El Brexit apremia. Más de veinte meses después de que el pueblo británico se pronunciara en un referéndum partidario de romper sus vínculos con la Unión Europea, el momento de que se articule esa separación se acerca.
Marzo de 2019 es la fecha designada por la primera ministra británica, Theresa May, para que la ruptura entre en vigor y aún hoy quedan muchos cabos sueltos. Las negociaciones entre el Gobierno británico y la Unión Europea para establecer los términos de sus nuevas relaciones aún se enfrentan a varias cuestiones espinosas y en el escenario sobrevuela el riesgo de que se alcance un Brexit sin algún tipo de acuerdo comercial preferente entre ambas regiones.
Es sobre esa hipótesis sobre la que se asienta un estudio elaborado por la consultora Oliver Wyman, en colaboración con Clifford Chance, en el que estima los costes para las empresas exportadoras británicas y europeas en unos 58.000 millones de libras al año (65.377 millones de euros), a causa de las nuevas barreras que podrían establecerse entre ambas regiones.
De éstos, 27.000 millones de libras (30.434 millones de euros) corresponderían al golpe que sufrirían las empresas británicas, mientras que los otros 31.000 millones (34.950 millones de euros) representarían el efecto sobre las firmas de la Unión Europea.
Este coste tiene en cuenta únicamente el impacto de las trabas burocráticas y, de hecho, los autores del informe advierten de que los efectos de los movimientos migratorios, los cambios en precios y los acuerdos comerciales con países terceros probablemente aumentarán la factura del Brexit.
Ante este escenario, Oliver Wyman y Clifford Chance alertan de la necesidad que tienen las empresas con negocios comerciales entre ambas regiones de prepararse ante estos posibles efectos. "No prepararse significa prepararse para fracasar", advierte Jessica Gladston, socia de Clifford Chance".
Las empresas que se preparen para este impacto podrían limitar los costes hasta un 30%
El informe indica que las empresas que tomen medidas para mitigar los riesgos podrían rebajar los costes de su factura entre un 10 y un 30%, aunque advierte que las posibilidades para reducir los costes varían significativamente en función del sector y del tamaño de las empresas afectadas.
En este sentido, las empresas europeas son vistas en mejor situación para enfrentarse a este escenario. "Esto se debe a que una mayor proporción de sus exportaciones se realiza en bienes y no en servicios, y también suelen tener una gama más amplia de proveedores alternativos para elegir dentro de la Unión Europea", observa Kumar Iyer, socio de Clifford Chance.
A este respecto, el informe sostiene que en caso de que se acordara que Reino Unido se mantuviera en una unión aduanera con la UE, los costes se reducirían significativamente, ya que "se evitarían los costes derivados de los aranceles y se reducirían algunos costes fronterizos". De este modo, la factura de las empresas británicas caería a 17.000 millones de libras (algo más de 19.100 millones de euros) y el de las europeas hasta los 14.000 millones de libras (15.785 millones de euros).
La mayor caída del coste para las empresas europeas en este escenario se explica porque en el mismo no se verían favorecidas las compañías de servicios financieros, con un mayor peso en Reino Unido.
Oliver Wyman y Clifford Chance también determinan que la mayor parte de los costes derivados de un Brexit sin acuerdo comercial recaerían en unos pocos sectores. En Reino Unido, el ya mencionado sector de servicios financieros aparece como el más penalizado, asumiendo hasta un tercio de los costes, aunque, el informe también resalta el impacto significativo que sufrirían empresas muy integradas en cadenas de suministro europeos, como las de los sectores de automoción, aeroespacial, químico y de metales y minería.
En el caso de la UE, el documento apunta que las diferencias serán muy notables entre países y sectores, con la industria agrícola irlandesa entre las más penalizadas. En Alemania, el 70% de los costes se concentran en cuatro estados (Baviera, Baden-Wurtemberg, Renania del Norte-Westfalia y Baja Sajonia), debido al fuerte peso que tiene en ellos la industria de automoción.
Junto a la agricultura y la automoción, los sectores de alimentación, productos químicos y plásticos, bienes de consumo e industriales, asumirán el 75% de la factura, a pesar de que sólo representan un 23% de la economía europea.
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