Los periodistas no daban crédito el pasado miércoles: la sede de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE), pegada al Congreso de los Diputados, estaba abarrotada. Todos esperaban una declaración contundente de la CRUE contra las "graves irregularidades detectadas" en la Universidad Rey Juan Carlos (URJC), un ente académico en el que un rector cesó hace un año acusado de decenas de plagios y donde acaba de descubrirse que obtener un máster oficial en Derecho Público era más fácil si el alumno era dirigente del PP de Madrid. Tal es la gravedad del asunto, que la presidenta de la Comunidad de Madrid puede terminar dimitiendo. Pronto.
La autocrítica de la CRUE nunca llegó: en vez de eso, el presidente Roberto Fernández dedicó una hora a loas y alabanzas al sistema universitario español dejando al público entre boquiabierto e irritado. Ocho de las nueve conclusiones de los rectores eran elogios a la universidad, un sistema "con todas las garantías", cargado de "honorabilidad y buen hacer", cuyo comportamiento es "ejemplar"y portador de "buen nombre ganado durante muchos años de trabajo honrado".
Ocho de las nueve valoraciones de la CRUE sobre el escándalo eran loas a la universidad
Este medio ha hablado con una quincena de personas: profesores titulares, aspirantes a profesores que arrojaron en su día la toalla, docentes contratados en el extranjero que no piensan volver. La complacencia de la CRUE ha despertado entre los consultados una sensación general de cabreo. Para algunos fue un acto lamentable, para otros una "vergüenza"; incluso para quienes aseguran no haber visto jamás en su vida académica tramas corruptas similares a la que pueden haber tenido lugar en el máster oficial de la URJC. "Fernández es un hombre encantado de escucharse a sí mismo y que ha defendido prácticas endogámicas en público y con descaro", denuncia un profesor universitario que reclama el anonimato.
"La endogamia es como el colesterol, hay buena y mala", manifestó Roberto Fernández en una entrevista a eldiario.es en noviembre de 2017. "Tú tienes a un joven estudiando, hace lo que antes era la tesina, decide que la tesis después. Pero no se puede quedar. ¿Por qué? Porque no. Pero es bueno. Mucho. Ah, pero no se puede quedar", agregó. "¿Cómo no voy a ser endogámico con la gente buena? Si tengo a Messi, ¿le dejo que se vaya? Eso no lo hace ninguna universidad americana", sentenció el presidente de los rectores españoles. Lo que no aportó Fernández fueron los datos del Ministerio de Educación en 2014 sobre la endogamia mala: el 73% de los profesores universitarios ejercen en la facultad en la que se han formado.
El presidente de los rectores defendió la "endogamia mala" en una entrevista
"Para mí es imposible volver a España", cuenta Pablo Valdivia, director del departamento de Cultura y Literatura Europeas en la Universidad de Groninga, en Holanda y gran estudioso, entre otros menesteres, de la obra literaria de Antonio Muñoz Molina. "Pasé un proceso súper difícil de selección hace un año y medio, porque querían crear un nuevo departamento. Groninga estaba especializada en el campo científico, patentes, etcétera, y querían dar un impulso a las humanidades".
A los 19 años Valdivia dejó su Granada natal, y con ello la universidad española, para irse a Nottingham, en Reino Unido. De ahí a Cambridge y luego a la Universidad de Ámsterdam de profesor durante cinco años. Allí obtuvo una cátedra. "Me convertí con 34 años en el catedrático más joven de los Países Bajos". Ahora tiene 36 y se ha desplazado un poco más al norte a vivir. "Lo que me gusta de Holanda es que puedo venir del sur, ser joven y, a pesar de los estereotipos, puedes triunfar aquí si lo mereces", celebra.
Un español que fue el catedrático más joven de Holanda: "Imposible volver a España"
La universidad española tiene profesores de renombre. Y también verdaderos cotos privados. Sirva como ejemplo la historia de Francisco Muñoz, profesor de Didáctica de la Lengua y la Literatura en la facultad de Educación de la Universidad de Almería: "En la universidad, sin duda, hay personas que son muy profesionales", resalta, "pero también hay otras que la desprestigian con sus acciones". Acostumbrado a sacar sobresalientes y matrículas desde la infancia, Muñoz llegó a la universidad a través de becas. "Fueron siempre personas sin rostro las que valoraron positivamente mi expediente académico, que me valió un Premio Nacional Fin de Carrera".
