses no contrapuestos pero casi. Y otra, la del grupo tecnológico en la que los servicios digitales cada vez toman más peso y con los que cada vez encuentra más ámbitos de colaboración con aquellos que antaño eran sólo archienemigos.
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