La huelga a la japonesa es una leyenda urbana. No existe. Es uno de esos mitos extendidos en la cultura popular española y, de hecho, en Japón no tienen ni idea de que es ese tipo de huelga que, al parecer, es tan típico allí. Este tipo de paros en el país nipón son exactamente iguales que aquí, aunque sin piquetes informativos y sin incumplir los servicios mínimos.
La teoría de la huelga japonesa, tan de moda ahora que las mujeres van a realizar su histórico paro del 8 de marzo, es muy sencilla: los empleados trabajan mucho más para así aumentar la producción y bajar los precios del producto que vende la empresa, por aquello de la ley de la oferta y la demanda. Este tipo de protesta también evita que se descuente el día del sueldo, y dispara los costes de almacenamiento que tiene que afrontar el empresario.
En los últimos días la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, y la titular de Agricultura, Isabel García Tejerina, han manifestado su intención de no secundar los paros feministas del 8 de marzo, y se han apuntado a hacer una "huelga a la japonesa" ya que le faltan "días a la semana y horas al día" para hacer lo que tiene que hacer, como ha explicado la ministra.
El origen del mito
El nacimiento de la leyenda de la huelga a la japonesa no está del todo claro, pero casi todas las explicaciones apuntan a la fábrica de Toyota, a mediados del siglo pasado. Por entonces el fabricante de vehículos no andaba con la capacidad financiera de ahora, por lo que tuvo que aplicar medidas para mejorar la productividad.
Implantaron el sistema just in time, que reduce los gastos de suministros, o la estandarización de procesos, mejorando así la cantidad de automóviles que salían de la factoría. La marca se había caracterizado hasta entonces por hacer coches casi personalizados y bien cuidados, pero eso quedaba atrás en favor de cambios que mejoraran sus cuentas.
El objetivo se cumplió, pero en un momento dado llegó una de esas temidas recesiones y no se vendían los vehículos, acumulados en la fábrica con los costes que supone. Se creó tal stock que hubo que despedir a gran parte de la plantilla, provocando así una huelga. Hubo sobreproducción, pero no tuvo nada que ver con un grupo de trabajadores en huelga.
Huelga a la japonesa en España
Es posible que a la ministra Tejerina no le suene, pero su compañera de gabinete, Dolors Montserrat, la titular de Sanidad, le podría explicar que su sector sí que ha sufrido dos huelgas a la japonesa, hace más de 20 años.
En el año 1985 los farmacéuticos decidieron protestar de esta manera por la reducción del beneficio comercial sobre los medicamentos, que bajaba del 30% a algo más del 28%. La primera de esas dos huelgas fue el 11 de julio de ese mismo año, con farmacias abiertas más horas de las normales.
Según publicó la edición impresa del diario El País del miércoles 21 de agosto del año 1985, el presidente del Consejo General de Colegios de Farmacéuticos, Ernesto Marco Cañizares, llamó a las farmacias a la huelga para protestar por las "claras represalias" del Ministerio de Sanidad, dirigido por el socialista Ernest Lluch, asesinado por ETA en el año 2000.
El efecto, en cualquier caso, no es el mismo. Las farmacias no producen bienes que puedan provocar el aumento de los gastos de almacenamiento o producción de un empresario, por lo que la medida de presión no era exactamente una huelga a la japonesa, por mucho que reivindicaran entonces este tipo de protestas.
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