Tras años haciendo el doctorado y dando clases con becas de investigación, la Agencia Nacional de Evaluación de la Calidad y Acreditación (Aneca) le acreditó como profesor titular. "Nuevamente personas sin rostro", valora. Sus problemas llegaron con las personas "con rostro". Se volcó en el estudio de los aspectos psicolingüísticos del síndrome de Asperger, convirtiéndose en uno de los mayores expertos en España. Francis no se esconde a la hora de criticar: "En el momento en el que quise concursar a una plaza de rango inferior a la que me encontraba acreditado, hubo personas con rostro que decidieron anular todos mis méritos fundamentando su decisión en que un lingüista hacía investigación en medicina".
Francisco Muñoz se enfrentó con los poderes fácticos de la Universidad de Almería. Y ganó.
"¿Por qué? Porque yo no era útil para ellos", continúa Muñoz. "Porque yo no les había bailado el agua; porque, aunque haya sido el origen de muchos de mis males en la universidad, siempre he sido contrario al servilismo y más aún hacia el catedrático", deplora. "¿Solo por eso me enfrenté a esta gente? Claro que no", razona. "Hubo muchas otras razones que ahora no vienen al caso, como que hubiera candidatos sin grandes expedientes y sin grandes investigaciones, pero útiles; manejables al fin y al cabo".
El relato de este almeriense de 32 años tiene final feliz: "Después de recusar y reclamar, conseguí que se estimara parcialmente un recurso de alzada que, entre sus 100 páginas, incluía evaluaciones e informes externos de cinco catedráticos y dos titulares que me asignaban el primer puesto en esa plaza". La angustiosa batalla que tuvo que librar contra los poderes fácticos universitarios le llevan hoy a seguir dando la cara.
Hay que distinguir entre corrupción pura y dura y los vicios de la política universitaria
Los consultados distinguen entre dos tipos de vicios. El primero es la política universitaria y sus derivadas, véase la endogamia, el servilismo, la precariedad o la racanería de algunos profesores: el Plan Bolonia abrió la espita de los títulos propios y otras cosas parecidas a los másteres sin ser másteres. Muchos de los titulares ven un filón económico en los títulos -que se pueden incluso impartir online- y aprovechan para obtener un complemento salarial.
El segundo vicio vendría a ser la corrupción, que tiene que ver con prácticas que rozan o alcanzan el rango delictivo. Corrupción es lo que había en el máster oficial del Instituto de Derecho Público de la URJC. O el plagio que se llevó por delante al ex rector Fernando Suárez, uno de los personajes con todavía más poder en la Rey Juan Carlos. "Y a muy pequeña escala estarían casos como la beca de Errejón, gente que no cumple con requisitos como la asistencia u otros peores", opina un docente sin revelar el nombre. "Lo que ocurre es que la mala praxis de Errejón es generalizada en los departamentos, y en su caso creo que hasta comprensible", rebaja el mismo. "Podemos estaba naciendo y eso lleva mucho tiempo".
Un profesor de la Universidad de Valladolid ve "imposible" que allí ocurra lo mismo que en la URJC
La beca de Errejón dio pie al polémico Félix de Azúa -el mismo que afirmó que Colau debería trabajar en un puesto de pescado- a atacar no solo a Podemos sino a todos los estamentos de la universidad en un cacareado artículo firmado en El País el 1 de diciembre de 2014. Lo que empezó siendo un ataque al partido morado terminó siendo un ataque indiscriminado al submundo académico, con alusiones ciertamente hirientes. "La Universidad está tan corrompida como las finanzas, los partidos o los sindicatos", "una de las instituciones más corruptas del conjunto institucional español", "tribunales amañados y sus convocatorias a medida", "castas universitarias", "sistema de rectores como títeres decorativos" o "cetáceo muerto" son algunos de los atributos que dedica Azúa.
"Yo nunca he visto nada parecido a lo de la URJC", comenta Javier Gutiérrez, profesor jubilado de Economía por la Universidad de Valladolid y ex portavoz de IU en el ayuntamiento. "Es verdad que con el Plan Bolonia han irrumpido decenas de títulos propios no oficiales que son un saca-dinero para los alumnos, y una vez incluso un sector del profesorado nos movilizamos para abortar un convenio con la Cámara de Comercio, que quería dar un curso que ya existía en la UVa. Pero yo he dado clases en grados y posgrados cobrando siempre lo mismo".
