Cuatro de cuatro. La economía española ha entrado con buen pie en 2018 y los reconocimientos se suceden uno detrás de otro. España ha cosechado un pleno de subidas de calificación por parte de las grandes agencias de rating en los cuatro primeros meses del ejercicio.
Moody's ha sido la última en unirse al coro de aplausos que vienen destinando en las últimas semanas sus competidores Fitch, S&P y DBRS a la situación económica de España. La misión se antojaba más complicada en esta ocasión.
Y no sólo porque la agencia mantenía en estable la perspectiva de la nota española, sin ninguna señalización previa de elevar la calificación. Sino también porque se trata de la agencia que más escéptica se ha mostrado hasta la fecha sobre la situación del país. Sin ir más lejos, el pasado febrero Moody's advertía de que la crisis catalana y la elevada carga de la deuda amenazaban la solidez de la economía española.
Dos meses después, sin embargo, Moody's considera que se dan las circunstancias para elevar el rating que otorga España, por primera vez en cuatro años, hasta niveles de Baa1. Una nota, eso sí, que se mantiene un escalón por debajo de la que le otorgan las restantes grandes agencias.
"El factor clave para la acción de calificación de hoy es la opinión de Moody's de que las mejoras en el perfil crediticio español que emergieron recientemente, en particular la mejora de la resistencia económica debido a un perfil de crecimiento cada vez más equilibrado y mejores fundamentos del sector bancario, ahora superan el lastre de factores políticos/ institucionales", ha justificado la agencia.
La agencia considera que la mejora económica de España supera el impacto de la incertidumbres políticas
Los analistas de Moody's aprecian, además, que, "a medida que la recuperación económica ha madurado, los impulsores del crecimiento están mucho más equilibrados de lo que estaban durante los períodos previos de crecimiento y la economía es, por lo tanto, más resistente".
"Como sus homólogas, Moody's reconoce que se han producido cambios estructurales importantes, propiciados por las reformas que hemos llevado a cabo en los últimos años. Gracias a ello, la economía española presenta un crecimiento, más robusto, diversificado y equilibrado", ha celebrado el ministro español de Economía, Román Escolano.
No obstante, Moody's ha optado por dejar en perspectiva estable la nota de España, alejando la posibilidad de subidas de calificación en los próximos trimestres. "La perspectiva estable refleja la opinión de que, en parte debido al impacto incierto de las dinámicas institucionales y políticas sobre la política fiscal y económica, las presiones alcistas son limitadas".
En este sentido, la agencia reconoce que "la crisis política en Cataluña se ha calmado un poco y parece que no ha causado ningún deterioro en el desempeño macroeconómico o fiscal de España hasta la fecha", pero advierte de que las tensiones seguirán presentes en el futuro previsible.
Asimismo, considera que no es previsible "que se legislen medidas fiscales o macroeconómicas estructurales sustanciales en los próximos años; más bien, el desafío de las autoridades a medio plazo será resistir las presiones para revertir las reformas que se llevaron a cabo durante la crisis".
Tónica positiva
La sucesión de subidas de rating en los últimos meses representan una muestra de la renovada confianza de los mercados en la evolución de las finanzas de España. Después de tres años consecutivos de crecimientos superiores al 3%, las últimas estimaciones cifran en tasas similares la expansión prevista en 2018, lo que implica que el país volvería a crecer por encima de la media europea.
Diluidas las principales incertidumbres en torno a la crisis catalana, los inversores han dado sobradas muestras de su renovada confianza en la deuda española, lo que ha llevado la prima de riesgo a sus niveles más bajos en ocho años, en el entorno de los 70 puntos básicos. Esta confianza, corroborada por las decisiones de las agencias de calificación, llega en un momento fundamental, ya que el mercado se prepara para la retirada de los estímulos del Banco Central Europeo (BCE).
El BCE acapara actualmente casi uno de cada cuatro euros de la deuda española y España tiene la tarea fundamental de encontrar inversores que tomen el relevo de la institución que preside Mario Draghi a la hora de apostar por la deuda española. En este sentido, las recientes subidas de rating, que han devuelto a la deuda española, por primera vez desde 2012, notas en niveles de A -sólo Moody's sigue sin subir su calificación a este nivel-, abren la puerta a que los fondos con unos criterios de inversión más exigentes puedan incluir bonos españoles en sus carteras.
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