"La precariedad a veces alcanza hasta al 50% de los profesores docentes"
Óscar Carpintero, profesor en activo de la misma facultad, cree que el control que se ejerce en las facultades vallisoletanas "haría imposible la proliferación con un instituto con un CIF distinto al de la propia universidad", como el que desarrolló Enrique Álvarez Conde durante más de diez años. "Una mini-universidad dentro de la universidad es algo inconcebible. Cuestión distinta es la precariedad creciente que se palpa en el ambiente, que afecta a más del 50% de la docencia en algunos centros", destaca Carpintero.
Los casos de plagio -fusilar textos ajenos y presentarlos como propios- no solo se han dado con relativa periodicidad, sino que han gozado de bastante impunidad. El profesor de la Universidad de Zaragoza José Solís denunció a un colega de Historia del Derecho por haberle plagiado en 2001: no fue hasta 2015 cuando el Tribunal Superior de Justicia de Aragón le dio la razón, después de que toda la universidad zaragozana, rector incluido, se pusieran del lado del plagiador. Hay decenas de casos similares que se mantienen religiosamente en silencio desde los centros. La imagen, dicen.
Hay docentes de secundaria con publicaciones de prestigio que jamás impartirán clases universitarias"
Antes de sacar la plaza de profesor de instituto en Lorca (Murcia), Domingo Centenero completó los pasos básicos de cualquier doctorando: Licenciatura en la Universidad de Murcia, beca doctoral en la Pablo de Olavide, beca Marie Curie en Italia y de allí al Instituto Europeo de Florencia. "La universidad y la Aneca cercenan la competencia", lamenta Centenero. "Hay docentes de secundaria con publicaciones de prestigio que jamás podrán impartir clases en la universidad. No existe competitividad".
Y luego están los que se fueron. O los que nunca llegaron. Susana López Varela hizo el doctorado de Arquitectura en la Politécnica de Barcelona y tiene un máster de Urbanismo en Delft, Holanda. "Me doctoré a finales de 2013 sin beca, pagándome todo con el subsidio. Pero mi relación con la universidad española fue nula desde que mi tutor me recomendó marcharme para aprovechar el doctorado". López Varela ejerció cuatro años en la Universidad de Santiago de Chile además de en consultoras privadas, donde ganó destacados concursos como el anteproyecto de la Terminal Pasajeros en Punta Arenas. Ahora tiene un hijo con su pareja española y reside en Perú. "Tenemos muy claro que queremos volver a España pero las perspectivas laborales son pesimistas y precarias".
Pablo Sánchez León, un historiador fuera de serie, carece de puesto fijo en la universidad
La idiosincrasia universitaria provoca que fueras de serie se queden al margen. Ahí está el historiador Pablo Sánchez León, con obras fundamentales como Absolutismo y Comunidad o La Guerra que nos han contado que han obligado a revisar la historiografía en vigor. "En Estados Unidos sería catedrático, pero en España carece de puesto fijo. Pertenece a una generación perdida de académicos", le introducía una entrevista de Ctxt.
Sánchez León dispara contra la atalaya tras la que se parapeta gran parte del profesorado en su campo, la Historia: "El historiador español está planteándose como el gran consejero áulico, confesor, al estilo contrarreformista. Y para un tema cuya solución desde el principio está en otros lugares", señala. "Si tú quieres cambiar el callejero, lo que tienes que hacer es escuchar a las asociaciones de la sociedad civil, que saben perfectamente qué señor que da nombre a una calle es prescindible. Y tienen argumentos".
José Manuel Pérez tiene una pensión por invalidez fruto de las depresiones por optar sin éxito a un puesto
El bioquímico José Manuel Pérez tiene 57 años, una pensión por invalidez y un historial de depresiones y recaídas que son herencia de su etapa académica. "El 20 de octubre solicité con otros profesores de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) la transformación de mi plaza de asociado tipo IV en la figura del profesor contratado doctor. Se nos denegó aduciendo razones espurias", explica Pérez.
"Posteriormente mi plaza de profesor asociado salió a concurso-oposición, y antes del examen recurrí y aduje ante el rector [en ese momento Ángel Gabilondo] que la presidenta del tribunal me tenía animadversión. Yo había formado parte de su grupo de investigación y acabamos mal. Esa plaza fue adjudicada a otra persona con menos méritos científicos y académicos que yo, y tuve que dejar la Universidad. Recurrí, pero no valió de nada".
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